Harry entró a su departamento y se detuvo al ver a Louis sentado de una manera extraña en el sofá.
Sin hacer caso de la entrada ruidosa de Harry, Louis permaneció en su posición peculiar, con los pies sobre el respaldo y la cabeza colgando al borde del asiento, su iPad entre sus manos.
Intrigado, Harry dejó caer el saco sobre una silla y se deshizo de los zapatos antes de acomodarse a su lado, imitando la posición inusual de su omega.
Se colocó de la misma forma, pies sobre el sofá, cabeza hacia el suelo, y la mirada en su pareja.
"Hola, amor. ¿Qué estás viendo?" La mano de Harry encontró el camino hacia la rodilla de Louis, acariciándola lentamente mientras lo observaba con curiosidad.
"El periódico," murmuró Louis, sin apartar la vista de la página. Tomó un sorbo de su copa de vino, el líquido rojo deslizándose por su garganta. "Encontraron los restos de Prince a orillas del puente. ¿Tienes algo que decir?"
Al decirlo, giró la cabeza para encontrarse con la mirada de Harry, y una sonrisa traviesa se formó en sus labios cuando vio el brillo satisfecho en los ojos de su alfa.
Harry sonrió, el sonido de un ronroneo suave vibrando en su pecho. Como una serpiente peligrosamente encantadora, se deslizó un poco más cerca, sus labios a milímetros de los de Louis.
"Nada," respondió con voz baja y seductora, lamiéndose los labios de forma provocativa. "¿Quieres pizza?"
Louis dejó escapar una risa divertida antes de inclinarse para sellar sus labios con los de Harry, ignorando la incomodidad de la posición. "Sin aceitunas o dormirás en el sofá."
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Días después del encuentro con los restos de Prince, Harry llega a la casa de Louis con una caja entre sus manos.
Los guardaespaldas que se encargaron de la escena notaron que Prince no vivía solo.
Había dejado atrás a un pequeño cachorro de galgo, temblando y desorientado.
Al enterarse, Harry sintió un nudo en el estómago.
Sabía que Louis jamás lo perdonaría si el cachorro quedaba abandonado a su suerte.
Así que ahora, aquí estaba, con la pequeña criatura acurrucada en una caja donde los empleados la habían mantenido a salvo.
Edward, el fiel mayordomo, le abre la puerta y apenas Harry se quita el abrigo, pregunta: "¿Louis está en casa?"
Antes de que Edward pueda responder, Louis desciende las escaleras, brillante y radiante como el sol, con una sonrisa que siempre hace tambalear la compostura de Harry.
"¿Qué traes ahí, precioso?" pregunta Louis, sus ojos azules llenos de curiosidad.
Harry apenas puede resistir el impulso de pedirle un beso en ese instante. En cambio, le ofrece la caja. "Ábrelo."
Louis la destapa con entusiasmo y su rostro se ilumina al encontrar al cachorro, una exclamación suave escapando de sus labios. "Dios mío, es lo más hermoso que mis ojos han visto."
Edward se retira discretamente, pero Harry se queda allí, contemplando a Louis con una sonrisa. "¿Lo más hermoso?" pregunta en un susurro, mirándolo intensamente.
"Lou, mi amor, ¿puedo preguntarte algo?" Su tono es cálido, pero hay una sombra de curiosidad detrás.
Louis asiente, sin dejar de acariciar al cachorro que ahora se acomoda contra su pecho. "Dime."
"¿Sabías que este cachorro existía?"
Louis asiente de nuevo, su expresión se oscurece un poco. "Lo sabía. Lo vi cuando fui a su casa después de la fiesta. Lo vi maltratándolo."
Su boca se frunce en un puchero mientras acaricia al animalito, como si con ese gesto pudiera borrar todo el dolor que había presenciado.
Harry siente la tensión en sus propios músculos, pero ya sabe la respuesta. "¿Por qué no te lo llevaste?"
La sonrisa que cruza el rostro de Louis es la de un depredador que sabe que ha atrapado a su presa.
Se inclina hacia Harry, hasta que sus labios rozan su oreja, su voz bajando a un tono tan cálido y coqueto que hace que la piel de Harry se erice.
"Porque me gusta cuando haces las cosas por mí."
Harry contiene el escalofrío que recorre su cuerpo, sus ojos clavados en los de Louis.
"¿Así que Prince te hizo daño y lo eliminé? ¿Y tú querías al cachorro y ahora lo tienes?" Su tono es bajo, casi un gruñido de satisfacción. "Sabías que no te iba a decepcionar."
Louis sonríe, esa sonrisa traviesa que siempre lo hace ver orgulloso y peligroso al mismo tiempo.
Intenta apartarse, pero Harry no se lo permite; su brazo se desliza alrededor de su cintura, acercándolo hasta que sus cuerpos se presionan juntos.
Harry inclina la cabeza y le habla al oído.
"Mi chico astuto, sabes que haría cualquier cosa por ti... y te encanta."
Louis suelta un suspiro, casi un gemido, y sus dedos se hunden en la camisa de Harry. "No te quejes," murmura, con su boca peligrosamente cerca. "Fuiste tú quien me volviste mimado."
"Y lo seguiré haciendo." La voz de Harry es un susurro grave antes de atrapar el lóbulo de la oreja de Louis entre sus dientes, mordiendo con suavidad y a la vez con una promesa implícita.
Louis tiembla, y sin pensarlo, lo agarra del cuello de la camisa, tirando de él para besarlo con una urgencia que le roba el aliento.
No solo le gustaba el poder que tenía sobre Harry; lo enloquecía, lo excitaba hasta el punto de no poder pensar en nada más.
Sin embargo, Louis se aparta bruscamente, su respiración entrecortada, sus ojos clavados en los de Harry con una intensidad que lo desafía a moverse, a reaccionar.
"Creo que Edward se encargará de él," dice Louis, refiriéndose al cachorro que ahora bebe agua de un pequeño tazón.
Louis sonríe, una chispa muy conocida por Harry brillando en su mirada. "¿Quieres ir arriba?"
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Louis puede culpar los colmillos de Harry, que rozan peligrosamente su cuello, tan cerca que apenas logra contener el escalofrío que le recorre la columna.
Podría culpar lo bien que se siente tener a Harry dentro de él, cómo lo llena, mientras su alfa le susurra palabras sucias, mezcladas con dulzura, describiendo con precisión el calor que los consume, cómo podría morir en ese instante y estar satisfecho.
Las feromonas de Harry, densas y jugosas, alimentan su deseo con cada embestida, su piel ardiendo bajo el toque de su pareja.
Pero Louis no busca culpables.
Desde que están juntos, ha sentido esa necesidad primal de sentir los colmillos de Harry hundiéndose en su piel, igual de vital que respirar. La idea de esa marca permanente lo envuelve, un fuego que no puede apagar.
Y cuando Harry golpea su próstata con una fuerza que lo hace ver estrellas, las palabras salen solas, incontrolables, llenas de fervor y deseo.
"Alfa... márcame, Harry. Quiero ser tuyo."
Es un ruego, una declaración, su alma desnuda entregada por completo.
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Ciaooooooo
Cómo va?
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No Judgement
Fanfiction"Y básicamente, ahora eres mi novio." Louis sonrió y ladeó su cabeza. Harry abrió la boca y miró a Luke y Louis como si a los chicos le hubieran crecido veinte cabezas más a cada uno. "¿Cómo carajos hicieron eso en un fin de semana?"