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Febrero
tick tock
Besarse con Hermione Granger implicaba besarse mucho menos de lo que Draco deseaba. La mayoría de las veces consistía en verla trabajar, desear besarla y que le dijeran que no, que no habría besos porque el Ministerio le pagaba por realizar su trabajo.
Tan malditamente responsable todo el tiempo.
Había empezado a volverle loco.
Después de la boda de Potter, se separó de ella más borracho por el recuerdo de su boca que por el champán que había bebido. Días después, cuando atravesó el Flu para reanudar su trabajo en la mansión, aquella confortable calidez se heló en su incómoda reintroducción.
—No deberíamos... ser amistosos. Mientras trabajo, —había dicho, evitando el contacto visual mientras permanecía junto a la chimenea.
Sonrió con satisfacción, dando un cauteloso paso adelante. Se le podía perdonar una pequeña falta de sensibilidad profesional, ¿no? Una vez que se acercó lo suficiente, a su órbita, fue como si un accio le atrajera el resto del camino. Pasó los dedos por su brazo, por su hombro, por su cuello, antes de enroscarlos en su pelo. Le resultaba familiar, natural, como si lo hubiera hecho mil veces y no solo una. Bajó la cabeza, con la voz baja, todavía sonriendo mientras saboreaba lo que sonaba como una respiración entrecortada y muy reacia.
—¿Amistosos? ¿Te besuqueas con muchos de tus amigos?
—Ya sabes lo que quiero decir, —dijo ella, rodeándole el torso con los brazos. Él no había planeado exactamente intentar seducirla en el salón en su primer día de vuelta, pero la idea de repente tenía un enorme mérito—. Estás siendo una distracción intencionada, —continuó ella.
Ella se agachó, pasó por debajo de su brazo y le rodeó.
—Necesito trabajar cuando estoy aquí, —dijo—. Nada de eso. —Hizo un gesto vago en su dirección.
—¿Nada de qué?
Molesto como estaba por la distancia que ella había puesto entre ellos, se sintió halagado por el cumplido tácito.
Dio varios golpecitos con el pie antes de contestar, no sabía si debía hacerlo o no sabía cómo.
—De todo, —dijo finalmente—. Solo... de todo.
Y esa suspensión de todo, que descubrió tras posteriores amonestaciones, incluía: mantener el contacto visual demasiado tiempo, demorarse demasiado, sonreír demasiado y pensar demasiado alto en cómo quería inclinarla sobre la superficie horizontal más cercana y follársela hasta dejarla sin sentido, la soportaba día tras día.
Él había acertado en sus sospechas de que ella planificaba su vida hasta sus últimas consecuencias. Planificaba el tiempo para que él la besara, la abrazara y la cortejara en un horario repleto de productividad y un pequeño círculo de compromisos sociales. Su tiempo con ella se reducía principalmente a los sábados, ya que los domingos los reservaba para sus padres o sus amigos de Gryffindor, dependiendo de la semana. De vez en cuando podía robarle un beso entre semana, por las tardes, después de que ella terminara de trabajar, con el cuerpo de él pegado al de ella contra la chimenea, o la puerta panelada del salón, o cualquier otra superficie vertical que tuvieran más cerca. Pero siempre en el salón y a puerta cerrada.
—Tus padres no lo saben, ¿verdad? —preguntó ella a principios de febrero. Él había soñado con deslizar la mano bajo el dobladillo de su camisa mientras la besaba. Esos sueños se evaporaron al pensar en sus padres.
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Beginning and End - Dramione (Traducción)
RomanceAños. Divididos en meses, semanas, días, horas, minutos, segundos y momentos. Simples en un extremo, complejos en el otro. En la experiencia de Draco, los momentos, incluso cuando eran simples, tenían la costumbre de volverse irrecuperables. Los mom...