CAP 37

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Sentía dolor, pero no físico, sino emocional. Mi hermano, el que tanto me cuidaba, me dijo cosas que realmente me hirieron, como decirle a una madre que aborte a su bebé. En tal caso, mi bebé no tenía la culpa, ni siquiera sabía cómo era este mundo, un mundo un poco cruel y con una realidad bastante dura. Sé que mis papás y mis hermanos han tratado de cuidarme siempre, y eso lo agradeceré toda mi vida, pero a veces hay que dejar que los hijos aprendan solos.

El olor a hospital me tenía mareada. Hace 20 minutos había despertado y Daniel llamó al doctor. Él dijo que se me había subido la presión y que estaría ahí unos dos días, lo cual no me gustó para nada. Mis hermanos estaban en la sala de espera, bueno, solo Andrés y Javier, al igual que Emma y Sebas. Me querían y se preocupaban, eso me reconfortaba, pero me dolía saber que Daniel la estaba pasando mal con todo esto.

— Nos iremos a vivir a un departamento aparte.

— ¿Qué?

— Sé que no te quieres ir de tu casa, pero no dejaré que te hagan daño. Tampoco te prohibiré que veas a tu familia o amigos, pero mientras Julián piense así, no lo quiero en nuestra casa.

"Nuestra", qué lindo sonaba eso.

— ¿No se preocupó por mí?

— No, Verónica, no lo hizo.

— Tampoco tienes que hablarme así.

— Disculpa, solo... — En ese momento, entraron mis dos hermanos a la habitación.

— Hola — dijeron los dos al mismo tiempo.

— Los dejaré solos. ¿Necesitas algo?

— Quiero helado.

— No puedes comer helado ni nada dulce por el momento.

— Pero...

— Ya dije que no.

— Está bien — bajé la cabeza. Sabía que estaba enojado, pero no era mi culpa.

— Me retiro, luego hablaré con ustedes — se fue.

Los vi a los dos y empecé a llorar.

— Lo siento, lo siento mucho. Sé que los defraudé y tal vez ya no me quieran, pero es mi bebé y no me arrepiento de nada.

— Ey, calma, todo estará bien — de los tres, Andrés siempre ha sido el más cariñoso conmigo.

— Pero es que ahora no soy su bebé.

— No seas tonta, enana, siempre serás nuestra bebé. Lo que hiciste no es del todo correcto, y lo sabes, pero no podemos hacer nada, solo tenemos que apoyarte y darle amor a nuestro sobrino.

— Gracias, Javi — estiré mis brazos y ellos dos se acercaron con sumo cuidado para abrazarnos.

— ¿Les dirás a nuestros padres?

— Sí, pero no creo que sea el momento.

— Pues solo falta un mes para que lleguen. Si les dices ahora será mejor, o si no, cuando lleguen se llevarán la mayor sorpresa.

— Lo pensaré. Otra cosa, ¿no saben nada de Julián?

— Solo que Daniel lo echó de la casa y después no apareció.

— ¿Ni siquiera llamó para saber cómo estaba?

— No, Vero, pero por ahora concéntrate en el bebé. El doctor nos dijo que tienes que hacer reposo.

— Sí, pero igual seguiré asistiendo a la escuela.

— No, creo que sea lo mejor.

— Lo sea o no, mis estudios no se pasarán. De igual manera, ya casi termino el semestre y me gradúo de la preparatoria.

— ¿Ya sabes qué estudiarás?

— Modelaje o diseño de moda.

— Sea lo que sea, te apoyaremos.

— Gracias, muchas gracias.

— Nos retiramos para que descanses — en ese momento, Daniel entró a la habitación.

— No, esperen, quiero hablar con ustedes.

— Dinos.

— Verónica empezará a vivir conmigo en un departamento aparte.

— No creo que sea lo correcto.

— ¿Por qué?

— Te la pasas estudiando y vas al club, ¿dónde queda tiempo para ella?

— Ustedes pueden ir a cuidarla y también asignaré a una enfermera para que la cuide.

— ¡No quiero enfermeras!

— Cerecita, la tendrás por tu bien.

— ¡No quiero!

— Hermanita, es por tu bien.

— No, de verdad, no quiero otra mujer en mi hogar.

— Daniel, ¿y si contratas a un enfermero? — Javier sabía que Daniel era celoso, y más ahora que viene su bebé.

Daniel me miró. Sabía que no estaba de acuerdo, lo celoso que es no le permitía ver la idea como la mejor opción, pero aun así, iba a hacer lo que mis caprichos y yo quisiéramos.

— Está bien, pero tendrás vigilancia también.

— Pero...

— No quiero más peros, descansa. El doctor dijo que debes descansar.

— Sí, mejor descansa.

— Adiós, hermanita — Daniel también se iba.

— ¿A dónde vas?

— Tengo que buscar el departamento y pagar algunas cosas.

— No quiero estar aquí sola.

— No lo estarás, afuera hay personas que cuidarán de ti.

— Pero nosotros te queremos a ti.

Si alguien me hubiese dicho hace meses que estaría así, me hubiera reído en su cara.

— Bebé, tengo que solucionar eso.

— Estás enojado, ¿cierto?

— Sí, Cerecita, pero no por ti, sino porque todo esto es mi culpa. Si hubiese sabido lo que sentía por ti antes, si me hubiese puesto un preservativo, si tal vez hubiese sido valiente y les hubiera dicho todo a tus hermanos por mi cuenta, yo solo...

— No, mi amor, no es tu culpa — empecé a llorar.

— Ey, bonita, ¿por qué lloras?

— No lo sé, es culpa de tu hijo.

Se ríe.

— Ey, mi tesorito — acarició mi barriga y se acercó a ella — no hagas que mamá se sienta mal. Tu mami es muy caprichosa, ¿sabes cuántos dolores de cabeza tendré con ella?

Le di un golpecito en la cabeza.

— Auch, ¿lo ves? Por eso colabórame, por favor.

— Eres un tonto.

— Pero este tonto te dejó embarazada, y ahora estarás atada a mí por siempre.

— Quédate con nosotros, luego escogemos el depa.

— Está bien, mi niña linda y caprichosa.





Nos vemos
El próximo
Fin de semana

!El Sexy Amigo de Mis Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora