𝟝

89 6 1
                                    


NARRADOR OMNISCIENTE


El gran salón del castillo estaba lleno de una atmósfera densa y opresiva, una combinación de lujo gótico y una fría severidad que reflejaba la naturaleza del reino vampírico. Las paredes, adornadas con tapices oscuros y estandartes de la familia real, resonaban con ecos de murmullos y pasos apresurados. En el centro, una larga mesa de obsidiana dominaba el espacio, rodeada por el Consejo Vampírico, un grupo de figuras imponentes en trajes de corte sutilmente decorados con plata y joyas.

Elara, encadenada y escoltada por dos guardias, fue empujada hacia el centro de la sala. Su corazón latía con fuerza, cada paso resonando como un tambor en su pecho. Los ojos del Consejo la observaban con una mezcla de curiosidad y desdén. Había algo en el aire, una tensión palpable, mientras esperaban que Dante, el rey vampiro, tomara su lugar al final de la mesa.

Finalmente, Dante apareció, su presencia imponente llenando la habitación con un aura de autoridad. Sus ojos rojos brillaban con un fuego interno, y a pesar de su apariencia fría, había una intensidad en su mirada que no podía ser ignorada. Elara no podía evitar sentir un temblor de ansiedad y, sorprendentemente, una chispa de atracción involuntaria que intentaba reprimir.

Elara estaba atónita, no podía creer que el hombre que había estado torturándola y al mismo tiempo con tanta piedad y delicadeza, era el Rey. El Rey, quien con sus siglos de vida, arrasó reinados, provocó guerras y desmanteló caos. Es él. Que ahora gobierna todo un Reino con humanos a su merced. Es él quien odia a la raza marina. Y entonces, Elara temblando, supo que estaba más en peligro que nunca.

Dante se acomodó en su trono de ébano, su mirada fija en Elara. Los murmullos cesaron a su llegada, y un silencio respetuoso se estableció. Con un gesto, ordenó que Elara se acercara a la mesa del Consejo, donde los vampiros se estaban preparando para decidir su destino.

El primer consejero con su voz profunda, habló.- Elara, la humana que ha sido atrapada en posesión de una reliquia de los antiguos. ¿Qué tienes que decir en tu defensa?-

Elara se inclinó hacia adelante, sus cadenas tintineando, y levantó la vista, desafiando a los miembros del Consejo. No se movió más, no articuló palabra. Solo observaba, sin entender porqué le pasaba esto a ella, que no había hecho daño a nadie. La historia se la conocía porque de pequeña le tocó vivirla, pero lo que no tenía claro era porqué los vampiros le tenían tanto odio.

Un guardia real se acercó a Elara y la agarró bruscamente del brazo haciendo que se estremeciese.

-¡Habla humana!-  Le gritó.

Un golpe fuerte en la mesa les hizo a todos mirar al Rey, quien estaba de pie, furioso e hiperventilando. Puso sus manos en la mesa y se dirigió al guardia.

-Quien le ponga una mano encima, se la arrancaré.- Sentenció.

El guardia la soltó de golpe y se apartó volviendo a su lugar correspondido.

Elara, sorprendida por la protección y sabiendo que no podría revelar mucho sin comprometer a su gente, intentó hablar manteniendo la compostura.

-No tengo nada que decir. No he hecho nada malo. Solo... he sobrevivido.-

Un murmullo de descontento recorrió la sala. Otro consejero, con voz severa habló.-Esa reliquia que llevas es un artefacto de gran poder, se dice que tiene la capacidad de traer de vuelta a las sirenas al mar y desafiar nuestro reinado. ¿Cómo ha llegado una humana a poseer algo tan valioso y peligroso?-

Elara sintió un nudo en el estómago. La verdad sobre el artefacto y su importancia no debería ser revelada. Mientras pensaba en cómo responder, el rey Dante se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una intensidad que parecía penetrar en su alma.

Con tono calculador, soltó.- Elara, no puedo ignorar la magnitud de la amenaza que representas. Sin embargo, nuestro consejo debe considerar la posibilidad de que no tienes control total sobre lo que posees.-

Un susurro de conversación emergió entre los miembros del Consejo, y el ambiente se volvió aún más tenso. El tercer consejero con su voz firme sentenció.-Podemos no saber contra quién conspira esta humana, pero su posesión de una reliquia antigua y peligrosa es suficiente para dictar su condena. Propondría su ejecución.-

Elara sintió un escalofrío recorrer su espalda. Miró a Dante con desesperación, esperando que él interviniera. Sin embargo, el rey permaneció en silencio, observando la deliberación con una mirada inscrutible.

Todo el consejo de la mesa comenzó a deliberar. ¿Porqué jugársela dejándola viva? ¿Y si está conspirando con más personas? Si no fuera así, ¿Qué hacía con la reliquia? 

Dudas. Todo eran dudas y muchos lo tenían claro. Ante el miedo, la ejecución.

Finalmente, Dante se levantó de su trono, y el silencio se hizo de nuevo. Su presencia en la sala era imponente, y todos los ojos se posaron en él. Con un gesto de su mano, ordenó que se suspendiera la votación.

Y con su voz poderosa, habló.- Este castigo es inapropiado. Elara no solo debe pagar por su transgresión, sino que también debe ser vigilada de cerca. Me ocuparé personalmente de su custodia.-

Elara sintió una mezcla de alivio y terror. ¿Qué significaba esto? Los miembros del Consejo se miraron entre sí, algunos con desdén, otros con incertidumbre. Finalmente, algunos aceptaron la decisión del rey con un murmullo de conformidad. Otros, disconforme, deseaban acabar con Elara.

Dante la miró y suavemente dijo.- Tu castigo será trabajar en el castillo bajo mi supervisión. Tendrás acceso a nuestras instalaciones, y tus acciones estarán bajo mi vigilancia constante.-

Elara no podía ocultar su sorpresa y preocupación. Sabía que esto no significaba necesariamente un respiro, pero también era consciente de que estar cerca de Dante podría ofrecerle una oportunidad para planear su próxima jugada. Escapar. Huir lo más lejos posible. 

¿Estaba segura en ese castillo? Sabía que no. Sabía que sospechaban de ella. Sabía que era una bolsa de sangre con patas y que ellos no tenían corazón. ¿Todos eran igual de leales ante el Rey?

Mientras los guardias la llevaban fuera del salón, Elara no pudo evitar sentir el peso de la mirada de Dante sobre ella. La tensión en el aire era casi palpable, y, a pesar de su odio hacia los vampiros, no podía negar que había algo en el rey que la atraía de manera perturbadora.

Dante, una vez más solo en su trono, observó la partida de Elara con una mirada introspectiva. Su deseo de mantenerla cerca no era solo una cuestión de vigilancia; había algo más, una atracción que no podía ignorar. Mientras el salón se vaciaba y el eco de las discusiones se desvanecía, Dante sabía que Elara tenía un papel mucho más significativo en su vida y en el destino del reino de lo que él mismo había previsto.

*******************************************************************************

Bueno. Bueno. Bueno.

Espero que os esté encantando porque no sabéis lo que viene... ESTOY MUY ANSIOSA.

Dadme mucho apoyo porque es mi primer libro y me gustaría saber que pensáis sobre los personajes actuales. 

AHORA SI, DISFRUTAD MIS NIÑOS.

EMPIEZA LO BUENO. Coged palomitas.

inst. 


El legado de ElaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora