Aone Takanobu

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Para todo el mundo, Aone Takanobu era un enorme muro al cual deseaban derribar, para ti, solo era un enorme oso que podías abrazar

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Para todo el mundo, Aone Takanobu era un enorme muro al cual deseaban derribar, para ti, solo era un enorme oso que podías abrazar.

Ser novia de alguien como lo era el bloqueador central de la preparatoria Técnica Date conllevaba dos cosas: la primera, era ser la chica que iba a todos lados con el equipo de voleibol aún sin pertenecer al club, y la segunda, era recibir miradas de asombro cada vez que descubrían la relación que tenías con Aone; a pesar de eso, aún no lograbas acostumbrarte del todo a esas miradas con absoluto asombro cuando te veían tomarlo de la mano para iniciar su camino, para después escucharlos preguntar:

—¿Cómo es que consiguió novia?

Al inicio había sido molesto, ¿qué acaso nadie más veía lo amable y gentil que era Aone? ¿De verdad eras la única que sabía leer sus expresiones? ¿Por qué todos terminaban mal entendiéndolo? Eran preguntas que siempre te surgían cada vez que ocurría algún incidente, como cuando iban en el transporte, y las personas se alejaban de él, o cuando durante sus partidos las personas se hacían a un lado para dejarlo pasar, y aunque te habías propuesto en hacerlos cambiar de opinión, Aone te había detenido, y aunque no había dicho nada verbalmente, cuando negó con la cabeza, desististe de cambiar la perspectiva de los demás.

Tiempo después, comprendiste que intentar hacer eso sería una pérdida de tiempo, desististe de ello, pues de nada serviría pedirles a las personas que no lo malinterpretaran si no lo conocían, además, Aone estaba rodeado de personas que le querías, apreciaban y respetaban, así que con eso te bastaba, no era necesario que todo el mundo lo amara, con que esas personas que él apreciaba lo hicieran, era más que suficiente.

Si los demás no se daban el tiempo de conocerlo y se perdían de convivir con una persona que, a pesar de no hablar tanto, era muy amable, entonces eso ya no era tu problema.

Aunque tú no eras una amante del deporte, sabías que Aone lo amaba lo suficiente como para quedarse hasta tarde entrenando, tu club no duraba mucho, y aunque tu casa quedaba un poco lejos de la escuela, preferías quedarte un par de horas sentaba en el gimnasio mientras escuchabas a su entrenador hablar de lo mucho que habían mejorado y como sus retos a corto plazo los cumplían cada semana, tú no entendías mucho de estrategias y jugadas en el voleibol, te daba gusto ver el rostro alegre de todos cuando hacían algo bien.

—Ah, de nuevo está lloviendo.

Dirigiste tu mirada hacia la entrada del gimnasio, observado las gotas caer y comenzando a mojar todo el camino.

—En el clima no dijeron nada sobre que llovería —murmuraste confundida, de haberlo sabido, ni habrías sacado tu paraguas de la mochila en la mañana.

Debido al mal clima y que la lluvia parecía tener pocas intenciones de terminarse, el entrenador había dado el entrenamiento para hacer ejercicios libres y practicar lo que quisieran, además de poder retirarse en el momento que lo desearan, ya fuera en ese momento o más tarde, esperando que la lluvia se terminara, se despidió de ti, deseándote un buen regreso a casa, de cualquier forma, no tenías intenciones de irte en ese momento, no tenías un paraguas contigo, así que esperabas que la lluvia disminuyera hasta convertirse en una pequeña brisa.

Haikyuu!! | EscenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora