Capítulo veinticuatro: Acción, reacción.

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Sergio se despertó antes que su alfa, levantándose de la cama para ir a orinar. Se lavó las manos y luego lavó sus dientes, para salir del baño y encontrar a su novio abrazando la almohada que era de él, le encantaba eso, sabía que se buscaban mutuamente en las prendas que usaba el otro, él estaba consciente de que también cuando Max se levantaba antes, abrazaba la almohada del rubio para seguirse calmado con su olor a cítricos.

Salió del cuarto dispuesto a tomar agua, pensando que era el único despierto en toda la casa, pero se encontró con Victoria y Oliver platicando muy felices recargados encima de la barra de la cocina. Los miró seriamente a ver si se daban cuenta de su presencia, pero no, el par de tontos seguían sonriendo y platicando sin inmutarse de nada. Pasó al lado de ellos haciendo más ruido, logrando que Victoria volteara a verlo y riera.

— Checo, buenos días, ¿sí descansaron Max y tú? Sé que se durmieron todos bastante tarde, por lo que me ha dicho Ollie —dijo Victoria. Sergio asintió, mientras se acercaba a la alacena a tomar un vaso.

— Yo sí, no sé a Oliver cómo le fue en el sofá-cama de su habitación, tengo entendido que esas cosas están bastante incómodas.

— ¿Sofá-cama? Oliver durmió conm... —la chica no terminó de responder, pues el alfa castaño le tapó la boca con su mano. Sergio al percatarse de lo que estaba ocurriendo, aguantó la risa y sólo sonrió mirando a su hermano. Quería carcajearse por el rostro de susto que tenía el chico. La pequeña chica le quitó la mano de su rostro—. ¡Suéltame! Ya lo dije, ya qué.

— Oigan, a mí no me preocupa, mientras se estén cuidando y esas cosas.

— No no no no —dijo Oliver rápidamente, Sergio lo miró con una ceja hacia arriba—. No hemos hecho nada de eso, Sergio, no exageres... solo me vine al sillón de la sala anoche porque sí me incomodé en el sofá-cama.

— Ujum, luego yo salí de mi cuarto a corroborar que estuvieran las luces apagadas y puertas cerradas, es como una costumbre que tengo, y lo encontré ahí, así que lo invité a descansar en mi cuarto, tenía planeado acostarme con mamá, justamente no queríamos que malinterpretaran nada, pero estuvimos viendo una película y nos quedamos dormidos —explicó Victoria, notando en Sergio una cara de incredulidad muy obvia.

— Chicos, no olviden que ya tuve dieciocho años —dijo el pecoso. Oliver y Victoria se miraron entre sí, con duda y miedo—. A los dieciocho años ya estuve con alguien, me escapé y sabía mentir, así que sé que ustedes también pueden hacerlo, y si lo van a hacer, pueden mejorar.

— ¡No estamos mintiendo! —chilló Victoria, Sergio volvió a reír—. No pasó nada, no ha pasado nada, créeme... me gusta Oliver, tengo que admitirlo, pero no estoy lista para algo así —la omega ahora parecía triste, a diferencia de Oliver que se veía sorprendido por la declaración de que le gustaba a la chica, como si no lo supiera. Checo entendió el sentido que le dio la pequeña a sus palabras, así que se sentó junto a ellos en la barra, llamando la atención de la chica—. Además, a ambos nos da miedo Max, me sobre protege demasiado por lo que me hicieron los del cartel mexicano.

— ¿Por lo que te hicieron? ¿Qué pasó? —preguntó Oliver, confundido. El pecoso miró a la rubia, que ahora tenía sus labios apretados, arrepentida por haber dicho eso—. Victoria... —regañó el alfa.

— No la presiones, Ollie —dijo Checo, en defensa de la omega. Ella levantó la mirada hacia el menor de los castaños, viendo a Oliver directamente a los ojos.

— Tienes que prometerme que no cambiará lo que piensas de mí, no fue mi culpa, yo no lo deseé ni lo pedí, no te portarás raro o algo así, soy una persona normal y la lástima no me gusta.

— Lo prometo —respondió Oliver. Victoria suspiró, mirando a Sergio, quien le asintió, dándole a entender que podía confiar en su hermano completamente.

El Guardián de mi Libertad  | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora