Elara.
Desperté con una sensación extraña. No sabía dónde estaba, pero el suave tacto de las sábanas no era familiar. Mi cuerpo estaba cansado, pero no en el estado agonizante en el que había caído tras el ataque del vampiro. Mi muñeca, aunque aún dolorida, ya no sangraba. Mi piel, que había sentido el frío de la muerte, ahora estaba tibia.
Abrí los ojos lentamente, con miedo de enfrentar lo que me rodeaba. Al principio, solo vi las sombras suaves de una habitación oscura, iluminada tenuemente por la luz de la luna que se filtraba por las pesadas cortinas. El ambiente olía a flores y algo más... algo como especias y sangre. El aire era denso, cargado de una sensación extraña, casi hipnótica.
Cuando mis ojos finalmente se ajustaron a la penumbra, lo vi. Dante estaba allí, de pie, observándome desde el rincón de la habitación. Su figura alta y firme parecía casi una sombra inmóvil, pero sus ojos... esos ojos rojos como el fuego del infierno, me miraban con una mezcla de preocupación y desconfianza.
Mi corazón dio un vuelco. ¿Qué hacía él aquí? Su tensión era palpable, como si estuviera debatiéndose internamente. Intenté moverme, pero el simple movimiento de girar mi cuerpo sobre el colchón fue suficiente para captar su completa atención.
—Estás despierta —dijo, su voz baja y suave, pero con un filo que no podía ignorar. Dio un paso hacia mí, y cada músculo en mi cuerpo se tensó, aunque su mirada no era amenazante. Había algo más, una especie de conflicto que no lograba descifrar.
Intenté hablar, pero mi garganta estaba seca. Mi mente daba vueltas, intentando recordar lo que había pasado antes de caer inconsciente, pero las imágenes eran borrosas: la sangre, el dolor, los colmillos del vampiro desgarrando mi piel. Cerré los ojos un momento, tratando de calmar el miedo que empezaba a formarse en mi pecho.
Dante se acercó más, sus pasos insonoros sobre el suelo de piedra. Se detuvo al borde de la cama, su sombra cubriéndome como una amenaza y un refugio al mismo tiempo. Me miraba intensamente, como si intentara ver más allá de mi piel, de mi corazón, como si buscara algo dentro de mí.
—Has sanado demasiado rápido —murmuró. Sus palabras estaban cargadas de desconfianza, pero también de algo más. Algo que me erizaba la piel. Se agachó un poco, sus ojos ahora más cerca de los míos. —No eres una humana normal, Elara.
El impacto de sus palabras me dejó sin aliento. ¿Cómo lo sabía? ¿Había visto algo? Mis manos temblaban bajo las sábanas, y mi instinto me gritaba que lo negara, que lo evitara, pero la mirada de Dante era feroz, como si ya hubiera llegado a su propia conclusión.
—No... no sé de qué hablas —mentí, mi voz apenas un susurro. Lo odiaba por hacerme sentir vulnerable, pero peor aún, lo odiaba por hacerme sentir deseada por alguien tan peligroso.
Dante sonrió ligeramente, pero no era una sonrisa cálida. Era sombría, llena de un conocimiento que yo aún no comprendía del todo.
—Tu sangre... —dijo con voz grave, casi ronca. Vi cómo sus ojos descendían desde mi cuello, hasta donde el vampiro me había mordido. —Es demasiado dulce. Demasiado irresistible, incluso para mí.
Lo miré con incredulidad, mis labios se entreabrieron. No sabía qué decir. Había sentido el deseo de los vampiros por mi sangre antes, pero que el mismo Dante lo admitiera... algo en mi interior se agitó. Había una tensión entre nosotros que no podía ignorar, una atracción oscura y peligrosa que me asfixiaba.
Dante se acercó aún más, sus dedos rozando el borde de las sábanas que me cubrían. Sentí su cercanía como una chispa eléctrica recorriendo mi piel, y por un instante, vi en sus ojos algo más que simple desconfianza. Había deseo, puro e innegable.
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El legado de Elara
Vampire"¿Qué harías si tu corazón y tu destino estuvieran en manos de tu enemigo?" En un reino dominado por vampiros, Elara es una joven humana proveniente del del linaje de las ninfas del mar. Atrapada entre el deseo y el peligro. Con la luna llena acercá...