señor prohibido, tom kaulitz ✓

𝓒ap. 14

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c a p  14

Tom Kaulitz.

El timbre del primer receso sonó y todos empezaron a guardar sus cosas y esperaron que yo les diera la orden de poder salir.

—Salgan —dije mientras borraba la pizarra. Todos se pusieron de pie y empezaron a salir—. Señorita Becker, quédese, por favor —me di la vuelta y miré a Juliette fijamente.

—Ahora no puedo, profesor —soltó y comenzó a caminar hacia afuera.

—Becker, si usted no se queda, me veré en la penosa obligación de restarle puntos en la conducta —mencioné para ver si así se quedaba.

Ella suspiró y se dio la vuelta para verme. Ambos estábamos solos, pues todos los demás ya habían salido. Me acerqué a Juliette y quedamos frente a frente.

—Tom, ya te dije que si es de... eso, no quiero hablar contigo —explicó ella con la cabeza baja.

—No te preocupes, Juliette, que no tiene nada que ver con eso —apenas dije eso, ella levantó la mirada y me vio.

—¿Entonces de qué es?

Juliette era bajita, por lo que tenía que bajar la cabeza para verla y ella tenía que levantarla para mirarme.

—¿Qué tienes? Tu padre me dice que tus notas han bajado significativamente, Juliette. Tú no eres así. Tú eres la mejor alumna del salón. ¿Qué pasa?

—Nada, mi papá está loco.

—¿Sabes que no? Porque tus notas han bajado en todas las materias; excepto en las mías. Tus notas más altas son en Literatura y Física.

—Bueno, no sé... Tal vez se me da más eso.

—No, Juliette. Tú eres una niña muy aplicada. ¿Qué pasa, preciosa? —llevé mi mano a su mejilla y la acaricié.

Ella tomó mi mano, pero no la quitó. Acarició mi mano levemente y después habló.

—Yo... no lo sé, simplemente no tengo los mismos ánimos de antes. Me cansé de solo estudiar, estudiar y estudiar. Sólo hago eso y ahora quiero divertirme.