Fiesta

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"A ver, pequeñas mierdas sin oficio más que estudiar y emborracharse conmigo..." Louis caminaba frente a Nigel, Aiden y Harry como si fuera un general revisando a sus tropas.

Su tono era casi ceremonial, pero con ese toque de burla que solo él podía manejar. "Este sábado será el último sábado que compartiremos como estudiantes con este idiota..." señaló a Harry, su novio, quien levantó una ceja, divertido pero confundido. "Y tenemos que hacer la fiesta más épica del planeta. Una que nadie, absolutamente nadie, en años pueda olvidar. ¿Quedó claro?"

"¿Sabes que aún iremos a fiestas, cierto? Solo que yo ya no seré estudiante porque me graduaré," intervino Harry, con la calma de quien está acostumbrado a los desplantes dramáticos de Louis.

Louis, sin perder un segundo, le puso un dedo en los labios. "Precioso. Cállate. Calladito te ves más bonito." Después de besarlo suavemente en los labios, volvió a su papel de líder. "Bien, como decía... la fiesta será tan épica que las siguientes generaciones hablarán de ella como una leyenda urbana..."

"Sí, claro, 'la leyenda del alfa gobernado,'" tosió Aiden, apenas disimulando la burla.

Louis ni lo dudó: un zape rápido en la cabeza. "¡Cállate, que aquí el único con permiso para fastidiar a Harry soy yo!"

Nigel, que había permanecido en silencio, no pudo evitar sonreír. "Entonces, ¿ya decidiste el lugar, general Louis?"

Harry rodó los ojos, pero con una sonrisa cómplice. "La casa de playa de mis padres está disponible."

Aiden otra carcajada. "Lo dije. Gobernado."

Louis lo miró de reojo, ajustando su postura. "A ver, ¿quién aquí es el que va a una fiesta en una casa de playa y quién el que probablemente termine durmiendo en un sofá incómodo?"

"Punto para Louis," murmuró Nigel, alzando las cejas en señal de aprobación mientras Aiden se frotaba la cabeza.

Louis sonrió, satisfecho, y se acercó a Harry, dándole una palmada en el pecho. "¿Ves? Por eso soy el líder. Y tú... el gobernador de la casa de playa."

"Gobernado y gobernador no son lo mismo," corrigió Harry, pero su tono ya estaba rendido ante el juego de su novio.

Louis solo se encogió de hombros. "Detalles, cariño, detalles."

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"No, Aiden. No estamos contratando strippers para la fiesta," soltó Louis de golpe, incluso antes de que Aiden pudiera abrir la boca.

Aiden, con un marcador en la mano, tachó un garabato en su cuaderno de "posibles entretenimientos" y puso cara de niño al que le quitaron su juguete favorito. "Aburrido."

"¿Qué tal traer una banda?" propuso Nigel, mientras se recostaba en el sofá de una forma que garantizaba un dolor de espalda monumental para mañana.

Louis se giró hacia él con los ojos brillando. "¡Traigamos a Måneskin!"

"Sí, es la banda favorita de Harry," añadió Aiden, con una sonrisa traviesa. "Estoy seguro de que enloquecerá cuando vea a Damiano."

Louis se detuvo un segundo, su sonrisa maliciosa. "Oh, Harry se desmayará... en mis brazos, claro."

"Con eso ya cubrimos música y entretenimiento," continuó Louis, dando palmaditas en el aire como si estuviera cerrando un trato multimillonario. Pero luego se detuvo un momento, con una mirada pensativa. "Aunque... aún podríamos traer bailarines."

"De eso me encargo yo," dijo Nigel, levantando la mano como si fuera voluntario en una asamblea de colegio.

Louis aplaudió emocionado, como si estuviera planeando la fiesta del siglo. "Harry va a amar su fiesta de despedida. ¡Será perfecta!"

No JudgementWhere stories live. Discover now