Iwaizumi Hajime

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Conocer a alguien como Iwaizumi Hajime no ocurría dos veces en la vida

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Conocer a alguien como Iwaizumi Hajime no ocurría dos veces en la vida.

Conocerlo había sido una simple coincidencia, de esas que ocurren cuando menos te lo esperas, como si el destino te lo enviara de golpe y te obligara a seguir sus reglas premeditadas, así había sido conocerlo, de golpe y sin precedentes.

Aquel día en la universidad lo último que te habías imaginado era que, por ir tarde a una clase, no notaras tus agujetas sueltas y al bajar tan apresuradamente las escaleras, terminarás tropezándote y cayendo encima de él, quien a penas y había podido ser consciente de que un cuerpo femenino estaba por derrumbarlo en pleno pasillo, por suerte, Iwaizumi tenía los suficientes reflejos para reaccionar al instante, así que no te habías golpeado mucho más que una rodilla por no caer bien, por otro lado, él sí que se había dado un buen golpe al amortiguar tu caída con su cuerpo.

Te disculpaste tan pronto como pudiste, alejándote de él y comenzando a tomar tus cosas y ayudándole con las suyas, no dejabas de escucharlo decir que no era nada, pero tú tampoco podías dejarlo como si nada, tenías como ley de vida compensar los favores, y teniendo en cuenta que prácticamente te había salvado de un buen golpe, no podías hacer como si nada e irte —aunque eso fuera lo que más deseabas—, tal vez se debía a tu incontrolable nerviosismo o a la poca paciencia de él, pero al ver que no dejabas de moverte y pedirle perdón, el azabache no había tenido otra opción más que tomarte de las manos para detenerte y hacer que lo miraras a la cara.

Y probablemente ahí había iniciado todo, en ese primer contacto de miradas que habían tenido en medio de un pasillo, tirados en el suelo con sus cosas regadas a su alrededor.

Era extraño cómo podías existir en un mismo lugar con una persona y no ser consciente de su existencia durante mucho tiempo... Hasta que ocurrían accidentes como esos y, de repente, la persona de quien ni siquiera sabías su existencia, comenzaba a colarse en tu vida como si de agua se tratara, y terminabas siendo tan consciente de ella que te era imposible no voltear a verla cada vez que coincidían, por más insignificante que fuera el momento.

Algo así había sido el inicio de su amistad, lo habías terminado invitando a comer para pagar su amabilidad al haberte ayudado y abogar por ti para que te permitieran entrar a tu clase, una a la que si de por si ibas tarde, con ese encuentro solo había empeorado, por supuesto, Iwaizumi se había negado, diciendo que no había sido nada, porque esa era la verdad, solo había estado en el momento adecuado para evitar que te mataras por ser tan descuidada, sin embargo, debido a tu insistencia, había terminado aceptando, proponiendo un pequeño restaurante que solían frecuentar los universitarios debido a sus precios bajos en el menú.

Lo que había empezado como una extraña coincidencia, pasó a transformarse en una curiosa amabilidad que solo tienes con un conocido que no consideras amigo, se saludaban cada vez que por cosa del destino pasaban por el mismo pasillo o por el campus; como siempre, él iba relajado, y como de costumbre, tú siempre ibas a las prisas. Eran como el agua y el aceite, mientras Hajime se tomaba las cosas con calma para no cometer errores, tú siempre ibas acelerada, queriendo terminar lo antes posible para pasar a lo siguiente.

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