18_ invierno

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18_ invierno

-Sigo pensando que deberías animarte –muevo mis pies un poco para estirarlos, la persona de mi lado me observa con el ceño fruncido- Háblale, no deberías solo... bueno, esperar a que las cosas ocurran por arte de magia, no funciona así, créeme lo sé.

-No creo que sea algo... -el chico de cabellos dorados niega con la cabeza, moviendo la bolsa de harina con facilidad- quizás después

-¿Después cuándo, Pet? Llevas diciendo eso desde que nos conocemos –le regaño con una sonrisa burlesca, el chico se sonroja un poco, terminado de arreglar las cosas- te gusta Katniss, solo háblale, no te estoy diciendo que le confieses amor eterno, solo ve y dile "Hola, soy Peeta" y veamos que surge a partir de ello

-¿Qué? ¿Tú hiciste eso con Finnick? –Indaga el chico, me encojo de hombros un momento, sorbiendo el interior de la taza con té que habíamos preparado- ¿Cómo supiste que estar con él era lo adecuado? –cuestiona entonces

-Lo supe porque es sencillo estar con él, me hace feliz –ni siquiera lo dudo cuando confieso aquello, el chico de mirada clara entrecierra los ojos- pero Finnick es primero mi mejor amigo y luego mi pareja ¿sabes? Creo que por eso me siento así, es cómodo, no tengo nada que ocultar, ni cosas que excusar.

-¿Crees que algún día llegue a tener algo como eso?

-¿Por qué no? –el hombre suelta un suspiro- pero si quieres algo como eso, Pet, debes iniciar hablando con otras personas que no sea yo.

-¿Crees que ella querrá hablar?

-Ni idea, no la conozco, pero sé que tú le quieres hablar –dejó la taza sobre la mesa, levantándome de la silla –bien, solo venía a saludar y a comprar los ingredientes, gracias por la charla

-Gracias a ti, siempre que vienes terminas comprando cosas para mí –el rubio sonríe, dejando la última bolsa de harina- mi papá te adora, si no fuera porque estás con Finnick intentaría presentarte a alguno de mis hermanos mayores

-No digas eso cerca de Fin, luego no dejará que venga a visitarlos- bromeo, la carcajada sale de sus labios mientras acomodo los productos comprados para poder volver a la aldea de los vencedores; Peeta se había convertido en uno de los pocos amigos nuevos que realice en el distrito doce, su familia en general era bastante agradable, también estaba el jefe del pueblo, algunas mujeres de la feria...

Pero existía una realidad que me prohibía acercarme a ellos tanto como quisiera: yo era del distrito uno, ellos eran del doce, yo había nacido en lujos, ellos en necesidad, yo crecí sin que nada me faltará, a pesar de todo, ellos... la mayoría moría por hambre o enfermedad. Sé que aunque no quisieran admitirlo, aunque intentarán desligar los conceptos, cuando me veían a mi veían a mi distrito.

Y lo odiaban, lo odian casi tanto como yo.

Cuando empujo la puerta de la casa frunzo el ceño al descubrirla abierta, la llave cae en el interior de mi bolsillo mientras ingresó, escuchando las voces variadas y los gritos por la sala, ninguno de ellos sonaba como Haymitch, el hombre no estaba ahora en el distrito, había acompañado a Effie al capitolio.

¿Entonces qué era?

Mis pies se dirigen a la cocina y me detengo con una sonrisa en los labios, primero distingo al chico traído por las olas del mar que discutía mientras preparaba lo que parecía ser chocolate caliente para el invierno, una chica de cabello corto y rostro amenazante peleaba contra el rubio, ella sentada en la mesada con calma.

-Hola, gente que no vive acá –me burlo, los dos se giran al mismo tiempo, una sonrisa torcida se instala en los labios de Finnick al verme

-Hola –me saluda Johanna, moviendo su mano desde la esquina, el rubio cierra el espacio para unir sus labios con los míos, saludándome en el proceso- Ay por dios, no inicien.

Imperfecta | Los juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora