Rebecca tenía los nervios a flor de piel, estaba empezando a ser consciente, mientras ayudaba a su madre en la cocina, de que habían intentado matarla, o tal vez a Sarocha, el caso es que las flechas habían volado sobre sus cabezas. Sarocha había decidido acompañarla hasta el final del bosque y había esperado ahí, escondido en la espesura, hasta que ella llegó a su casa. ¿Pero quién les quería hacer daño?Bueno, a Sarocha quién sabe, los guerreros tienen enemigos en todas partes. —¡Ay! —Pero Rebecca, ¿qué te sucede? —Nada madre, que casi me corto un dedo. —Estás muy despistada, anda trae el cuchillo y vete a ayudar a tu padre antes de que el daño sea irremediable. Rebecca dejó el cuchillo y la zanahoria que estaba pelando y sin rechistar se marchó. Su cabeza no dejaba de dar vueltas y vueltas. Debería estar asustada, sin embargo, la presencia de Sarocha le transmitía seguridad, tranquilidad. —¡Rebecca! Al oír su nombre se giró y vio a Billy que se acercaba corriendo. —Hola Billy, qué haces por aquí tan temprano. —Ya he terminado mis entrenamientos y tenía un rato libre. ¿Necesitas ayuda? —Pues no lo sé. Me dirigía ahora a buscar a mi padre para echarle una mano. —Vale, yo te acompaño. Rebecca miró a su amigo. No sabía si debía contarle lo sucedido. —Hoy he ido a pasear con lord Sarocha. Billy no dijo nada y esperó a que Rebecca continuara. —Me la encontré por casualidad y me pidió acompañarme, no encontré una buena excusa para negarme...—le miró a la cara, él seguía mirando hacia el frente, esperando— nos atacaron en el bosque... -- observó, el rostro de Billy que seguía inescrutable— ¿me estás escuchando Billy? —¿Por qué crees que estoy hoy aquí? La miró intensamente, sus ojos mostraban preocupación, pero su rostro era amable. —¿Lo sabías? Él afirmó con la cabeza. —Esta mañana lord Sarocha se me acercó y me contó lo sucedido. Me ha ordenado cuidarte. —¿Cuidarme? ¿De qué? —No lo sé, solo sé que puedes estar en peligro y yo, a partir de hoy, seré tu sombra....
********
—Mi señor... —dijo el hombre doblando el cuerpo en una reverencia excesiva. —Qué nuevas traes. —No muy buenas, mi señor. —Habla —ordenó. —Se nos ha escapado. —¿Escapado?¿Cómo es eso posible? —Creo que subestimamos a la guerrera, mi señor.—¡Maldita sea! Ahora seguro que estará vigilante. Hemos perdido el factor sorpresa... El hombre se levantó con calma y miró con desprecio al patán que había contratado. Nunca tuvo demasiadas esperanzas puestas en ese grupo de villanos, pero aparte de eficacia, más que nada, necesitaba su más absoluto silencio. Si alguien descubría que él estaba detrás del ataque, sería su fin... no... no podía permitírselo, tendría que cambiar de planes y comenzar de nuevo... pero si de algo estaba seguro, era que acabaría con Sarocha a la menor oportunidad.
