Fiesta II

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Harry localizó a Nigel y Aiden con facilidad entre la multitud, incluso a pesar de sus disfraces.

Aiden con una máscara de conejo macabro y Nigel con una de demonio,
le sonrieron con complicidad, sosteniendo sus tragos en alto mientras lo llamaban hacia el lugar de tragos. "¡Ven aquí!"

Pero antes de que pudiera moverse, las luces del lugar se apagaron de golpe, sumiendo a todos en una oscuridad cargada de expectativa.

Los murmullos aumentaron, creando un zumbido eléctrico, hasta que, en un instante, las luces se encendieron con un destello cegador, revelando a Måneskin en el escenario.

El corazón de Harry comenzó a martillar en su pecho, pero lo que realmente lo desarmó fue la figura de Damiano David frente a él.

Damiano estaba peligrosamente cerca, tan cerca que el aliento cálido del vocalista rozaba la piel de Harry.

Con una sonrisa pícara, Damiano comenzó a cantar, su voz profunda y rasgada acariciando los sentidos de Harry, cada palabra derramándose como un veneno dulce que lo atrapaba más y más.

"Oh-oh-oh-oh
Oh, mamma mia, ma, ma-mamma mia-ah
I feel the heat up, uh, I feel the beat of drums..."

Damiano se inclinó, su boca apenas rozando el lóbulo de la oreja de Harry, dejando que las notas gemidas fluyeran con descaro, como si lo marcara con cada susurro sensual.

La cercanía, el calor, y la cadencia provocadora de la canción hacían que cada fibra del cuerpo de Harry vibrara, su piel ardiendo con una tensión insoportable.

De pronto, un camarero apareció como si supiera el momento exacto en que la intensidad estaba a punto de desbordarse.

"Un regalo de su novio," murmuró con una sonrisa ladina, entregándole un trago acompañado de una nota delicadamente plegada junto al vaso.

Harry arqueó una ceja, sus pensamientos aún atrapados en el magnetismo de Damiano, pero su curiosidad se encendió. Desdobló la nota con dedos ansiosos.

"Todo para mí bonito novio, Louis."

Las palabras estaban acompañadas por la marca de un beso, una huella provocativa de lápiz labial rosa que resaltaba en el papel como un recordatorio de quién realmente gobernaba su atención.

La firma inconfundible de Louis, su omega, siempre sabiendo exactamente cómo mantenerlo en ese estado de deseo permanente.

Harry no pudo evitar sonreír, un calor diferente encendiéndose dentro de él, uno más profundo, más íntimo.

Guardó la nota en su bolsillo, su mente ya anticipando lo que vendría más tarde.

Pero antes de que pudiera perderse en sus pensamientos, el mundo que lo rodeaba explotó de nuevo en luces y música.

De repente, el sonido de la multitud creció, y Harry alzó la vista. Ahí estaba Louis, subiendo al escenario con una confianza letal que lo hizo contener el aliento.

Su novio llevaba un antifaz dorado que cubría su rostro perfecto, dejando al descubierto solo sus brillantes ojos azules que brillaban como dos zafiros hipnóticos.

La camisa de encaje blanco que llevaba era pura provocación, dejando su torso desnudo al descubierto, insinuando cada línea de su abdomen y la estrechez de su cintura.

Sus pantalones blancos ajustados se ceñían de manera devastadora, y las pequeñas alas negras en su espalda eran el toque final, etéreo pero oscuro, como una fantasía hecha realidad.

Louis le guiñó un ojo a Harry, y este sintió su cuerpo encenderse instantáneamente, su respiración acelerándose mientras veía la sonrisa traviesa de su omega.

No JudgementWhere stories live. Discover now