Capitulo 14

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Sarocha no hablaba mucho, pero no le quita los ojos de encima. A Rebecca le costaba mucho aceptarlo como señora de sus tierras, lejos de la cota de malla que acostumbraba llevar casi siempre, aunque no dejaba la espada, y su gesto era más relajado, más tranquila, dejando un poco de lado a la guerrera para convertirse en una señora feudal. Billy se levantó de la mesa y se dirigió hacia Rebecca, se acercó hasta ella y la sacó a bailar, ella aceptó divertida. Sarocha se ensimismó mirándola bailar y reír. Sintió un extraño calor inundando su pecho y no pudo evitar pensar en formar una familia y un hogar... Mientras, Jim ocupó el sitio que había dejado libre Rebecca se fijó en que Sarocha no apartaba los ojos de la chica. —¡Por todos los santos! —Le dijo mientras le golpeaba en la espalda— ¡La deseas! Sarocha le miró como si de pronto le hubieran salido orejas de asno en la cabeza. —¿Acaso estás loco? Jim rompió a reír. —No hermana, no estoy loco, pero te veo y me doy cuenta de cómo la miras. Ella te gusta y la deseas, no me lo niegues. —No te negaré que la muchacha es hermosa, cualquier persona joven y sana la desearía. Jim soltó una carcajada que hizo que Sarocha lo mirara furibunda y enojada. —A mí no me engañas, es más que deseo físico lo que te atrae, tienes ese brillo en la mirada...  Y volvió a reír con ganas, doblándose sobre sí mismo. —Jim Orntara, creo que deberías irte a dormir, has bebido demasiado licor y tu cabeza y buen entendimiento se están viendo nublados. Jim se puso en pie como bien pudo llegó hasta donde se encontraba Rebecca, le pidió que bailara con él.  —¿Os lo estáis pasando bien, Rebecca? Ella lo miró fijamente mientras se movían al ritmo de la tarantela. —Lo cierto es que sí, mi señor. —Oh... dejémonos de esos formalismos, llámame simplemente Jim. Espero que seas muy feliz aquí hay buena gente y si necesitas algo no dudes en pedírmelo, estoy a tu entera disposición. —Muchas gracias Jim, eres muy amable. El baile siguió durante un par de horas más, Rebeccase encontraba muy cansada decidió que lo mejor era irse a su cuarto cuando divisó a Billy sentado con una muchacha en sus rodillas. Se dirigió hacia Sarocha que seguía en el mismo sitio hablando con las demas personas. —Si me disculpáis mi señora, creo que ya es hora de que me retire. Sarocha la miró, estaba sonrosada por el baile y el calor, unos mechones de su pelo se habían soltado del peinado y le brillaban los ojos. Nunca la había visto tan hermosa. —Os acompañaré. —Oh...no es necesario, en serio. —Insisto —dijo mientras se ponía de pie. La cogió por el brazo y la acompañó hasta su cuarto. Durante el corto trayecto la fue haciendo preguntas sobre si la cena y el baile habían sido de su agrado. Ella le dijo que sí con entusiasmo. —Espero que descaséis Rebecca.—Le dijo, mirándola fijamente, mientras su atención era captada por los dulces labios de la muchacha, que ahora brillaban con una sonrisa. —Gracias por todo Sarocha, creo que puedo intentar ser feliz aquí, en tu hogar. Sarocha alzó una ceja debido a la sorpresa. —Sinceramente, espero que así sea. —Buenas noches, Sarocha. —Buenas noches, Rebecca. Y la chica cerró la puerta dejando a una Sarocha hambrienta de algo que no podía identificar...

