34_ Guerra

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34_ Guerra

El círculo está lleno de gente que da vueltas, gime o se sienta a dejar que la nieve se acumule a su alrededor, yo encajo perfectamente entre ellos, la túnica cubre mi cuerpo por completo y es la primera vez donde no atraigo miradas, empiezo a abrirme camino hacía la mansión, sé que Finnick camina detrás de mí, su mano se encuentra con la mía varias veces mientras tropezamos con tesoros abandonados y extremidades cubiertas de blanco; a medio camino veo la barricada de hormigón de metro y medio de altura que se extiende formando un rectángulo delante de la mansión, debería estar vacía pero está llena de refugiados, quizá sea el grupo que han elegido para proteger en la mansión, sin embargo, me detengo cuando descubro que todos en el interior del "refugio" son niños: bebés que abren sus ojos a la vida y niños sollozantes e incluso algunos adolescentes que parecen estar helados, meciéndose en el suelo mientras se entumecen.

Y tengo asco, siento asco cuando comprendo que los niños no estaban ahí para ser refugiados en la misión, sino para ser el escudo humano de Snow.

-Al menos Snow no modificó su técnica -Finnick susurra en mi oído, nos habíamos separado del resto del grupo durante la pelea, esperaba que pudiesen haberse refugiado; desvió la vista un momento, viéndole con molestia ¿cómo podía bromear en un momento como este? -Vamos, ten sentido del humor, no nos queda nada más

-Me casé contigo ¿verdad? -responder a su vez, escuchó gritos por otras zonas, gritaba sobre rebeldes y comienzan a apretujarse, logrando que Finnick me rodeará antes de que algún desconocido me toque a sabiendas de que sería un pasaje directo a una crisis.

-Ahí está... -se detiene un momento, clavando los ojos celestes sobre los míos- oye. -me regaña finalmente, sonrió un instante antes de fijarme de nuevo en los niños: ¿por qué estaban ahí? ¿Qué sentido tiene?

Un aerodeslizador con el sello del capitolio se autoriza justo encima de lo s niños de la barricada, decenas de paracaídas plateados llueven sobre ellos y los niños levantan la cabeza esperanzados justo como lo hacían los niños del distrito durante los juegos del hambre: esperan encontrar comida, medicina, regalos.... pero no tiene sentido, esto no eran los juegos ¿por qué caerían paracaídas?

Espera ¿y si eran los juegos?

El mapa que nos entregó Con, sus reglas, el entrenamiento, las armas... ¿y si esto solo eran otros juegos?

Deslizó el arco de mi hombro, noto que Finnick me mira mientras retiras el carcaj de flechas, la vista clavada en los paracaídas que la gente esperaba, contando el tiempo antes de que tocasen el suelo: dos minutos de caída, 120 segundos y contado.

-¿Sapp?

-Ata las redes que trajiste a cada extremo -le pido mientras extiendo dos flechas a sabiendas de que mi nudos nunca serían como los de él, agradezco que Finnick no pregunte, simplemente obedece y sujeta la red a las dos flechas, un extremo de cada lado, luego me lo pasa.

Me retiró la capucha de la capa para tener mayor visión, acomodo las flechas en el arco, levantó el mismo, respiro profundo y ruego a cualquier dios que pueda existir, a todo ser superior, que funcione. Porque si estos eran los juegos, esos niños no tenían nada que ver, justo como pasó con tantos de nosotros los últimos años; sé que a mi alrededor las personas gritan pero no me interesa, mis dedos se despegan de la cuerda, el sonido de las flechas cortando el aire atraviesa mi oído, la red se separa y se abre, toma los paracaídas y sigue viajando hasta clavarse en el suelo vacío, metros más allá.

-¡PRIM! -Kattnis, mis ojos se abren mientras intento buscarla ¿dónde está la mujer desquiciada? lo último que necesitamos es que ella se accidente, es el sinsajo, el rostro de la rebelión, la posibilidad del cambio...

Imperfecta | Los juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora