14_ Para ti

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14_ Para ti

Mi padre, el biológico, había muerto.

No me debería doler, él solo había estado los primeros años y si es que podríamos considerar lo que él hizo como "estar" ahí, me dejo en cuanto pudo, me retiro el apellido, no volvió a buscarme ni a dirigirme la mirada, ni siquiera luego de que ganará los juegos, solamente lo volví a ver cuando tuve que hacer el tour de vencedores y lo único que hizo en ese momento, fue mirarme. Solo un segundo antes de irse.

¿Entonces por qué dolía tanto saber que ese imbécil había muerto? ¿Por qué mi corazón sufría por alguien que nunca derramó una lágrima por mí? En el fondo creo que estaba de luto, no por él, sino por la relación filial que jamás había llegado a experimentar. Lloraba por el padre que me abrazaba cuando estaba mal, aquel que me contaba cuentos, que me preparaba el desayuno, que me regalaba vestidos y adornos en mi cumpleaños, lloraba por el padre que jamás existió y que ahora, no existiría jamás.

Porque con la muerte murieron mis últimas esperanzas.

Y estaba tan furiosa conmigo misma que era difícil de explicarlo, estaba indignada de sufrir por él, molesta de mantener esperanzas por quien no lo merecía, enojada de derramar lágrimas por algo que jamás estuvo ahí, me gustaría poder acabarlo, deshacerme del dolor y que no me importe, sería lo adecuado.

Ni siquiera lloraba una persona, lloraba lo que nunca fue.

Haymitch había pasado el día intentando apoyarme a su manera, llevo comida a mi habitación a pesar de que no me digne a abrir la puerta, luego intentó destrabar para entrar y cuando intentó destapar termine gritando, gritando como jamás lo había hecho, soltando palabras que no eran para él, sino para mí. Fue la primera vez donde el hombre decidió no responder a mis berrinches, ni siquiera con su característico sarcasmo, simplemente se fue.

Se fue, como todos se irían eventualmente, porque solo dañaba a las personas.

-Permiso... -tapo mi cabeza con la manta- princesa, el viejo me dijo que no comiste en todo el día y que andas un poco gruñona ¿no quieres comer algo? Mags preparo comida, el traje hasta aquí y todo

-Lárgate –habló con sequedad, estaba molesta, no con ellos, no con la situación, solo conmigo; al contrario de lo que espere la cama se hundió un poco, indicando que el rubio tomaba asiento- Te dije que te fueras

-Sí, lo escuche –pero no le importaba, claro está –pero el viejo me llamó por teléfono ¿sabes lo mal que debe estar para que decida llamarme? –muerdo mi labio, encogiéndose un poco, si Haymitch había llegado a llamar a Finnick era porque ya no sabía qué hacer conmigo.

Era un desastre.

-Solo necesito estar sola, váyanse y déjenme en paz –pero llega a oídos sordos, lo aseguro cuando la mano de Finnick se presiona sobre mi espalda- Por favor, solo vete.

-Lo siento mucho por lo de tu papá

-Ese hombre no era mi padre- gruñó, mi corazón se retuerce, eso era lo que más dolía. –Y si no hubiera muerto eventualmente lo hubiese matado yo –también era cierto, eso también dolía

-No era tu padre, pero es lo que debió haber sido –Finnick ignora el último comentario- y está bien que duela, pero no pidas que nos vayamos, no nos iremos... es más, muévete

-¿Qué? –recrimino en un susurro, el hombre me mueve como si no pesará nada, aun envuelta entre montones de mantas, de repente mi espalda se presiona contra la pared y entreabro los ojos confundida, sin entender qué sucede

-Te dije, no me iré, me quedaré contigo –destapo mi rostro lo suficiente, con resignación, para poder observar qué sucede: Finnick se saca las zapatillas y se recuesta en el lado desocupado de la cama, no intenta sacarme las mantas pero me abraza aún con ellas, apenas puedo sentir sus brazos rodeándome por encima del montón de cobijas, su cabeza dorada cayendo frente a la mía, sobre la almohada. Mi labio tiembla ante su acción- deja de temer que la gente se canse de ti, no me cansaré así que no tienes que echarme, Princesa.

Imperfecta | Los juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora