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Junio
tick tock
—¿Tienes idea de lo imposible que es evitar a alguien a quien se supone que estás supervisando todo el día? —preguntó Draco, entrando en la mansión Nott mucho antes del final de la jornada laboral. Había abandonado por completo la fachada de vigilar a Hermione durante la tarde. Su frustración se había vuelto demasiado intensa.
—Bueno, hola, y feliz cumpleaños. ¿Supongo que empezamos las festividades temprano?
Theo estaba sentado en el suelo del salón con un libro abierto en el regazo. En la mesita, frente a él, había varias llaves antiguas colocadas en filas ordenadas y precisas. No levantó la vista de su trabajo cuando habló.
Había pasado más de un mes desde la discusión que Draco aún no comprendía del todo, aparte de la parte en la que destrozó la escasa felicidad que había conseguido construirse, y Hermione y él apenas habían intercambiado un puñado de palabras en todo ese tiempo intermedio. El ambiente entre ellos se había congelado por la tensión, cargado de miradas torpes e incómodas que punzaban en los lugares doloridos del pecho de Draco.
A veces, tenía tantas ganas de besarla que se sobresaltaba: el deseo surgía de un lugar desconocido de su mente.
Incluso más que eso, más alarmante también, quería hablar con ella, oírla repasar todas las cosas que tenía en su agenda esa semana, oír cómo iba su progreso hacia la biografía de Eliot ahora que su tienda había conseguido quince libros más que tendría que leer. Quería que le contara su día. Contarle el suyo. Quería reírse de su pelo y luego enterrar su cara en él.
Era jodidamente patético.
—Intentó darme un regalo de cumpleaños.
Theo levantó por fin la cabeza: la atención desviada de sus llaves y de cualquier extraño experimento que hubiera planeado para ellas.
—¿Cómo ha ido?
—Simplemente... me fui.
Theo tocó una de las llaves con la varita, enderezándola.
—Voy a ser sincero contigo, esa no parece la mejor manera de comportarse.
—Lo sé, Theo, joder. Apenas puedo mirarla. Es como si no le importara nada; solo hace su trabajo en esa maldita ala de invitados. Estoy furioso, todo el tiempo. También tengo la paranoia de que se va a hacer daño. Pero eso no significa que quiera un regalo de cumpleaños de ella.
Theo emitió un murmullo que parecía un acuerdo, pero que tenía un matiz de algo más. Draco no lo habría percibido si no hubiera conocido a Theo desde que eran niños. Pero ese murmullo no era solo reconocimiento. Era evasión. Era algo más.
—¿Qué? —preguntó Draco, con la voz tensa por el enfado, mientras se acomodaba en un sillón. Se dio cuenta de que había dejado sus caramelos de cumpleaños en el salón de la mansión. Si Granger se comía uno solo, haría que la despidieran. Ya encontraría la manera. Echó un vistazo al Flu, preguntándose si valdría la pena intentar volver a por ellos a hurtadillas. Pero corría el riesgo de encontrarse cara a cara con ella, ya que casi seguro que había intentado seguirle cuando se había marchado enfadado a mitad del regalo.
—¿Qué, qué? —preguntó Theo, como si no tuviera ni idea de lo que Draco quería decir con su pregunta.
—¿Qué es lo que no me dices? ¿O qué quieres decir realmente? Tienes que esforzarte en tu comunicación.
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Beginning and End - Dramione (Traducción)
RomanceAños. Divididos en meses, semanas, días, horas, minutos, segundos y momentos. Simples en un extremo, complejos en el otro. En la experiencia de Draco, los momentos, incluso cuando eran simples, tenían la costumbre de volverse irrecuperables. Los mom...