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Cuando Rebecca abrió los ojos ya estaba bien entrada la mañana no tenía muchas ganas de levantarse de la cama, pero no quería que los que allí vivían pensaran que era una perezosa... Se puso en pie con dificultad. Tenía la ropa preparada en una silla, se lavó, se vistió, se peinó no tenía ganas de salir de la habitación, así que se asomó por el hueco de la ventana. Le gustaba respirar el aire frío de la mañana. Desde ahí podía ver con total claridad el campo de entrenamiento, así que se dedicó a observar. Distinguió al instante a Sarocha, que luchaba contra un grupo de soldados como si le fuera la vida en ello. Unos golpes en la puerta la sobresaltaron. —Adelante. —Buenos días, mi señora. —Buenos días, Charm. Dejó que Charm se ocupara de sus quehaceres mientras ella disfrutaba del espectáculo. Sarocha no había pegado ojo en toda la noche. Se levantó con el alba y se dispuso a ocupar su cuerpo y su mente en cosas más provechosas que los maravillosos ojos verde musgo que la habían mantenido en vela. Bajó al campo de entrenamiento y descargó su furia y su rabia en los ejercicios con la espada. Después de unas horas entrenando con fuerza, sus músculos comenzaban a quejarse, pero ella no pensaba parar hasta quedar totalmente rendida de cansancio, con la vana esperanza de que así, talvez, no pensaría más en ella,  cuando apareció Jim con un movimiento de cabeza ordenó al grupo que fueran a practicar a otro lado. Se cruzó de brazos y la miró socarrón. —Veo que no has dormido bien. Sarocha levantó la cabeza y lo miró fijamente. —Jim, no estoy de humor. —Oh hermana, eso ya lo veo. Me doy cuenta de que estás intentando matarte. Quizá sea para poder olvidar lo que tanto te inquieta. Tal vez...—Jim, te lo advierto, no estoy para juegos. —Dime hermana, ¿cuál ha sido el motivo de tu enojo? ¿Tal vez se deba a que tu cabeza no ha parado de darle vueltas a un asunto y no has podido descansar? ¿O tal vez se deba a otra parte de tu anatomía que no te ha dejado dormir? Sarocha no lo pensó, se incorporó y le soltó un tremendo puñetazo en la cara. Jim dio con su trasero en el suelo —¿Con que esas tenemos eh? se abalanzó sobre Sarocha, cogiéndole por la cintura y propiciando la caída de ambos. Rebecca vio con pesar como Sarocha golpeaba a Jim y este caía, —Charm, ¿crees que eso forma parte de los entrenamientos? Charm se asomó por el hueco y observó a la lucha. —No entiendo mucho sobre eso señora, pero a mí más bien me parece una pelea, el corazón de Rebecca comenzó a golpear con fuerza en su pecho. Sarocha le soltó un puñetazo a Jim en el estómago que lo hizo doblarse en dos. Rebecca no lo soportó más y salió de la habitación corriendo todo lo rápido que le permitía el vestido. Billy la vio correr como una loca por el patio, iba directamente hacia la pelea, al darse cuenta de su dirección echó a correr para detenerla. La cogió por la cintura en cuanto le dio alcance. —Rebecca ¡No! ¿Qué te crees que estás haciendo? Rebecca lo miró sorprendida. —¡Se van a matar! Debemos impedirlo. —Rebecca, si te cruzas la que puede resultar herida eres tú. Ella no le hizo ni caso, se soltó como pudo y continuó corriendo. —¡Basta! ¡Parad!—gritaba mientras corría. Los combatientes estaban rodeados de soldados que Rebecca tuvo que sortear. —Paradla, no la dejéis pasar —gritaba Billy, pero con el fulgor de la batalla nadie le prestaba la menor atención. Rebecca pasó por entre las personas, que apenas se percataban de su presencia. Vio, con horror, los golpes que ambos se propinaban, con rabia, con fuerza. Ella sintió un nudo en el estómago. Por unos instantes sintió miedo, puro terror por la fuerza que ambos tenían, parecían bestias salvajes. Sin poderlo evitar echó a correr hasta ellos y se interpuso en medio. —¡Basta ya! —gritó, pero se dio cuenta demasiado tarde de que los dos estaban tan pendientes de la batalla que no la vieron llegar. Cerró los ojos y esperó la llegada del terrible golpe que iba destinado a Jim pero que acabaría en la cara de Rebecca. —¡Por todos los santos mujer! —gritó Jim cogiéndola por la cintura y tirándola al suelo. Sarocha al verla se quedó paralizada con el puño en alto listo para estamparlo en el cuerpo de Jim. Durante unos segundos que parecieron horas, nadie se movió, nadie habló... —¿Estás loca? —Le preguntó Jim— ¿Acaso no te das cuenta de que podíamos haberte matado? Ella le miró desafiante. —Eso mismo es lo que intentabais hacer ...