El ambiente en la Mansión Prince se había tornado más relajado... pero solo superficialmente. Aunque el enfrentamiento directo entre Sirius y Bellatrix parecía haber disminuido, las tensiones seguían siendo palpables. Nagini siseaba con suavidad mientras se deslizaba por los rincones, y Voldemort, sentado en una silla antigua de respaldo alto, parecía mucho más humano que el monstruo que Harry había conocido años atrás.
Draco permanecía apartado, todavía afligido por la muerte de sus padres. Sin embargo, había comenzado a acercarse lentamente a Hermione. A pesar de la tragedia, algo entre ellos se estaba gestando: un consuelo mutuo, una tregua silenciosa. Harry, por su parte, mantenía la vista fija en Voldemort, midiendo cada uno de sus movimientos.
Pero de repente, el aire pareció cambiar cuando una figura familiar apareció en la puerta: Dumbledore.
—Albus —dijo Snape, sin sorpresa pero con un tono de tensión—. No esperábamos tu visita.
Dumbledore entró sin pedir permiso, su túnica ondeando detrás de él. Sus ojos, normalmente brillantes y llenos de compasión, ahora parecían confusos, incluso molestos.
—Esto no era parte del plan, Severus —dijo Dumbledore con frialdad, mirando alrededor de la habitación, notando la presencia de Voldemort y Bellatrix con una mueca sutil—. La guerra... la lucha... esto es lo que se necesitaba. ¿Qué está pasando aquí?
Voldemort entrecerró los ojos, su rostro aun mostrando vestigios de la transformación más humana que había comenzado. Una sonrisa pálida apareció en su rostro.
—¿No te agrada la paz, Albus? —preguntó con un tono seductoramente suave—. Estoy sorprendido. Siempre pensé que eras un hombre de diálogo.
Dumbledore lo fulminó con la mirada.
—No te equivoques, Tom. Esta tregua no cambia lo que eres ni lo que representas. —El tono de Dumbledore se volvió más afilado, la presión de los años y los sacrificios pesando en su voz—. Esta no es una solución, solo es una distracción temporal.
Harry intervino, alzando la voz antes de que el conflicto entre ellos creciera.
—¿Por qué no puede ser más que una distracción? —preguntó, enfrentándose a Dumbledore—. He visto que puede haber algo más aquí. Si podemos convencer a Riddle... si realmente puede cambiar...
Dumbledore parecía desconcertado por las palabras de Harry.
—¿Convencerlo? —repitió lentamente—. Harry, esto es más grande que eso. No puedes simplemente... negociar con él.
Riddle, quien había estado escuchando con interés, se levantó con una calma estudiada. Sus ojos, aunque todavía marcados por los años de magia oscura, ya no tenían el brillo inhumano de antes.
—No me subestimes, Albus —dijo Voldemort suavemente, dando un paso hacia él—. Las cosas cambian. Yo he cambiado. Y si eso te desconcierta, entonces tal vez nunca me entendiste realmente.
Dumbledore lo observó con frialdad, sin responder de inmediato. Pero en su mirada había un claro malestar, una lucha interna entre la desconfianza y el temor de que las cosas se estuvieran saliendo de su control.
. . .
Después de unos tensos segundos de silencio, Snape decidió intervenir, buscando desviar la conversación.
—Hay algo más de lo que debemos hablar, Albus —dijo, dirigiéndose a Dumbledore—. El puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras sigue vacante para este año. Ningún candidato ha querido aceptar el cargo... y Hogwarts necesita a alguien competente.
Dumbledore lo miró, claramente irritado por el cambio de tema, pero comprendiendo la urgencia.
—Lo sé —dijo con un suspiro—. He estado buscando sin éxito, pero nadie quiere tomar el riesgo, no con la maldición sobre ese puesto.
Harry, quien había estado observando todo, repentinamente tuvo una idea. Su mirada pasó de Voldemort a Dumbledore, y luego a Snape.
—¿Y por qué no Voldemort? —soltó de golpe.
La habitación quedó en silencio absoluto. Todos los presentes lo miraron como si se hubiera vuelto loco.
—Harry, ¿te has vuelto loco? —preguntó Sirius, apenas logrando contenerse.
Pero Harry lo ignoró, manteniendo su mirada fija en Voldemort.
—Eres el mejor mago oscuro que existe. Sabes todo sobre las Artes Oscuras... y sobre cómo defenderse de ellas. ¿Por qué no enseñar? Si realmente quieres cambiar, este es el momento de demostrarlo.
Voldemort lo observó, sus ojos parpadeando por un instante de sorpresa antes de que una sonrisa intrigada cruzara su rostro.
—¿Enseñar en Hogwarts? —repitió lentamente—. ¿Y qué te hace pensar que estaría interesado en algo tan... mundano?
Harry no titubeó.
—Si de verdad quieres algo más que guerra, esta es tu oportunidad para empezar a demostrarlo. Y... Dumbledore te tendría vigilado, no dice una frase que es mejor tener a tus enemigos cerca?
El comentario de Harry resonó en la habitación como un desafío. Dumbledore parecía a punto de hablar, pero Voldemort lo interrumpió, avanzando hacia Harry con una expresión casi pensativa.
—Es interesante, Potter —dijo, sus ojos recorriendo la habitación con una extraña mezcla de satisfacción y cálculo—. Tal vez tienes razón. Tal vez debería considerar ser el próximo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Después de todo, he demostrado ser... bastante competente en el área. —Voldemort sonrió, pero esta vez no había crueldad en su expresión, sino algo que parecía extrañamente humano.
Dumbledore, sin embargo, no parecía estar convencido.
—Esto es una locura, Harry —advirtió—. Hogwarts no puede aceptar a alguien como él...
Voldemort levantó una ceja, casi divertido.
—Albus, ¿cuál es el problema? —preguntó con suavidad—. Después de todo, todos aquí sabemos que tu plan original era lanzarnos a todos a una guerra. ¿Acaso te preocupa que no sea la solución que esperabas?
Dumbledore se quedó en silencio, sus ojos fríos pero claramente perturbados. La situación se estaba saliendo de su control, y aunque no lo admitía, algo en la evolución de Voldemort lo estaba desconcertando profundamente.
. . .
Mientras Dumbledore abandonaba la habitación, claramente frustrado, el ambiente en la Mansión Prince cambió. Voldemort, ahora cada vez más humano, parecía aceptar la sugerencia de Harry de enseñar, aunque con un toque de arrogancia. Bellatrix, observando desde un rincón, parecía entre confundida y fascinada por este cambio en su maestro.
Snape, por su parte, observaba a Voldemort con ojos calculadores. Él también estaba empezando a notar algo distinto en su antiguo maestro, algo que no estaba seguro si consideraba una mejora o una amenaza.
Nagini siseó suavemente al oído de Harry en parsel, recordándole que no todo era lo que parecía. Pero, por ahora, Voldemort estaba cambiando... y con ello, el futuro de la guerra también parecía estar tomando un rumbo inesperado.
ESTÁS LEYENDO
Alguien a quien llamar papá
Hayran KurguEs quinto año. Voldemort está furioso, entonces decide darle donde más le duele a Harry. Con Granger. Aclaración: Severus en rol como padre.