Miya Atsumu

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Prefectura Hyōgo, 2000

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Prefectura Hyōgo, 2000.

—Les digo que están por llegar vecinos nuevos —insistió un pequeño de cinco años entrando de nuevo a su casa.

—Eres un chismoso, Tsumu —contestó su hermano mientras tomaba una de las galletas que su madre había preparado para ambos.

—Lo digo en serio, Samu —insistió él, dejando el balón en la sala y agitando a su hermano de los hombros—. Piénsalo un poco, si es otro niño podemos ocuparlo para que recoja los balones que se nos vayan a las casas de los vecinos.

Ante ese comentario, los ojos de Osamu parecieron brillar con emoción por las posibilidades que eso traería, ya no tendrían que ir a poner cara triste a las puertas de sus vecinos por un balón, en su lugar, podían mandar al nuevo, y obviamente, no le dirían que no, porque sería un niño recién llegado al vecindario y todos le tendría lástima.

—Dejen de idear planes para recuperar balones, niños. —La voz de su madre, aunque sonaba calmada, ambos se asustaron, y fingieron no haber hablado nada—. Si es niño o una niña, sean amables.

—Sí, mamá —dijeron ambos al unísono, recibiendo un beso en las mejillas por parte de su madre.

Pero eso no era del todo cierto.

Cuando su madre los dejó solos y ellos escucharon un auto pasar frente a su casa, solo bastó una mirada entre ambos para echar a correr fuera de la casa y, aprovechando la estatura que solo un niño de cinco años podía tener, se escabulleron por la cerca que rodeaba su casa, intentando ver algo del otro lado por las pequeñas líneas que había entre cada madera.

Después de unos segundos, Atsumu encontró un pequeño orificio en una de las maderas, que, aunque no era muy grande, lo era suficiente para que su pequeño ojo pudiera ver un camión de mudanza bajar algunos muebles y ver una pareja dando órdenes.

—¿Crees que tengan hijos? —Preguntó Osamu, quitando a su hermano del lugar y ver él también.

—No lo sé, ojalá que si para que sea un recoge balones —respondió rápidamente, quitando a su hermano—. Yo descubrí este lugar, yo quiero ver.

—Es mi casa, así que yo también puedo.

Y como era costumbre, los gemelos empezaron discutir para saber quién podría ganar el espacio para observar hacia la casa de a lado, sin embargo, estaban tan acostumbrados a desconectarse del mundo, que habían sido completamente ajenos al otro ojo que se asomó.

—Hola.

La pelea se detuvo en un segundo y ambos, aun agarrándose de las playeras mientras peleaban, compartieron el mismo espacio, logrando ver, con un poco de trabajo, el rostro de una niña, con un peinado que estaba lejos de considerarse ordenado.

—¿No eres un niño? —Preguntó Atsumu, y tan rápido terminó la pregunta, Osamu le dio un golpe en la cabeza.

—Pues no, soy una niña —respondiste divertida por la pregunta—. ¿No ves bien o por qué haces una pregunta tan tonta?

Haikyuu!! | EscenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora