Capítulo 17

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ASHER

─Oye, ¿estás bien? ─me preguntó Dan mientras los dos aguardabamos sentados en la banca y observábamos a otros chicos entrenar.

—Si, estoy bien. —Respondí inmediatamente y después fruncí el ceño—. ¿Por qué?

Dan se encogió de hombros como respuesta.

—Me parece que andas raro.

Apreté los labios con fuerza porque lo que dijo era cierto. Desde que besé a su hermana he estado evitando coincidir con él, incluso en la casa me he ido más temprano de lo habitual y he omitido desayunar solo para no quedar a solas en el mismo lugar que él.

Lo sé, sonaba como un pésimo amigo.

Me rasqué la cabeza un poco pensativo.

—Estoy cansado. Solo es eso.

Mentí y me sentí fatal al hacerlo.

Dan era mi mejor amigo y omitirle algunas cosas cuando los dos nos lo contábamos todo me hacía sentir mal conmigo mismo, sin embargo, no podía decirle que había besado a su hermana.

—¡Ermington! ¡Ven para acá! —gritó el entrenador y sentí un ligero alivio de ser llamado y evitar seguir conversando con Dan. Por el momento, era bueno mantener una pequeña distancia con él mientras las cosas volvían a ser iguales.

Aunque dudaba mucho que lo serían porque no podía sacarme a Skye de la cabeza y lo dulce que era su boca y lo mucho que moría por volver a besarla.

***

Conseguí sobrevivir a la práctica de hockey, aunque me quedé un rato platicando con los chicos, tuve que rechazar la invitación de ir a comer al restaurante donde Skye trabajaba. No estaba listo para toparme con ella, en su lugar, aproveché el tiempo libre después de la práctica y el hecho de que había terminado mis tareas y no tenía nada que estudiar para ir al refugio.

Como de costumbre, Jenna y Albert estaban en el refugio y ambos me sonrieron al verme.

—Vaya, creímos que no volveríamos a verte.

Dijo Albert, cosa que provocó que saliera un chasquido de mi parte, no fue uno aprobatorio. De vez en cuando me perdía debido a la universidad y los entrenamientos de hockey pero cada que podía, volvía.

—Eso nunca —lo apunté con el dedo índice y Jenna intento ocultar una sonrisa.

—Te has demorado mucho en volver.

Fue ella quien habló esta vez y me rasqué la cabeza.

—Ha sido por la universidad y el hockey, apenas he tenido algo de tiempo libre.

Y eso era cierto, además de que había estado aprovechando mi tiempo libre para salir también con mis amigos y me había descuidado de venir al refugio un rato. Sabía lo mucho que Jenna y Albert necesitaban una mano extra así que me sentí avergonzado de no venir antes.

—Tranquilo, hijo. Sabemos lo mucho que te ocupa la universidad y el hockey, además no es tu obligación venir aquí a diario. Nos alegra que vengas cuando puedes.

Albert Hartmann siempre era considerado.

—Gracias —dije llevándome las manos a los bolsillos de mis pantalones, terminé tambaleándome sobre mis talones—. ¿En qué necesitan ayuda?

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