CAP 38

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Había pasado un mes. Estas semanas habían sido tranquilas. Daniel y yo habíamos encontrado el departamento perfecto para nosotros y nuestro pequeño o pequeña tesoro. Estas semanas habían sido tranquilas y normales, si se puede decir. He estado asistiendo a clases normalmente a pesar de mis dos meses de embarazo. Nadie, aparte de mi familia y amigos, sabía que yo estaba embarazada.

Mis papás ya se habían enterado. Mi mamá, por un momento, se sintió mal, lo sé, lo pude ver en su cara, pero le dije que no dejaría mis estudios. Solo le quedó felicitarme y decirme que apoyaría a ese bebé y a mí en todo momento. Mi papá se puso a llorar, según él, porque su hija ya no era una bebé. Estaban tristes por no poder estar en estos momentos, pero sé que estaban teniendo problemas con la empresa de allá, así que lo dejé pasar.

Daniel ha sido el novio y padre perfecto. Todas las mañanas, antes de irnos, se quedaba con nosotros a desayunar y luego nos llevaba al colegio, para después irse a sus pasantías. Estaba trabajando en una de las empresas de su padre, cumpliendo sus pasantías y, al mismo tiempo, ganando más dinero para nuestro bebé. Todos los días tenía síntomas de embarazo y muchos antojos que él cumplía.

Mis hermanos, bueno, Andrés y Javier, venían a visitarme todos los días con sus parejas. Sí, Andrés y Emma eran novios, por fin. Julián, por el momento, no me ha venido a visitar y eso me hace sentir mal.

Por otra parte, el tema que también me hace sentir mal es que Mariana y Daniel habían hablado, y no sé cómo Mariana convenció a Daniel de que ese bebé era suyo, según ella. Daniel se estaba haciendo cargo de ese bebé, cosa que no debía. A veces, incluso, estaba conmigo y tenía que irse a ver a Mariana por ese bebé que no era suyo, pero Emma y yo teníamos un plan para que su máscara cayera.

— ¡Bebé, el desayuno está listo! —gritó Daniel desde la cocina.

— ¡Ya voy! — Yo estaba en el cuarto terminando de arreglarme, pero sabía que iba tarde, así que me puse lo primero que encontré.

Un pants gris con una sudadera ancha para poder ocultar mi barriguita.

Un pants gris con una sudadera ancha para poder ocultar mi barriguita

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( Imaginemos que tiene una sudadera ancha y larga)

Subí un momento la sudadera y me tomé una foto en el espejo. Mi barriga, a pesar de mis dos meses, era grande. Muchos decían que era porque era un niño. Según Daniel, era una niña. Yo solo esperaba que mi bebé estuviera bien. Cuando terminé de tomar la foto, bajé a la cocina.

Daniel se acercó y se colocó a la altura de mi barriga.

— Hola, mi tesorito bonito.

— Ya quiero que se mueva —dije mientras acariciaba su cabello.

— Pronto, bebé. Toma asiento, ya te llevo el desayuno.

Fui a la mesa y me senté.

— Hablé con mi padre, ya encontramos la casa, solo tenemos que remodelarla y listo

Daniel y yo habíamos alquilado este departamento mientras estaba en gestación. Cuando nuestro bebé naciera, iríamos a vivir a una casa.

— Me parece bien amor

— Toma, tu comida mi Linda bebé —se acercó y coloco los dos desayuno y se sentó

— ¿Qué harás hoy, amor?

— Iré al trabajo. Cuando salga, pasaré por la universidad a mostrar cómo van mis pasantías y luego iré a ver a Mariana y a mi bebé. ¿Por qué la pregunta? —Rodé los ojos.

— Quería ir contigo a ver cosas de bebés, pero iré con Emma.

— ¿A qué hora quieres ir?

— En la tarde, cuando salga del colegio.

— Te mandaré un chófer y te daré mi tarjeta.

— No la quiero, pagaré con la mía.

— Pero, Vero, es mi hijo. Quiero que pagues con mi dinero.

— Parece que no, toda esta semana has estado con Mariana y eso a mí y a mi hijo no nos gusta.

— No seas egoísta.

— No es egoísmo.

— Ya hablamos del tema. Me voy al trabajo —se levantó y colocó su plato en el fregadero.

— ¿Y me dejarás?

— Tengo que pasar a comprar unas pastillas que necesita Mariana.

— ¡Mariana, Mariana, Mariana! ¡Todo es Mariana!

— Deja de gritar, te vas a alterar.

— ¡Así es la única manera de que te importe!

— Dios, se me olvida que eres una niña.

— Pues lo lamento mucho, pero tenías la opción de dejarme. —Me estaba aguantando las ganas de llorar. Debido al embarazo, todo me alteraba o todo me ponía triste.

— ¿Crees que dejaría a mi hijo?

— ¡Es que eso es lo que te importa, tu hijo! —empecé a llorar—. ¡A ti ni siquiera teimporto! —Me levanté de la silla, pero sentí un horrible dolor en mi vientre—. ¡Ahh!

— ¡Vero! —Daniel me cargó y fue conmigo hasta el mueble—. Espérame ahí, llamaré a una ambulancia.

— No, estoy bien.

— No estás bien, acabas de quejarte.

— Lo estoy, solo fue un pequeño dolor.

— No importa, igual iremos. Iré por tus cosas y nos vamos.

— Ya te dije que no, tengo que irme. Tengo un examen importante y no puedo llegar tarde.

— Te llevaré.

— No quiero.

— Bebé, perdóname, por favor.

— Daniel, es que a veces siento que solo te importa el bebé, que si no fuera por él, ya no estaríamos juntos.

— No digas eso. Claro que tú me importas y nunca dejaré que te vayas de mi lado. Es solo que, cuando te alteras, quien sale más afectado es el bebé. Pero te amo, mi cerecita enojona.

Por primera vez, Daniel me había dicho "te amo".

— Me dijiste "te amo".

— Yo... Sí, lo hice.

— Nosotros también te amamos.

Nos abrazamos y nos besamos con mucha pasión, donde reinaba el deseo.

— Lo mejor será detenernos, tengo examen, pero en la noche seguimos.

— No seas traviesa, sabes que no podemos. No quiero lastimar a nuestro bebé.

— no lo lastimaras— me sente en su regazo— solo lo visitaras—

— no tientes al diablo

— a mi me encanta jugar con el

— pues deja de jugar y vamonos— me dio una nalgada

— ay!, amor si esas son las nalgadas que le darás a nuestro bebé recuérdame alejarlo de ti

— como si no te encantara

— la verdad si, pero a nuestro bebé no

Nos reímos, para luego levantarlos y salir....

!El Sexy Amigo de Mis Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora