Corte

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Harry salió del casino con Nigel colgando como si fuera una bufanda humana.

"¿No dijiste que no volverías a beber así nunca más?" se burló mientras se ponía sus gafas de sol, haciendo una mueca ante la intensidad del sol matutino, que parecía mucho más fuerte después de pasar toda la noche en el oscuro casino.

Su papá iba a matarlo si sabía que no fue a la uni ayer y se la pasó toda la noche en el casino.

Nigel, todavía riendo, se encogió de hombros con una sonrisa traviesa. "Dije que no lo haría... nunca prometí nada."

Harry solo rodó los ojos. Su móvil vibraba con insistencia, y al verlo, se encontró con varias llamadas perdidas de Louis.

Se imaginó la cara de Louis (muy dramático) al pensar que Nigel lo había vendido por partes en alguna apuesta.

Marcó de vuelta, y antes de que pudiera decir algo, la voz de Louis resonó al otro lado de la línea, sarcástica y divertida. "Al fin contestas. Creí que ya estabas sin riñones."

Harry soltó una carcajada. "Sigo entero, amor. ¿Cómo estás tú?"

"En la uni, entregando un proyecto que debí haber entregado ayer. Nada nuevo." Louis sonaba ocupado, seguramente charlando con la ayudante de cátedra que siempre metía sus trabajos tardíos en la maleta del maestro, pero Harry notaba ese tono coqueto que siempre le sacaba una sonrisa. "¿Y tú? ¿Todavía perdiendo el domingo que papi te dio en las máquinas tragamonedas?"

"Acabo de salir, cariño. Me llevé a Nigel como premio de consolación." Harry levantó una ceja mientras ayudaba a su amigo a subir al coche.

El chofer, Robert, los saludó con un asentimiento, listo para partir.

Louis rió suavemente. "¿Cansado?"

"Para ti, nunca." La sonrisa traviesa de Harry era palpable. "¿Nos vemos para almorzar? El restaurante de siempre."

"Perfecto. Quiero hablar contigo sobre algo importante." Louis respondió mientras subía a su propio coche.

"Haré la reservación. Maneja con cuidado, ¿sí? Te amo." Harry se despidió, pero escuchó el sonido inconfundible de Louis apartando el teléfono antes de soltar un pequeño grito de emoción.

"¡Yo también te amo! Y dile a Robert que no te mate en el camino." Louis lanzó un beso al aire, que Harry "atrapó" con una risita antes de colgar.

Harry sonrió, dándole un golpecito en el hombro al chofer. "Mi omega dice que no me mates."

Robert sonrió con complicidad. "¿Louis ya es su omega?"

"No oficialmente," Harry respondió con una sonrisa que no podía disimular. "Pero pronto."

"Me alegra mucho por usted, señor," dijo Robert, reflejando la sonrisa de Harry mientras ponía el coche en marcha.

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"Aiden, ¿dónde estás, desgraciado?" Louis entró en la casa como un tornado, buscando a su mejor amigo por cada rincón hasta encontrarlo en la cocina, chismoseando alegremente con su padre.

"¿Otra vez? A este paso voy a tener que empezar a cobrarte por las visitas a mi padre, porque claramente no vienes por mí." Louis frunció el ceño fingiendo estar ofendido mientras Dante se reía.

"¿Y la mentira dónde quedó?" se burló Dante, cruzándose de brazos. Louis le sacó la lengua, como un niño pequeño que sabe que ha perdido la batalla.

Aiden, ignorando el drama, abrazó a Louis. "Tranquilo, aquí estoy. ¿Qué necesitas, drama queen?"

"¡Harry me dijo que me ama! Y vamos a almorzar a nuestro restaurante favorito, así que necesito verme espectacular. ¡Arréglame!" Louis sacudió a Aiden de un lado a otro como si fuera un muñeco de trapo.

No JudgementWhere stories live. Discover now