CAP 40

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- Emm, ¿puedo ir a tu casa?

Después de la discusión que Daniel y yo tuvimos, vine a la habitación de invitados con Emma.

- ¿Mi casa? Vero, más bien me quiero ir yo de ahí.

- ¡Ya sé!

- ¿Qué se te ocurrió?

- La mansión, nadie está allá, podemos irnos.

- ¿En serio le dejarás el camino libre a esa con Daniel?

- Que hagan lo que quieran.

- Sé que te estás haciendo la fuerte. Ven aquí -Emma me había abrazado.

- Ella está dañando todo lo que he hecho para tenerlo.

- ¿Y tú vas a seguir dándole esa oportunidad?

- Quiero que me ayudes a que se le caiga la máscara.

- Pues, el que viva aquí te sirve.

- De igual manera me iré, necesito unos días para mí.

- Te acompañaré por esos días.

- Podemos salir a fiestas y hacer todo el desmadre que hacíamos antes.

- Vero, estás embarazada.

- No tomaré, solo bailaré y disfrutaré.

- Sabes que tu barriga es muy notable, ¿verdad?

- No tienes que recordármelo, pero por fa, vamos, déjame vivir solo por ese momento mi juventud. Cuando mi bebé nazca, solo serán biberones y pañales.

- No lo sé, si tus hermanos o Daniel se enteran de que te acompañé, me matan.

- No lo harán, diré que fue mi culpa -puse mis ojitos de gatito.

- Estás bien terca.

- Gracias, Emm.

Luego de eso, me quedé dormida en sus brazos, hasta que me desperté a las 3:00 de la madrugada y bajé a la cocina por agua y un antojito madrugador.

Estaba bebiendo agua cuando una voz me dio un buen susto.

- ¿Cerecita? -salté del susto.

- ¡Joder, qué susto!

- ¿Qué haces aquí?

- ¿Dah, tomando agua?

- Siempre estás sarcástica.

- Lo lamento, así soy.

- ¿No podías dormir?

- Vine por agua y un antojito, ¿y tú?

- Por agua, no he podido dormir.

- Qué mal por ti.

- Gracias por tu cariño.

- A tu orden -Daniel rodó los ojos.

- ¿Cuál es tu antojo? -se levantó de la silla del mesón y se acercó a donde estaba yo.

- Leche chocolatada con banana y cereal.

- Ven, te lo prepararé. Espérame en nuestra habitación, ¿sí? -me dio un beso en la mejilla.

- Ja, claro, el deber de consentir a tu hijo. Quieres engañarme para que vaya a dormir en la habitación, manipulador.

- Pero, bebé...

- No, pero sí hazme mi antojito. Iré a esperarlo en el sofá.

- Eres traviesa.

- Y así te saldrá el hijo, por quejarte tanto.

Me fui a esperarlo al sofá, y en menos de tres minutos me dormí.

- Bebé, aquí... -hizo una pausa- te ves tan linda -dejó el tazón en la mesita y se agachó a la altura de mi barriga y empezó a acariciarla-. Hola, tesorito, soy papi. ¿Cómo te estás portando? ¿Tienes hambre, cierto? Mami se quedó dormidita para que te alimente. Mi lindo bebé, sabes que te amo, que a pesar de que a veces meta la pata, tú y tu mami son mi vida entera. No quiero que jamás dudes de eso. Aquí vendrá a vivir tu hermano y espero que cuando nazcan se lleven bien -le dio un beso a la barriga-. Vamos a despertar a mami para que comas. Amor, despierta -me acariciaba la mejilla-. Bonita.

- Mmm.

- Despierta, aquí está tu comida.

- ¿Mi comida?

- Sí, linda -me acomodé mejor para poder comer.

- ¿Quieres que te la dé?

- Sip -Daniel rió y luego agarró el tazón.

- Abre la boquita, bonita -abrí la boca-. ¿Está rico?

- Sí, es muy rico.

- Últimamente tus antojos ya no son tan raros.

- Sí, ahora solo son cosas dulces o picantes.

- Sí, pero el doctor te ha dicho que el picante no es bueno consumirlo.

- Sí, y odio el picante, pero a veces me dan ganas de comerlo.

- Eso es normal, amor -me dio otra cucharada-. Amo el puchero que haces cuando comes. Sabes, desde que estás embarazada, has estado más mimada y muy tierna.

- Tierna y todo lo que quieras, pero aún así te puedo mandar a la verga.

- Esa boquita tuya no cambia.

- Me crié con tres hombres, ¿qué esperabas?

- Pero tienes que cambiar eso, ahora eres mamá.

- Sí, está bien -me puse a llorar.

- Ey, no, bebé, lo siento.

- Me regañaste muy feo.

- No, mi amor -me abrazó fuerte-, yo no quise hacerte sentir mal. ¿Me perdonas?

- Sí, pero llévame con Emma, ya tengo sueño.

- ¿No quieres dormir conmigo?

- Está bien, pero vamos.

- Me haces el hombre más feliz -me dio un beso cuando estábamos subiendo las escaleras-. Te amo.

- Yo te amo más.

- No más que yo.

- Claro que sí -llegamos a la habitación, Daniel me coloco en la cama y nos abrazamos para dormir juntos.

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!El Sexy Amigo de Mis Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora