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Abril
tick tock tick tock
Los huevos escalfados, las mantequillas fermentadas y los pasteles con costra de azúcar ya no sabían igual. Ya no ofrecían la misma riqueza, la misma sensación de familiaridad, de rutina, que antes. Habían empezado a saber rancios, aburridos: una repetición de las cosas que había comido toda su vida, día tras día. Hechas con demasiada mantequilla, demasiada grasa, demasiado exceso emulsionado en cada una de las salsas y pastas para untar y salchichas que se ofrecían como un festín en una mesa para solo tres comensales.
Topsy y Tilly entraban y salían del comedor, dejando más fuentes y bandejas de frutas, pasteles y huevos de los que su familia podría consumir en una semana, y mucho menos en una sola comida. Sus padres apenas parecían darse cuenta, ni siquiera pestañeaban ante el agudo sonido que se producía cada vez que un elfo entraba en la habitación con ellos. Una vez que Draco se dio cuenta de la frecuencia con que los elfos iban y venían, ocupándose de sus vasos de zumo, las temperaturas del té y las migas errantes, no pudo apartar los ojos y los oídos de la intrusión que causaban, del interminable trabajo que proporcionaban. Hermione había invadido total y verdaderamente su cerebro, tallando simpatía por esas criaturas que sus padres apenas percibían.
Frunció el ceño ante sus gachas. No quería que le quitaran esto también. Había perdido sus creencias, el encanto de su hogar familiar, ¿no podía al menos mantener una inocente convivencia con los elfos? Ya ni siquiera estaban atados al terreno; se quedaban por voluntad propia, por muy libres que fueran.
Todo en esta comida rutinaria con sus padres le parecía excesivamente complicado, demasiado tradicional e impregnado de magia élfica: anacrónico en todos los sentidos.
Se quedó mirando sus gachas.
Todavía no habían hablado de ella. Ni siquiera habían abordado el tema. Había empezado a volverlo un poco loco. Su primera comida juntos después de que Hermione le informara de su encuentro con Narcissa había sido una prueba, un experimento para determinar hasta dónde estaban dispuestos a llegar con su inflexible insistencia en que ella simplemente no existía. Desde entonces, cada día, cinco ya, se había convertido en uno más de los pesados y duros clavos clavados en los ataúdes que contenían su esperanza para ellos.
Su madre dijo algo sobre haber tomado el té con Sakura Parkinson el día anterior. Los hombros, los brazos, las muñecas y los dedos de Narcissa se movían de un modo rígido y antinatural mientras hablaba, manteniendo el contacto visual con Draco, forzando el diálogo. La conversación unidireccional se estancó, y luego volvió a hincharse cuando ella mencionó a otro amigo, alguien cuyo nombre él no se atrevía a retener.
El pánico se apoderó de él cuando mencionó a la hija de su amiga, que había preguntado por él.
—¿No es encantador, Draco? ¿Una bruja de sangre pura que estaría dispuesta a ser cortejada por ti? La he invitado a tomar el té la semana que viene; esperaba que pudieras hacer un hueco en tu agenda para una visita más con nosotros.
Un pinchazo recorrió la columna vertebral de Draco. Una oleada de frío seguida inmediatamente por una llamarada de calor: ira en la sensación, si no en el nombre.
—¿Perdón?
Su madre parpadeó, con el tenedor a medio camino entre el plato y la boca. Inclinó la cabeza lo justo para dar a entender que no se esperaba su tono.
Tampoco se lo esperaba, pero el mordisco le desgarró la garganta con una fuerza que no tenía intención de controlar.
—Té, la semana que viene, —repitió, volviendo a dejar el tenedor en el plato. En la cabecera de la mesa, Draco oyó a su padre doblar y dejar a un lado su ejemplar del Profeta.
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Beginning and End - Dramione (Traducción)
RomanceAños. Divididos en meses, semanas, días, horas, minutos, segundos y momentos. Simples en un extremo, complejos en el otro. En la experiencia de Draco, los momentos, incluso cuando eran simples, tenían la costumbre de volverse irrecuperables. Los mom...