CAP 2

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Era el 3 de julio y mi mamá estaba en la clínica pujando para que yo naciera. Puede que durante el embarazo no di problemas, pero al salir sí los di, porque por más que mi mamá pujaba, yo no salía. Así que le tuvieron que hacer una cesárea.

Cuando mis papás vieron que era una niña, su alegría se desbordó. Para explicarlo mejor, ellos decidieron no saber mi sexo porque pensaban que sería un niño, así que les di una sorpresa.

Cuando nací, la noticia de que otro miembro había llegado a la familia Medina fue tendencia, especialmente por ser niña. Las revistas y periódicos no paraban de hablar de mí, pero mis papás no querían que la noticia saliera tan rápido ni que mostraran mi cara al mundo. No sé por qué, ya que soy hermosa. Sí, puede sonar egocéntrico, pero es la verdad; al menos eso me dicen mis hermanos, mis papás y medio mundo.

Cuando mis hermanos me vieron, quedaron encantados conmigo. Siempre decían que me iban a proteger y que jamás permitirían que nadie me hiciera daño mientras ellos estuvieran vivos. Tanto fue así que decidieron practicar boxeo para asegurarse de que nadie me lastimara.

Cuando cumplí 6 años, tenía muchos amigos y todos querían estar a mi lado. Aunque no soy tonta, sabía que la mayoría de esas niñas querían ser mis amigas solo para acercarse a uno de mis hermanos. Por otro lado, tenía un mejor amigo que le tenía miedo a mis hermanos, así que a veces, cuando iba a donde ellos, él no se me acercaba. Era un poco abrumador, pero tenía que acostumbrarme.

Al cumplir 14, mi cuerpo estaba cambiando. Tenía más trasero, mis pechos eran más grandes y tenía una cintura de ensueño. Amaba mi cuerpo; me sentía muy bien con él. Un día, Javier me dejó en la entrada de la preparatoria junto a Andrés, ya que tanto Javier como Julián estaban en la universidad. Solo Andrés era el que me cuidaba dentro de la preparatoria, y con él era más relajado; no se metía mucho con quién hablaba, aunque siempre estaba pendiente de que ningún idiota se aprovechará o me tocara de más.

Ese día, en educación física, uno de mis compañeros me tocó una nalga.

— ¿Qué te pasa, idiota? —fue mi respuesta. Algo que mi mamá siempre me decía era que tenía que controlar mi vocabulario, pero, vamos, vivo con cuatro hombres. ¿Qué esperaba?

— Estás muy buena como para verte saltando encima de mí, ¿no crees? —dijo acercándose demasiado para mi gusto.

— No seas imbécil.

— ¿Cómo te verías en cuatro, muñequita? —continuó él.

Salí corriendo. Odiaba que la gente me viera débil y salir corriendo de las cosas, pero él era mucho más alto que yo. Mido 1.40, ¿qué esperaban? Pero sabía quién podría defenderme, así que fui a su clase.

— Dress —así le decía cariñosamente—. Lo llamé desde la puerta y empecé a llorar, aunque en realidad quería llorar de rabia. Sabía que si Andrés me veía llorar, se enfurecería aún más. Sabía cómo manipular las cosas a mi manera, especialmente con ellos.

Andrés se acercó.

— ¿Qué pasa, princesa? —preguntó.

— Un idiota me tocó y dijo cosas muy feas de mí.

— ¿Qué dijo? —me abrazó.

— Dijo cómo me vería en cuatro, o saltando encima de él.

— Tranquila, princesa. Dime quién es y yo me encargo.

— ¿Puedes salir?

— ¿Qué importa? Esto es más importante —dijo y salió de la clase. Le señalé a lo lejos quién era.

— Bien, quédate aquí; yo resuelvo.

— Sí, Dress.

A lo lejos, vi cómo Andrés le rompía la boca a golpes a ese estúpido. Solo unos golpes más y ese idiota estaba escupiendo sangre. Y eso que todavía faltaban dos, especialmente Julián. Me estaba muriendo de la risa; se lo tenía merecido. ¿Cómo se le ocurrió decirme algo así? Cuando vi cómo Andrés se acercaba a mí, lo abracé (o bueno, intenté, porque él era mucho más alto que yo). Andrés me tomó de la mano y me llevó a dirección para explicar lo sucedido, pero aun así, el estúpido director lo expulsó durante tres días.

Puff, era un idiota. Mi hermano solo me defendió. Cuando los chicos llegaron a casa, vi cómo Andrés les dijo que tenían que hablar. Después de que cerraron la puerta, me coloqué detrás de ella y escuché cómo mis otros dos hermanos maldecían a mi compañero, diciendo su nombre y todo sobre él. Sé que si no se los decía, igualmente Andrés lo investigaría, porque era bueno con las computadoras, un perfecto hacker si era posible. Así que preferí que ellos solucionaran; no me gustaba ver a la gente sufrir ni mucho menos, pero cuando alguien se lo merecía y se metía conmigo, no me importaba nada.

Yo siempre supe que esos tres matarían por mí; incluso mi papá lo haría. Y sé que cuando se entere de lo que pasó, demandará a mi preparatoria. Por eso no les dije nada a ellos; preferí que mis hermanos se encargaran. Total, él se lo buscó.

!El Sexy Amigo de Mis Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora