Ciego

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"¿Qué haces, engendro del diablo?" preguntó Harry, sentándose junto a Nigel, que tecleaba frenéticamente en su iPad.

"Comprando una pulsera, pero no sé qué charms usar. Me gustan todos," Nigel hizo un puchero y recostó su cabeza en el hombro de Harry. "¿Y tú?"

"Mi clase fue cancelada. Estoy esperando a Louis." Apenas mencionó su nombre, Nigel levantó las cejas con una sonrisa. Harry negó. "Ni lo intentes."

"No he dicho nada." Nigel le sonrió con falsa inocencia.

"Pero lo pensaste." Harry le dio un golpecito en la frente, sonrojándose ligeramente mientras Nigel reía.

"¿Por qué golpeamos a Nigel? ¿Puedo unirme?" Louis apareció detrás de Harry y saltó a su espalda con la agilidad de siempre.

Harry, acostumbrado, lo sostuvo firmemente con sus manos en los muslos. "Es su existencia lo que me molesta."

Nigel chasqueó la lengua, esquivando hábilmente el lápiz que Louis le lanzó, mientras Harry soltaba una carcajada.

Louis, aprovechando la cercanía, besó la mejilla de Harry, quien sonrió sin poder evitarlo.

De repente, Aiden apareció de la nada, sacó una foto de los tres y desapareció tras un arbusto.

Los tres se quedaron parpadeando, procesando lo que acababa de pasar. "Vamos a por un helado."

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Con helados en las manos y sonrisas traviesas en los rostros, los chicos avanzaron despreocupadamente desde la heladería hasta el lujoso edificio de Aiden.

"¿Es mucho pedir un poco de paz?" suspiró el omega con teatralidad, mientras liberaba el acceso a su penthouse a través del intercomunicador.

"Una vez que te unes a esta pandilla, despídete de la privacidad," respondió Nigel en tono burlón.

"Recuerda que sé cuáles son tus bragas favoritas..." añadió Louis, sólo porque sí, mientras daba una lamida exagerada a su helado.

"Y cuántas veces en la semana te estriñes," añadió Harry, haciéndole segunda sin perder el ritmo.

Nigel soltó una carcajada. "¡Ustedes dos son unos monstruos!"

Louis y Harry intercambiaron una mirada cómplice antes de poner los ojos en blanco al escuchar el inevitable gemido de indignación de Aiden al otro lado.

El ascensor se abrió, y los tres subieron mientras el aroma dulce del helado llenaba el espacio cerrado. Tan pronto como las puertas volvieron a abrirse, fueron recibidos por la escena habitual: Aiden, sentado en el suelo, rodeado de latas de pintura y con un lienzo gigantesco delante de él.

"¿Qué tal, Picassito?" bromeó Louis, dejándose caer al lado de Aiden mientras seguía disfrutando de su helado. "¿Y qué estamos pintando hoy, maestro?"

El omega solo sonrió de medio lado, demasiado concentrado en su obra para responder de inmediato. Louis inclinó la cabeza hacia el lienzo, y de repente, su cara se puso completamente roja.

"Wow, somos Louis y yo," murmuró Harry, acercándose más al cuadro con los ojos chispeando de entusiasmo. "¿Siempre fuimos tan fotogénicos? Porque, cariño, esas miradas son... ¡uf!"

El cuadro mostraba a Louis y Harry de pie frente a un acantilado, mirándose como si el universo entero girara alrededor de ellos. La intensidad de sus miradas era innegable. Casi que podrían prender fuego a cualquier cosa a su alrededor.

Louis tosió nerviosamente, aún sonrojado, mientras Harry se inclinaba hacia él con una sonrisita que decía más de lo que debería. "¿De verdad tenemos que vernos tan... dramáticos?"

No JudgementWhere stories live. Discover now