Suna Rintarō

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Cuando Suna Rintarō conoció a los hermanos Miya, supo que haría todo lo posible para evitar involucrarse con ellos

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Cuando Suna Rintarō conoció a los hermanos Miya, supo que haría todo lo posible para evitar involucrarse con ellos.

Sin embargo, para la mala suerte que parecía tener, los gemelos eran buenos en el voleibol, y no le había quedado más opción que compartir un espacio más con ellos, y como si eso no fuera suficiente, tenía que soportar a su hermana en clases, y aunque no eras igual de "extravagante" —por decirlo de alguna manera— como lo eran tus dos hermanos mayores... O al menos eso era hasta que los tres estaban en el mismo lugar y todo parecía ponerse de cabeza, porque Atsumu era egocéntrico, Osamu era relajado y tú eras sarcástica, separados parecían ser las personas más misteriosas que alguna vez podría conocer, pero juntos, debido a que habían compartido un útero durante ocho meses, parecían haber desarrollado el mismo instinto de competitividad.

Suna había aprendido a ignorarlos, si no tenía necesidad de hablarles, no lo haría, prefería fingir revisar su teléfono que intervenir en alguna pelea que involucrara a esos tres trillizos caóticos que compartían clase con él, por lo menos en los entrenamientos lo tenía más fácil, aunque en primer año Kita aún no era su capitán, había algo en él que hacía que Atsumu y Osamu se tranquilizaran y dejaran de pelear, pero en clase —y agregándote a la ecuación— no había quien lo salvara, porque aún con todos sus intentos de ignorarlo, ustedes habían parecido tomarlo como un juguete con el que podían jugar siempre.

—¡Deja de esconderte detrás de Suna, (Nombre)! —Gritó Atsumu llegando al salón, y tú pareciste hacerte más pequeña detrás de él—. Tú, quítate del camino.

—No.

Las miradas que el rubio y el peligris eran lo que se esperaba, Suna normalmente no decía nada y solo esperaba que pasara lo que sea que tuviera que pasar, así que el haber respondido, había resultado toda una sorpresa, y cuando te observó por encima de su hombro, sosteniéndote del saco de su uniforme y con las mejillas ruborizadas, Suna simple te no te pudo dejar, sabía que tus hermanos no serían capaz de lastimarte, pero el rostro que había visto era algo nuevo para él, y así quiso conservarlo.

Aunque Suna Rintarō era alguien tranquilo e inexpresivo por inercia, se había descubierto buscándote siempre que llegaba a un lugar, incluso durante los almuerzos, su vista no descansaba hasta que te hallaba, le caías bien, aún con tus comentarios sarcásticos para hacer enojar a tus hermanos y con la energía que almacenabas —contrario a él—, le gustaba orbitar a tu alrededor, sabía que estaba teniendo sentimientos hacia ti, se había dado cuenta de ellos cuando, en una de esas ocasiones en que pasabas a dejarles algo de comer a tus hermanos mientras entrenaban, descubrió que buscabas algunos pretextos para hablar con Kita, al principio había creído que sería una cosa de nada, que tal vez solo él estaba mal interpretando las cosas, pero cuando notó tus mejillas sonrojadas después de hablar con su capitán, supo que debía actuar.

Ya que no se podía deshacer de tus hermanos, había decidido usarlos para obtener información de ti, así que había descubierto que, en los últimos días, te la pasabas hablando de lo genial que parecía ser su capitán, de cómo te agradaba ese aspecto serio y maduro que parecía mostrar frente a todo un equipo de voleibol lleno de raritos, por su parte, él nunca había sido una persona que actuará solo porque sí, prefería mantenerse al margen de los problemas o si era posible, grabarlos con su celular, sin embargo, lo que estaba ocurriendo contigo, no era algo que pudiera solucionar manteniéndose al margen, porque le gustabas, y aunque respetaba a Kita —hasta cierta medida, porque a veces le gustaba burlarse de él—, no le gustaba el hecho de que miraras a alguien que no fuera a él.

Haikyuu!! | EscenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora