señor prohibido, tom kaulitz ✓

𝓒ap. 21

Juliette

El timbre sonó, pues ya habían pasado las dos horas de Literatura. Todos empezaron a guardar, pero yo me quedé quieta. No hice nada, ni siquiera copié lo de la clase.

—Juliette, ¿estás bien, qué tienes? —Se acercó Cameron, poniéndose de cuclillas frente a mí.

—Déjala sola. Necesita estarlo —habló Sarah mientras terminaba de guardar sus cosas, para después imitar la acción de Cameron—. De igual manera, ¿quieres que te dejemos sola o qué?

—Sí, quiero estar sola, por favor...

—Bien. Apúrate, mosca —Sarah le pegó un pequeño golpecito en el brazo a Cameron y ambos se pusieron de pie.

Todos salieron del salón, solamente quedamos Tom y yo. Yo miraba a la nada en la pizarra, pero de reojo podía ver cómo Tom no dejaba de mirarme.

—Juliette, ¿estás bien? —Se dignó a preguntar cuando terminó de guardar sus cosas—. ¿Te pasa algo?

Negué. No quiera estar con él, mucho menos hablarle después de todo. ¡Tenía esposa, por Dios! ¿Cómo pude haber hecho eso?

—¿Te parece si vamos a la oficina? —cuestionó, acercándose a mí.

Simplemente me encogí de hombros, ni siquiera me importaba.

—Te espero ahí —Me dio un beso en la frente y salió del salón.

Quería gritar. Quería gritar muy fuerte y sacar todo esto que tenía, pero no podía. Nadie debía saber qué me pasaba y por qué estaba así. De hecho, estoy consciente de que no estoy disimulando mucho, pero saber que tiene esposa es impactante.

Después de un rato me puse de pie y salí del salón, directo a la oficina de Tom. ¿Qué más daba si iba o no?

Llegué y volví a pensarlo, pero al final di dos toques en la puerta. Escuché que Tom desde adentro dijo "siga", así que abrí la puerta.

Entré y cerré la puerta detrás de mí, estaba vez sin seguro.

—Princesa, por fin viniste —se acercó a mí y me dio un abrazo—. No cerraste la puerta —Desafortunadamente lo notó y él mismo le puso el seguro.

No dije ni una palabra, simplemente me quedé observándolo sin decir nada ni hacer nada.

Al estar ya la puerta con seguro, Tom volvió a mí y me sujetó de la cintura para comenzar a besar mi cuello, tenía que inclinarse un poco puesto que yo era un poco más baja que él.

Ladeé mi cabeza dándole más acceso, pero no hice nada más. Sí estaba enojada, pero sus besos en mi cuello me encantaban.

Empezó a caminar hacia el escritorio y al tenerme sujeta de la cintura, yo también me movía. Me cogió de la cadera y me subió en el escritorio.