********
—Más vale que levantes la espada un poco más y debes ser mucho más rápida. —Pero ¿qué te pasa? No sueles ser tan torpe. —No soy torpe, estoy algo distraída. —Pues concéntrate, no puedo estar perdiendo el tiempo contigo si tú no pones nada de tu parte. —Lo intento Billy, en serio —bajó la espada al suelo y se secó el sudor de la frente con la manga de la camisa— pero es que estoy algo nerviosa... —¿Por lo de esta mañana? —Sí... —Bueno, pues intenta gastar todos tus nervios dando estocadas, y que sean certeras por favor. Rebecca le miró con rabia. La estaba provocando, ella lo sabía. —Muy bien, tú lo has querido. Volvió a coger su arma y se puso en guardia. El ruido que hacían las espadas al chocar, resonaba en el bosque, acero contra acero...Rebeca apenas tenía aliento, pero aun así continuó con todas sus fuerzas. —Eso está mucho mejor. —Veo que seguís con vuestros entrenamientos. Ambos pararon al oír aquella voz. Billy se puso tieso al instante y Rebecca, cansada, se sentó en el suelo intentando recobrar el aliento. Sarocha la miró preocupada. Se la veía agotada, tenía el rostro rojo y cubierto de sudor. —Creo que tal vez eres demasiado duro con la dama. Billy miró también a Rebecca, que seguía sentada en el suelo, mirando a ambos, sin soltar la espada. —Creo que, ahora más que nunca, ella debe saber defenderse. Sarocha dirigió su mirada hacia el muchacho. Desde que él estaba allí le había obligado a entrenar duramente todos los días y se veía el resultado, los brazos eran más fuertes y sus hombros más anchos. Se le notaba diferente. —Eso estaría bien si ella tuviera la costumbre de pasear con una espada a la cintura, pero creo que lo único que lleva es una pequeña daga. Tal vez sería mejor enseñarle a defenderse con las armas que posee. De nada sirve saber manejar una espada a la perfección, si la espada se queda en casa. Billy no dijo nada, simplemente la miró. Sarocha era una guerrera formidable, sus duros años de entrenamiento la habían convertido en un ser temible si se lo proponía. Era fuerte, manejaba cualquier arma con una gran soltura y poseía una mente ágil que se anticipaba a los movimientos de sus enemigos. Una guerrera con años de luchas y batallas en su espalda, sin duda, sería mortal en combate, una digna adversaria a tener en cuenta. Billy sabía que ante él o cualquiera de los hombres que Sarocha hubiera entrenado, no tenía la menor posibilidad, ni él, ni muchos otros soldados bien entrenados. —Eso no se me había ocurrido, señora.Sarocha afirmó y se acercó a ellos muy despacio. Rebecca no se movió a la espera de lo que pudiera hacer o decir aquella mujer. —Tal vez deberías entrenar también en el cuerpo a cuerpo. Y sin duda, deberías enseñarle a manejar la daga con soltura y confianza. Eso puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Detrás de Sarocha apareció un sonriente Jim, Rebecca, aún sentada en el suelo miró fijamente a los presentes, todos altos, fuertes y muy atractivos. —Hola Rebecca, ¿cómo te encuentras hoy? —preguntó Jim; su sonrisa se hizo más ancha y Rebecca se quedó fascinada. Tardó unos instantes en contestar. —Cansada, estoy cansada. Jim soltó una carcajada, se acercó hasta Rebecca y le ofreció la mano para ayudarla a levantarse. Sarocha no parecía muy contenta ante este gesto de galantería. —Jim y yo teníamos pensado hacer una visita a tu padre. Rebecca, ayudada por el guerrero se puso en pie. Se sacudió las faldas y miró a Sarocha. Su corazón palpitó con alegría, aunque su gesto permanecía imperturbablemente serio. Sarocha era una mujer muy guapa, sus ojos tan negros como la misma noche la miraban con intensidad, como si desearan poder decir algo. —Bien, creo que a mi padre le alegrará verlos. Sarocha se agachó y cogió la espada, la levantó y la miró con detenimiento durante unos segundos. Era un arma muy hermosa, más pequeña de lo normal y con la empuñadura labrada. —Mi padre me la regaló cuando cumplí los 12 años. Fue él el primero que me enseñó a usarla. Practicábamos tres o cuatro días por semana. Sarocha simplemente afirmó, pero no dijo nada. Le entregó la espada. Rebecca la guardó y juntos se encaminaron a su casa...
ESTÁS LEYENDO
Coraje Oculto
FanfictionEsta historia es una adaptacion cuyo autor legal es A. Lawrence, Una novela histórica-aventuras-romance que hará las delicias de cualquier lector.