Capítulo veintidós: Débil.

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— Entonces, ¿por qué anoche me sentí así, doc? —preguntó Max seriamente a Toto Wolff, que miraba unos análisis que le acababa de hacer.

— Es por lo mismo, Max, si bien los medicamentos no curan tus problemas, evitan que te sientas peor, el calcio evitaba que empeoraras, las vitaminas igual, pero decidiste dejarlas. También tomar supresores afecta mucho, podrías hasta haber desarrollado cáncer, esas cosas no deben usarse a la ligera y menos tantísimos años. Incluso tu fertilidad está por los sueños, Max, la muestra que me entregaste ahorita me marca solamente el 12.8 % de funcionalidad, eres demasiado joven para esos porcentajes. Si quieres tener cachorros va a ser difícil que puedas hacerlo, al menos ahorita.

— No me urge tener cachorros, doc, ni siquiera sé si mi omega quiera tenerlos. Pero anoche lo cargué a él y batallé, y sé que no es él ni su peso, quizá ha subido uno o dos kilos desde que vive conmigo, pero sigue siendo pequeñito, cualquier alfa que esté desarrollado lo levanta con facilidad, no entiendo por qué mi molestia ayer —mencionó preocupado el rubio, mirando fijamente al alto alfa que estaba frente a él. Toto se encogió de hombros, dándole a entender que no podía hacer más.

— No puedo ayudarte más, Max, seguirá empeorando todo, tu fuerza va a disminuir, tus dolores y malestares van a aumentar, estuviste mucho tiempo arriesgado y lo empeoraste con el exceso de medicamentos innecesarios, y el poco uso de los que sí necesitabas. Sigue tomando tus medicinas por mientras, buscaré algo más, lo prometo.

— Bien, gracias, doc. Por favor, no le diga nada a Carlos, nadie sabe que vine a hacerme estos análisis generales y a pedirle ayuda, y quiero mantenerlo así.

— Tú sabes que mi deber es informarle a Carlos cada cosa que sucede contigo, Max, después de que les mintieras con lo de los medicamentos, es como tu tutor ante esto, me rogó que le dijera cada orden que yo te diera a ti —miró el doctor a Max, sólo para toparse una mirada de súplica del rubio—. Ay, Max, lo peor es que no sé por qué te hago caso si sé que Carlos podría fácilmente cortarme el cuello. Bien, no le diré nada, pero sigue con tus medicamentos.

— Gracias, doc, y por eso no se preocupe, mi novio no me permitiría dejar de tomarlos, también me cortaría el cuello. Nos vemos.

Manejó de vuelta a su mansión, esperando que Sergio estuviera despierto ya. Desde que él se despertó, llamó al doctor para pedirle una cita y una revisión general, claro que no esperaba que le sacaran tanta sangre y hasta una muestra de semen, pero así era Toto con él, le gustaba mantenerlo al margen con su salud.
También había llamado a Oscar para pedirle que fuera a hacer un desayuno, además de la comida y la cena de ese día, así que se suponía que el alfa ya estaría ahí, acompañado de Logan nuevamente, quien ya era su pareja.

Cuando se detuvo enfrente del que se suponía era su lugar seguro, se sintió más débil que nunca. ¿Cómo le iba a explicar a su lindo Sergio que en algún punto ya no podría cargarlo? ¿Cómo iba a soportar no poder levantar a ese pequeño y hacerle mimos mientras lo lleva en brazos? Se sentía roto, pero sacudió su cabeza para sacar la sensación y se bajó de la camioneta, esta vez guardando sus llaves en la bolsa del pantalón. Saludó a Liam y le indicó que quizá más tarde saldría, así que no quería que guardaran el automóvil.

Entró a su casa, dándose cuenta del rico olor que había en el aire. Caminó hasta la cocina, viendo al rubio, pareja de su amigo, quién le sonrió rápidamente. Al sonreírle de vuelta y hacerle un gesto de saludo con la cabeza, miró directamente la marca roja que estaba en el cuello del joven, y algo dentro de él se encendió, de pronto no podía sacar de su cabeza a su lindo Sergio, a quien no había marcado todavía. Su lobo interior se removió entre las ganas de querer ir al cuarto y someter al chico a base de una buena follada, para luego marcarlo y reclamarlo por fin, pero se sacó la idea rápidamente de la cabeza. No, no haría eso, no todavía.
También Oscar lo había visto ya, saludando rápidamente.

El Guardián de mi Libertad  | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora