33_ Rebelión

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33_ Rebelión

Mis músculos duelen pero es un dolor bueno, uno que hacía mucho tiempo no sentía y es que me dedico en cuerpo y alma al entrenamiento, en cuanto Plutchard descubrió que había regresado a mis cabales me asignó una misión concreta en el distrito trece: entrenar, entrenar a todos, y era lo que hacía cada día. Crear ejercicios, ejercitarme, cumplir simulacros y hacer que otros cumpliesen simulacros, enseñar el uso de armas, las tácticas de batalla, estrategias básicas...

Nunca me enorgullezco del distrito uno, jamás pediría regresar allí pero realmente era increíble la cantidad de conocimiento que tenía sobre este área, mi cuerpo se movía solo, no había un arma que no pudiese controlar, un simulacro donde fracasa... y lo que la terapia no pudo sanar, definitivamente el ejercicio lo hacía ¿cuántas veces asesine muñecos de prueba imaginando que eran los guardias de la paz o Snow? ¿En cuantas ocasiones destruí simulacros completos imaginando que era el capitolio?

Daba miedo, estoy segura de ello, Johanna estaba fascinada por ese motivo, como si hubiese descubierto una nueva fase de mi persona que le atraía aún más que la usual.

Y me divierte muchísimo esta nueva fase de mi.

Debo tener potencial porque Coin me pone a cargo del combate callejero simulado poco después, comenzaba a dividir a los grupos en subgrupos que tenían una unica mision: atravesar el terreno como si se tratase de abrirse paso en el capitolio, con la dificultad de que cada maldito paso tenía una trampa que deberían saltear, un paso en falso dispara una mina, un francotirador que aparece en un tejado, se te encasquilla el arma, el llanto de un niño te conduce a una emboscada, endeudamientos, terremotos... sé que es falso, ellos saben que es falso, pero es divertido, es divertido porque debemos fingir morir cuando deberíamos, es divertido porque los enemigos son soldados de la paz que debes hundir, es gracioso... al menos para mi.

-Finnick, Sapphire -freno el caminar para poder girarme, descubriendo a Boggs, el hombre se acerca con una sonrisa- estamos creando el pelotón para la invasión, los quiero, a ambos.

-Seguro -amaba que Finnick no intentará detenerme, simplemente me acompaña, desde el primer momento dijo que iría conmigo, la idea de separarnos ya no estaba presente.

Lo único que podría separarnos sería la muerte.

-¡Finnick, Sapp! -y ahora era Prim quien llegaba, su cabello se veía desaliñado- Johanna tuvo una crisis, inundaron la manzana y ella entró en crisis, la llevaron a la enfermería sedada

No tiene que terminar, mi mano se enreda con la del rubio y corremos por el pasillo hacia el ala de la enfermería, no estaba pesando, mis pies se estacan cuando el aroma a medicina llega a mi nariz, el balcno cubriendo las paredes, la camilla, el ruido de los instrumentos, de repente Snow está allí, diciendo que me dejen despierta para que recuerde, abriendo mis piernas...

-Hey, amor -las manos de Finnick acunan mi rostro para obligar que los zafiros identificarán sólo su figura- estás conmigo, no estás en otro lado, no hay nadie que pueda dañarte y si existe alguien que pueda herirte, primero deberá pasar sobre mi. Respira -presiona su frente con la mía, mis ojos se cierran mientras el olor a sal llena mi nariz.

Sí, era una enfermería pero no la del capitolio, no estaba Snow y yo no estaba embarazada, no había nada que pudiesen robar, no había nada que me pudieran arrebatar; abro de nuevo los ojos, el hombre presiona un beso contra mis labios.

-¿Vamos? -asiento, pero esta vez es él quien toma mi mano, me aferró a su brazo y él abre la marcha, como si estuviese por enfrentarse a una enorme criatura, el escalofrío recorre mi espalda dolorosamente.

Inhalo, exhalo, me obligo a recordar las palabras de Finnick como si fueran un mantra: estoy en el distrito trece, estoy con él, no hay nada que pueda dañarme, no hay nadie que quiera herirte. Presionó más su lateral y finalmente algo del miedo se va cuando llegamos a la camilla donde Jo está, sin su ferocidad de actitud mordaz se ve como una chica joven y dañada, seguramente como todos éramos bajo el montón de mierda que intentábamos tener.

Imperfecta | Los juegos del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora