ASHER
ASHER
—Hola muchacho, ¿qué te trae por aquí tan tarde? —preguntó el señor Hartmann cuando llegué al refugio, era tarde. Por un momento pensé en no aparecer, pero recordé que había prometido que iba a ayudar a organizar todo para el acto benéfico que íbamos a celebrar dentro de poco.
—Alguien chocó mi coche. —Le expliqué y soltó un silbido.
—¿Qué tan grave fue? —Preguntó y suspiré.
—No está tan mal. —Le contesté—. La chica le dio a la defensa.
El señor Hartmann enarcó las cejas.
—Entonces, ¿fue una chica?
—Oh, sí.
—Bueno, las chicas nunca prestan atención mientras conducen.
No dije nada a su comentario porque sabía que la mayoría de los hombres piensan que las mujeres son malas conductoras y siempre intentan culparlas incluso cuando es culpa suya, yo nunca pensé que las mujeres fueran malas conductoras porque mi madre era una gran conductora y, como madre soltera, fue la que me enseñó a conducir. Estaba agradecido con ella.
Pero el señor Hartmann tenía razón esta vez, la hermana de Dan no prestó atención cuando intentaba salir del aparcamiento, por eso no se fijó en mi coche y aunque yo estaba un poco cabreado con lo ocurrido, el coche no tenía grandes daños. Podía arreglarlo yo mismo, pero el problema era que con los entrenamientos de hockey y los deberes del colegio apenas tenía tiempo para ello.
—¿Necesitas ayuda con eso? —le pregunté a Jenna cuando la vi pasar con una caja grande y pesada en los brazos, ella asintió, y yo me apresuré a quitarle la caja de las manos y la cargué mientras la seguía.
—Llegas tarde. —Dijo con tono sorprendido. Nunca llegaba tarde, así que todos aquí parecían sorprenderse por ello.
—Tuve que ocuparme de algo importante. —Dije sin querer decirle que había pasado más de diez minutos en el aparcamiento discutiendo con Skye.
Si no le decía que me tenía que ir, probablemente seguíamos allí discutiendo.
Por suerte, Jenna no me hizo preguntas y pronto comencé a ayudar a todos a mover cajas y limpiar, una vez que terminé, fui a revisar los perros que teníamos y a darles de comer. Venir al refugio de perros era una de mis rutinas diarias.
Cuando era niño, siempre quise tener un perro, pero no podía tener uno en casa y cuando entré en la universidad, tener uno en los dormitorios no era una opción, así que nunca tuve la oportunidad de tener uno, pero cuando vi un cartel sobre un refugio de perros que necesitaban ayuda para rescatar a los perros que vivían en las calles o en malas condiciones y tenían malos dueños que los maltrataban, decidí ser voluntario y me presenté después de clases.
—Hola —llamé al despacho del Sr. Hartmann, estaba mirando unos papeles en su mesa y dejó lo que estaba haciendo para mirarme. Le sonreí—. Me tengo que ir, necesito ir a la universidad.
—De acuerdo, hijo. —Dijo en un tono dulce. Me gustó un poco que me llamara hijo, yo nunca tuve padre y odiaba admitir que, en algún momento de mi vida, probablemente cuando era más joven, siempre quise tener un padre y desde que conocí al señor Hartmann siempre pensé que me hubiera encantado tener un padre como él, no el hombre odioso con el que mi madre decidió casarse—. Gracias por ayudar, hasta mañana. Que tenga un buen día.
—Que tenga un buen día. —Repetí—. Hasta mañana.
Mientras me despedía de los demás, subí a mi coche y me dirigí al campus, donde aparqué el coche y me dirigí a mis clases.
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Hermosa Apuesta
Teen FictionAsher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel. Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la ch...