—Esa mujer está loca Sarocha, hemos estado a punto de matarla y ella... —Y ella solo pretendía que no nos matáramos entre nosotros. —Terminó Sarocha se dirigió hacia un barril con agua, se lavó la cara y se mojó el pelo, esperaba tener buen aspecto —Iré a hablar con ella—dijo, se dirigió hacia el castillo con paso firme y rápido. —No puedes ser tan impulsiva Rebecca, Sarocha es una guerrera, no necesita de nadie para que lo proteja. —Ya lo sé, no puedo entender como llegué hasta ahí, solo sentí que tenía que separarlos... —Debes ser más prudente o te enviará de vuelta a tu casa en menosque canta un gallo. —¿Y eso sería tan malo? Billy, que paseaba de un lado aotro de la habitación, se detuvo de golpe y la miró fijamente. —¿En serio me has hecho esa pregunta? Ella agachó la mirada. —Lo siento Billy, pero... pero es que a veces no estoy segura de que esto sea lo mejor... mi vida ya no es mía, ahora depende de Sarocha, —Sí, se trata de eso Rebecca, se trata de que Sarocha decida sobre ti, pero que también te cuide y te proteja. ¿De qué te sirve la libertad si tu vida corre peligro? ¿Acaso no te das cuenta de que si estuvieras en tu casa ahora mismo podías estar muerta? Dime, ¿cuál es peor? —Ya lo sé Billy, te entiendo, en serio, pero tengo que acostumbrarme al cambio. —Más te vale que lo hagas rápido Rebecca, si Sarocha decide mandarte de vuelta a casa estarás perdida, ni siquiera yo podría protegerte. —Billy, ¿puedes dejarnos solas? —preguntó Sarocha en un tono de voz suave pero autoritario. Había estado escuchando la reprimenda detrás de lapuerta. Sarocha comenzó a caminarpor la habitación con calma, despacio, no quería asustar a la muchacha más de lo que ya lo estaba. Sus ojos estaban rojos, supuso que por el llanto y no le miraba a la cara. —Lo siento, mi señora... yo no quería... es decir, si quería, pero yo... No sabía cómo continuar la muchacha suspiró resignada. —Le prometo que no lo volveré hacer... —¿Hacer el qué? —preguntó ella.—Intentar detener una pelea. —¿Era eso lo que pretendías? —Sí. Sarocha se detuvo frente a ella. —¿Por qué? Ella alzó la vista que tenía puesta en sus manos y le miró a los ojos, esos maravillosos ojos que la llenaban de sentimientos nuevos para ella. —Bueno, yo... yo estaba asomadaa la ventana, viendo el entrenamiento y os vi pegar a Jim... y luego él os golpeóa vos... y parecía que se iban a matar y no sé qué me pasó... yo solo sabía que no podía permitirlo y... bueno, no lo volveré a hacer, lo juro. —Eso está bien... no debes meterte en mis asuntos Rebecca, hoy has estado a punto de provocar un terrible accidente, ¿eres capaz de comprender lo que podría haber pasado si Jim o yo no te hubiésemos visto a tiempo? Ella movió la cabeza en un gesto afirmativo. —Entiendo que tu vida hasta ahora ha sido muy distinta. Sé que has gozado de libertad de movimientos y tú padre te enseñó a tomar tus propias decisiones, si te riges por tus normas o tus sentimientos pones en peligro a los que te rodean, y eso yo no lo puedopermitir. ¿Comprendes? —Ella volvió a afirmar con la cabeza.... Sarocha no continuó hablando, se limitó a mirarla. Rebecca estaba sentada en el borde de la cama, con las manos sobre sus piernas y sin levantar la mirada. Se la veía triste y afectada. Decidió que no la recriminaría más, era comprensible que le costara amoldarse a su nueva situación, demasiados cambiosy demasiado rápidos. —Bueno, te veré en la comida. —Se giró y se dispuso a marcharse. —¿Por qué peleabais? —Por nada en particular, —Está bien... me gustaría que no me tratarais como si fuera estúpida, porque no lo soy. 

Charm paseaba por el castillo, como ahora era la dama de compañía de Rebecca, no tenía nada que hacer hasta que ella la reclamara... —Hola Charm. —Hola Tinna. —Hoy hace un día espléndido ¿verdad? —Lo cierto es que sí, hace muy buen día. —Me he enterado de lo que ha pasado con mi señora Rebecca. Charm miró fijamente a Tinna.Era una chica menuda, algo tímida y permanecía la mayor parte del tiempo callada, pero algo en su forma de mirar hacía sentir a Charm que no era una chica de fiar. —Sí, al parecer ha dado un buen espectáculo. —Dime, ¿Cómo es ella? Quiero decir. ¿Es amable o se cabrea con facilidad? ¿Es altanera o humilde? —Bueno, no sabría decirte, tampoco la conozco mucho. . —Ya veo... su presencia en el castillo ha acaparado toda la atención, es cuanto menos extraño que nuestraseñora sea ahora la tutora de una dama. —No lo es tanto, supongo que mi señora Sarocha era un gran amiga de la familia de mi señora Rebecca y por ello se ha hecho cargo.

Coraje OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora