Especial: ¿Alfa rubio? Solo yo.

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Este “capítulo especial” es la continuación o la parte “cachonda” del capítulo veinticinco.
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Sergio salió de ducharse solamente con una toalla enredada en su cintura, bastante apresurado para llegar hasta su alfa que se encontraba en la cama ya, quedándose parado al borde de ésta. El rubio se reía por la imagen, dispuesto a hacer suyo al pecoso una y otra vez, pues lo último que quería era que él pensara en ese estúpido de Nico y que recordara las veces que estuvo con él.

El solo hecho de pensar en eso encendió algo dentro de él, levantándose rápidamente hasta su omega y pegándose lo más que pudo al más pequeño, besándolo de manera apresurada y agresiva, importándole poco si necesitaban respirar.

La temperatura corporal comenzó a subir para ambos, pero no podrían entrar en celo ya que la noche anterior en el hotel lo tuvieron, así que todo lo que harían en ese momento era por gusto y complacencia antes que una necesidad que sus cuerpos exigieran. Max por fin se despegó de los labios de Sergio, jadeando y respirando rápidamente. La imagen frente a él era preciosa: los cabellos castaños húmedos de su novio pegados a su frente, también su pecho al aire, y esa toalla pegada a sus piernas, trasero y miembro, qué dejaba ver un poco la erección que comenzaba a presentarse en el chico.

Así que sin dudarlo mucho, bajó su mano y apretó la zona noble de Sergio, recibiendo un gemido a cambio, que también calló con un beso, pues no olvidaba que estaban en la casa de su madre y hermana rodeados de todos sus amigos. Aunque en ese momento le importaba poco si los escuchaban.

Siguió apretando con sus dedos lo que su novio le ofrecía, recibiendo gruñidos, jadeos y gemidos en su boca. Ambos estaban bastante duros, y gracias al cielo y su elección de ropa de casa, Max ahora no sentía aprisionado su miembro en pantalones apretados, así que no le dolía. Siguió con su labor de la mano, mientras sus labios seguían tratando de provocar al pecoso. Sus lenguas comenzaron una batalla interesante y caliente, todo se había vuelto húmedo. Hasta su nariz llegó el olor a lavanda de su pequeño, bastante fuerte, lo que significaba que estaba lubricando. Sin dudarlo demasiado, soltó al chico y lo lanzó a la cama, provocando que la toalla se soltara y permitiera verlo completamente desnudo.

La imagen era gloriosa, el lindo y formado cuerpo de su novio sobre la cama, sus piernas medio abiertas y su mirada de exigirle que lo follara de una vez era una obra de arte, si pudiera ponerse más duro, sin duda lo estaría. Los ojos de Sergio parecían una súplica, quería que Max entrara de una vez y lo hiciera suyo, pero Max ahora no estaba buscando ser complaciente.

Se tumbó sobre él, aún con su ropa puesta, volviendo a besar al chico en los labios mientras se restregaba entre sus piernas. Sentía que su short estaba ya mojado por la lubricación de su novio, así que se lo sacó rápidamente, permitiendo que ahora su bóxer fuera el que recibiera esa humedad.

— Maxi, por favor —rogó Checo levantando su cadera, enredando sus piernas en la cadera del rubio, tratando de convencerlo de embestirlo ya, pero Max le quitó las piernas con fuerza y dureza—. ¿Max?

— Un pequeño castigo por permitir que alguien más estuviera contigo antes que yo, mi amor —comentó para volver a besarlo, manteniendo sus manos sobre las piernas del chico, abriéndolas, pero sin permitir que se enredaran en él. Su peso había caído de lleno en el cuerpo del pecoso, y sus regazos chocaban, el de Sergio desnudo y el de Max envuelto en el bóxer aún. Volvió a moverse para rozarse el uno al otro, escuchando los gemidos ahogados de Sergio contra sus labios. Se separó de él y quitó sus manos de las piernas de su novio, poniéndolas a cada lado de la cabeza del mismo, separándose más aún. Volvió a sentir como Sergio lo enredaba con sus muslos y lo jalaba hacia él, apretando sus miembros el uno con él otro, pero aún planeaba castigarlo más—. Voltéate —ordenó con voz de mando.

El Guardián de mi Libertad  | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora