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Octubre

tick tock tick tock


Draco no podía concentrarse, no podía pensar, con tantos gritos... lamentos, si quería ser técnico. Le dolían los tímpanos y cada nuevo grito le perforaba el cerebro.

—Sabía que podían llorar mucho, pero Merlín; es muy ruidoso. —Draco intentó controlar su cara, evitar la mueca y la burla y el desdén que se acercaban a la superficie cada vez que James Potter abría su pequeña y muy ruidosa boca.

Draco llevaba cinco minutos de pie en Grimmauld Place con Hermione y ya se preguntaba si sería preferible un diffindo en el cráneo que un bebé gritando.

La Comadreja lo miró, con una fijeza inexpresiva y muerta en los ojos, mientras intentaba apaciguar el llanto del niño que tenía en brazos.

—Sí, —dijo ella—. Es muy ruidoso. ¿Y sabes qué, Malfoy? Creo que es tu turno con él. Aún no lo has cargado, ¿verdad? Toma. —Antes de que Draco pudiera siquiera comprender lo absolutamente insondable que le estaba sucediendo, ella le había transferido el bebé a sus brazos—. Voy por una copa de vino.

Hermione, preciosa traidora que era, se rio de él cuando le lanzó lo que probablemente podía admitir que era una expresión de pánico excesivo.

Cambió de peso, ajustó el agarre del pequeño y frágil humano que tenía en brazos y se obligó a relajar el cuerpo. Aflojó los miembros y meció a James como había visto hacer a Hermione en el hospital.

Bendecido, agradecido, milagrosamente, James se calmó.

Draco siguió meciéndose, con un ligero rebote en el torso. Las risitas de Hermione murieron con los lamentos de James. La Comadreja volvió corriendo a la habitación, con una copa de vino en la mano. Cuando se detuvo, parte de su vino blanco se derramó por el borde.

Draco arqueó una ceja ante su evidente alarma.

—Bueno, esto no es tan malo como lo has hecho parecer, —dijo.

—¿Por qué no llora? —preguntó Ginny, dando un paso adelante mientras miraba a su hijo. Draco se encogió de hombros todo lo que pudo con un bebé en brazos; en su mayor parte acabó siendo una continuación de sus movimientos suaves y pacificadores.

—Parece que le gusta que lo acunen. ¿Has probado...?

—Malfoy, ¿estás de coña? Si terminas esa frase haré que Hermione libere a su ahijado de tus brazos para poder hechizarte.

Draco se enzarzó en otro medio encogimiento de hombros, medio balanceo en beneficio de James.

—No lo sé. Parece que le va bien.

Draco se sorprendió a sí mismo sonriendo al pequeño bulto que llevaba en brazos demasiado tarde como para controlar sus facciones. Las mujeres de la sala también lo habrían visto.

Esta serie de acontecimientos era culpa de Potter, obviamente. Fue Potter quien envió una carta a Hermione contándole que Ginny y él habían empezado a volverse un poco locos, pasando casi todo el tiempo en casa con su recién nacido y expresando su deseo de socializar más. Y Potter fue quien nombró a Hermione madrina de James, inculcándole así un exagerado sentido de la responsabilidad que la llevó a ella, y a un reticente Draco, a Grimmauld Place para intentar cenar con ellos como adultos, evidentemente necesitados de averiguar cómo funcionaba eso con un bebé. Luego Potter tuvo la osadía de quedarse atrapado en el trabajo, algo sobre un caso importante, de vida o muerte, y todo eso. Previsible.

Beginning and End - Dramione (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora