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Marzo
tock
Draco se sentó en el sofá tachonado de terciopelo verde del salón del Flu, recién despojado de sus persistentes manchas de magia negra, y estuvo a punto de caer inconsciente.
Granger trabajaba al otro lado de la habitación, dejando escapar ocasionales resoplidos de frustración que le habrían molestado si no hubiera reducido su rango emocional a nada más que una inquietante placidez. Llevaba casi tres semanas trabajando en el piano. Todos los días, llegaba, con la marca tallada en su brazo en plena exhibición, y trabajaba sin parar hasta que se marchaba. Draco se sentaba y leía, o descansaba y leía, o fingía no echarse una siesta mientras leía, mientras supervisaba sus esfuerzos por evitar ser mordida por los marfiles del piano.
Se sintió un poco enfermo, con el estómago revuelto por la niebla de su cerebro, un cruce entre un confundus voluntario y una Poción Calmante excepcionalmente fuerte. Se había dado cuenta de que era raro que Granger no le molestara, que no sintiera nada por ella. Había sido una fuente de irritación durante tanto tiempo que nunca habría imaginado poder sentarse en la misma habitación con ella durante varias semanas sin querer insultarla o buscar pelea. En lugar de eso, pasó mucho tiempo mirándole la nuca, maravillándose de la capacidad de su pelo para existir en el estado en que lo hacía y, de vez en cuando, experimentando con retirar la Oclumancia para ver lo instantáneo que era su enfado.
Ese sentimiento de nada hacia ella solo podía existir cuando había congelado cualquier otra emoción. Pero la Oclumancia lo agotaba, literal y figuradamente. Intentó volver a levantar sus escudos, liberar parte de su control, dejar que el hielo se descongelara, solo un poco.
El suspiro de frustración de Granger lo atravesó, recorriéndole las venas. Ni siquiera podía ver la cicatriz de Sangre sucia, pero sabía que estaba allí, en la habitación con ellos, burlándose de él. Al menos hoy se había puesto manga larga y no se la había subido; la barrera ayudaba.
Apenas habían hablado una palabra en las semanas que habían pasado en aquel salón. Entre la oclusión de Draco y la reticencia general de ella a mirarlo siquiera, los temas de conversación eran escasos.
Dejó escapar un suspiro y se recostó en el brazo del sofá, levantando las piernas y echándose un rato mientras disfrutaba del pequeño alivio que le proporcionaba el haber dejado de lado parte de la Oclumancia.
—Sabes, —dijo, tanteando el terreno. El aburrimiento había eliminado de su cerebro el control normal de los impulsos. Como era de esperar, sus hombros se tensaron al oír su voz. No se volvió hacia él, sino que se quedó mirando las runas de diagnóstico rojas y naranjas que flotaban a su alrededor mientras se masajeaba lo que debían de ser dedos doloridos por el piano—. Si alguna vez consigues que ese piano deje de morderte, hay otro cajón en el escritorio del buró que ni siquiera me deja abrirlo.
Los hombros de Granger, que se habían elevado cuando se tensó, cayeron. No se volvió, pero le sorprendió hablándole.
—Estoy segura de que llegaré eventualmente, Malfoy.
—Es que... —empezó él, y casi sonrió satisfecho ante el pequeño resoplido de fastidio que se escapó de su boca. Se quedó mirando su espalda y el halo de pelo que la rodeaba. Dejó que la Oclumancia se derritiera un poco más—. Estoy bastante seguro de que algo de valor sentimental acabó ahí dentro, hace años. No me importaría recuperarlo.
Finalmente se volvió para mirarle. Se había equivocado; ella se había subido las mangas, lo suficiente como para que el sucia asomara por su manga. Draco tomó aire, con un nudo en la garganta. Volvió a introducir el hielo en sus venas, sellando las aberturas que había hecho para intentar conversar.
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Beginning and End - Dramione (Traducción)
RomanceAños. Divididos en meses, semanas, días, horas, minutos, segundos y momentos. Simples en un extremo, complejos en el otro. En la experiencia de Draco, los momentos, incluso cuando eran simples, tenían la costumbre de volverse irrecuperables. Los mom...