CAP 27

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Había bebido mucho, mejor dicho, demasiado, pero aún estaba consciente de lo que pasaba en mi entorno.

En estos momentos estaba bailando muy pegada con un chico cuyo nombre ya se me había olvidado hace rato, así que no me interesaba. Solo estaba bailando. ¿Qué es lo peor que puede pasar? En serio, debo dejar de decir eso.

De repente, sentí cómo alguien me jalaba por un brazo.

-¿¡Qué carajos!? —exclamé.

—Nos vamos —dijo él.

—Daniel, tú no eres mi novio para decirme qué hacer y qué no hacer.

—Tu hermano me dejó a cargo de ti.

—Mejor ve a buscar a tu novia.

—Ella recibió una llamada y se fue.

—Que ella se haya ido no quiere decir que yo también lo haga.

—Solo vámonos.

—Por si no ves, estaba bailando.

—Carajo, ¿por qué eres tan terca?

—Porque sí.

—¿No tienes novio acaso?

—¿Qué tiene que ver?

—¿Sabe que estás bailando tan pegada a otro tipo? —pude sentir la molestia en su voz.

—Dios, está bien, me iré contigo.

—Pues muévete —empezó a caminar.

Cuando íbamos caminando, tropecé con un chico y mi mundo se paralizó. Era él, era mi ex. Tal vez no me recordaba; ojalá que así fuera.

—Maldita perra, ve por dónde caminas... pero mira quién es.

—¿Acaso sabes con quién hablas? —le dice una de las tantas chicas que estaban ahí.

—¿Con quién hablo? —lo dice de forma sarcástica.

—Con una Medina.

—No le tengo miedo. Sé perfectamente quién es, y no le tengo miedo —yo estaba totalmente paralizada, con lágrimas por toda mi cara—. Un Moreno jamás tiene miedo.

Los Morenos eran un apellido importante en la sociedad, pero no tanto como el mío o el de Daniel, aunque los Morenos y los Medina siempre han estado en conflicto.

—P... por f... favor, no me h... hagas nada —se me acerca de una manera amenazadora.

—Aléjate de ella —se escucha una voz masculina. El chico y yo volteamos y vimos a Daniel con cara de pocos amigos.

—Jiménez, apártate, no es asunto tuyo.

—No se te olvide que es la protegida de los Medina y mía también.

—¿Disculpa? ¿Tú ya no tenías una protegida? ¿No era tu novia?

—Te recuerdo que soy un nivel más avanzado. Si me da la gana, puedo tener dos. Además, es la protegida de los Medina y saben que ellos son el nivel más alto. No busques problemas donde no hay.

—Me paso por el culo si es la protegida de los Medina.

—No juegues con fuego, sabes que tengo el poder de acabarte a ti y a tu padre en un momento —lo ve y después vuelve su mirada a la mía y ve cómo estoy llorando.

—Dani, sácame de aquí —le pido llorando.

—Lo mejor será irnos —me agarra delicadamente de mis manos—. Vamos, Cerecita.

Habíamos caminado hasta el auto y entramos.

—Era él —digo entre llantos.

—¿Él quién?

—Él era... mi ex —empiezo a llorar y temblar al recordar todo lo que pasó.

—Ey, Cerecita —se quitó el cinturón y me jaló hacia él—. Tranquila, ¿sí? Estás conmigo, no pasará nada.

—Dani, no me dejes —lo digo hundiendo mi cara en su pecho fornido y olfateando todo ese exquisito olor.

—No lo haré, Cerecita.

—¿Puedo preguntar algo?

—Sí.

—¿Qué es eso de "protegida"? —saco mi cara de mi escondite y lo veo.

Él empieza a dar caricias en mi espalda—. Tus hermanos y yo pertenecemos a un club. Este club es de boxeo, claro, no es algo totalmente legal, pero ganamos dinero por solo boxear. Este club tiene ventajas y desventajas. Una ventaja de él es que protegen a alguien del cual tú quieras; por ejemplo, tus hermanos te protegen a ti, yo protejo a Mariana por el hecho de tener un ex re lovo, y ahora te protejo a ti.

—O sea, ¿que mis hermanos han estado frecuentemente con mi ex?

—No, tus hermanos ya no hacen parte del club, pero por respeto siguen teniendo el derecho de nunca tocar ni propasarse con su protegida.

—No entiendo nada.

—Tu ex llegó hace unos tres meses. Tus hermanos se salieron de eso hace un año, así que ellos no saben que él está ahí, y por lo tanto yo tampoco. Pero tranquila, que al romper una de las normas, lo castigarán o yo mismo lo castigo.

—Gracias, de verdad, muchas gracias —empiezo a llorar nuevamente—. Sabes, tuve miedo, mucho miedo.

—Tranquila, él nunca más te volverá a tocar.

—Dani, ¿y si me quiere tocar otra vez?

—No lo hará, no mientras yo y tus hermanos vivan.

—Me quería defender, pero me quedé paralizada... soy una idiota.

—No, Cerecita, no eres idiota, solo eres un poco vulnerable por la situación.

Empiezo a llorar, mis lágrimas caían y caían, y podía revivir todo lo que pasó. No sé todo lo que lloré, lo único que sentí fue cómo fui cargada del auto hasta una cama y sentí un beso en mis labios, cachetes y, por último, en la cabeza.





Acabo de empezar
Clases😩

Ya no subiré CAP tan
Seguido...



!El Sexy Amigo de Mis Hermanos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora