3_ Entrevistas

47 5 0
                                    

3_ Entrevistas

El aire escapa por entre mis labios en un sonido de exclamación cuando la navaja atraviesa el cielo y mi costado, clavándose perfectamente en la pared que se encontraba a mi lateral; atino a girarme con un poco de sorpresa para buscar el origen, no es que me sorprendiese que en la sala de entrenamiento me lanzarán una navaja pero, sinceramente, no esperaba encontrar a nadie durante la madrugada.

De hecho me fije varias veces que no hubiese nadie porque lo que quería hacer era huir de la gente, no encontrarme con ella.

-Y con eso, mueres –la voz que reconozco da un paso hacia el interior, frunzo el ceño al reconocer al hombre rubio preguntándome si había fallado al tiro por accidente o a propósito, dudaba que tuviese tan poco alcohol en sangre como para controlar su puntería

-Habría ganado si no me atacarás por la espalda- intenté defenderme, pelear con Haymitch se había convertido en una rutina durante los últimos días

-Pero no ganaste y no puedes ser la ganadora porque no estas preparada para ello –giro para sujetar la empuñadura de la navaja, tirando de ella hasta retirarla- no te debería dar vergüenza admitir que no siempre estás bien, es peor saber la verdad y no aceptarlo –me recuerda entonces, su cuerpo pesado cayendo a mi costado en el suelo

-¿Lo dices para mí o para ti? –indago

-Para los dos, quizás –el hombre rubio deja caer la cabeza en la pared, cerrando los ojos- Intenta admitir que no estás bien, Sapp, podría ser un buen primer paso.

-Bien, lo admito –el hombre rubio abre los ojos, como si esperase algo más- admito que no le agradas a nadie, Haymitch, no quería decírtelo para que no te duela –continuo, una sonrisa burlona sale de sus labios

-Excepto por ti ¿verdad? –Cuestiona con diversión- tú me adoras

-¿Quién te mintió de esa forma? –ladeo mi cabeza, el lateral de mi rostro chocando contra su hombro- a mí tampoco me agradas

-Convéncete de eso, dulzura. –su brazo rodea mis hombros, el silencio instalándose entre ambos durante lo que parecen horas, hasta que se anima a romperlo en un nuevo intento- ¿Qué pasa?

-... ¿Qué se supone que haga mañana? –la pregunta sale de mis labios sin darme cuenta

-¿Mañana?

-En las entrevistas –me remuevo un poco sin alejarme, el aroma a perfume y alcohol entremezclando en mi interior- ¿Cómo se supone que lo haga?

-Solo tienes que sentarte ahí, lucir bien y responder. Y de hecho lo de lucir bien no es tu responsabilidad porque tienes una estilista –me recuerda con un tanto de burla- ¿De qué te preocupas si ya tienes todo hecho?

-Yo no puedo estar frente a tanta gente- me remuevo, la espalda presionando de nuevo ante la fría pared intentando buscar algo de seguridad en ella, la estabilidad que no tenía- Haymitch, yo no soporto estar con más de dos personas en un mismo lugar, comienzo a sudar frío, mi corazón late rápido, no puedo pensar, siento que todos hablarán de mí, que me harán algo, me siento morir y me asfixio porque mis pulmones no funcionan más y...

-Dulzura, eso es un ataque y lo sabes tan bien como yo –me detiene, mis ojos se cierran ante la declaración de mi estado mental- sabes que todo está en tu cerebro porque la gente no te hará nada, tu corazón no late más rápido y tus pulmones no dejan de funcionar.

-No importa si mi cerebro lo sabe, en el fondo no lo entiende y se paraliza –Haymitch presiona el agarre- y mañana tengo que ir y sentarme con un tipo que no conozco y hablar frente a millones de personas mientras otras miles me observan desde las gradas y... no quiero morir en televisión durante las entrevistas, viejo.

Imperfecta | Los juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora