32_ Para siempre

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32_ Para siempre

El gemido escapa de mis labios, mi mano asciende hacia los cabellos dorados enredándose en las ondas que caían descuidadamente, los besos de Finnick recorren mi cuello con lentitud, como si tuviésemos todo el tiempo del mundo y yo no me animo a cerrar los ojos, demasiado preocupada de que la imagen pueda desvanecerse y yo regrese a mi infierno en cuanto lo hiciera, o peor, preocupada de que este sueño se volviera una pesadilla; una parte de mi es consciente de que no puede ser, llevo al menos dos meses en el distrito trece, rehaciendo mi vida, entrenando, ayudando...

No puede ser que haya tenido dos meses de sueños ¿verdad?

-Espera -los labios de Finnick se alejan, el rubio gira sobre la cama para recostarse sobre la misma, el frío invade mi cuerpo de una forma casi dolorosa

-¿qué? -susurró, girándose para poder verlo ¿había hecho algo mal?, los ojos del hombre se centran en techo que recientemente habíamos pintado de cualquier color que no fuese blanco, a sabiendas de que era un tono que no soportaba.

¿Había hecho algo mal? o quizás era porque ya no le gustaba, después de todo no solo había perdido al bebé, sino que mi cuerpo... mi cuerpo ya no era mío, sé que intentaron hacer todo lo posible por sanar las heridas pero las cicatrices aún se mantenían, nunca había sido linda, ni tampoco muy agradable, quizás ahora lo era menos. O tal vez era un recordatorio viviente de aquello que Finnick cree que es culpable porque...

-Princesa, no sé que estás pensando pero para- lo sabía, seguramente pudo leer el fondo doloroso en mis ojos, tragó en seco para liberar la presión

-¿Ya no te gusto? -y como si fuera una ofensa se gira para poder verme, los ojos celestes finalmente acomodados sobre mis zafiros, estoy segura de que lloraría si dice que ya no me ama, que no quiere estar conmigo, que no le atraigo...

Porque yo lo sigo amando como antes.

-¿Eres estupida? -cuestiona con seriedad, soltando el aire- Sapphire te pide que paremos porque si seguíamos con eso no sé si iba a poder parar.

-¿No ibas a poder parar? -repito, no entiendo, el chico desvió la mirada un momento, luego niega

-No, no era la expresión adecuada -se corrige entonces, moviéndose para quedar a mi lado- eso es un montón de mierda, solo un imbécil no podría parar si lo pides, que no podemos contenernos después de cierto punto es una mentira, no hay un punto sin retorno -finalmente entiendo, siento que mis mejillas se sonrojan ante la declaración directa- incluso si hubiéramos seguido, si estuvieras desnuda y yo contigo pararía y dejaría todo si me lo dijeras pero no quería... no quiero que te sientas incomoda, no busco que hagas algo que no quieras hacer pero eso no significa que no me gustes, Sapp, me encantas. Tú me encantas, por completo.

Mierda, se siente como un volcán con mezcla de avispas en mi interior, tener a esa persona diciéndome que no había seguido no porque no quisiera, sino porque temía que pudiese dañar era... Es escalofriante en un buen sentido, saber que este hombre sería capaz de parar y retroceder si se lo pedía era aún más cálido, porque se que es así. No importa qué pasará, si le dijera a Finnick que pare él...

Él sí me escucharía, porque Finnick no eran los guardias de la paz, no era como ninguno de esos imbéciles, él pararía, el se detendría, el respetaría.

-¿Princesa? -susurra nuevamente, su voz me trae a la realidad y los malos pensamientos se pierden como la espuma en el mar, mi corazón tiembla y mi mente se nubla, permitiendo que mi cuerpo reaccione por inercia.

Mis labios se unen con los de él y me muevo para levantar la pierna, dejándola al otro lado de la cintura de Finnick, el chico duda un momento antes de sostener mi cintura, me acomodo sobre su regazo y notó que contiene la respiración, como si temiera el siguiente movimiento que pudiera hacer, inseguro de qué tanto puede tocar antes de que me rompiese, como si fuera de cristal.

Imperfecta | Los juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora