Agosto de 1430, tres meses antes. Condado de Devon, Inglaterra.
Se adentró en el bosque como cada tarde, se dirigía hacia el claro donde la estaba esperando Billy, su amigo de la infancia, allí luchaban casi a diario con la espada, ella aprendía a defenderse, él practicaba, pues hacía poco que se había convertido en soldado. Su señor feudal, sir Nop Kanpiang le había dado trabajo en cuanto cumplió los 10 años, como escudero, ahora se sentía muy orgulloso de su nueva posición. Siguió caminando y como había supuesto, Billy ya estaba calentando.... —Venga niña, que no tengo todo el día, hoy te has retrasado....—Ya ves, he tenido un pequeño problema con los caballos.....—Déjame adivinar... ¿el nuevo?...—Sí, ese mismo, es hijo del demonio, te lo juro, no me soporta, en cuanto me ve echa a correr y no hay quién lo alcance....Billy se reía mientras ella hablaba....—¡No te rías! Es la verdad....—Qué cosas tienes, seguro que ha sido pura casualidad, Diamante es un caballo estupendo....—Ya claro, para ti que cuando lo montas pareces más alto. El muchacho soltó una sonora carcajada....—¿Más alto? Soy lo suficientemente alto....—¿Sí? Para qué....—Pues para ser un buen mozo. Ahora fue ella la que se echó a reír....Billy era hijo del herrero, tenía tres hermanos más, todos varones. Él era el pequeño, aunque no el más bajo. Su piel era blanca y su pelo castaño claro, tenía unos ojos que a veces recordaban a la miel, apuesto, simpático y divertido. Su padre no era un hombre apegado, era violento y desagradable. Un día mientras ella paseaba por el bosque lo encontró tendido en el suelo y mal herido, sin preguntar nada lo cogió y como pudo se lo llevó a casa. Allí lo curó de sus heridas. Desde entonces fueron amigos inseparables, y por desgracia no fue la última vez que tuvo que curarlo. Pasadas las seis, Billy la acompañó hasta su casa. Rebecca vivía con sus padres en una cabaña bastante lejos de la aldea. Su padre poseía tierras, pero ya estaba mayor y las tenía arrendadas. También tenían animales de los que se ocupaba Rebecca y una enorme huerta donde trabajaban los tres. Era hija única.
—Hola señor Armstrong....El padre de Rebecca estaba sentado en la entrada de la casa. Una construcción de madera y barro de una sola planta....—Hola muchacho, ¿qué tal te va?...—Pues bien, señor....—¿Ya me traes a mi pequeña?....—Sana y salva señor, como siempre....—Muy bien —dijo el hombre mientras apretaba la mano de su hija afectuosamente— así me gusta, sana y salva.....Decidió ir a por moras en cuanto su madre comentó que quería hacer un bizcocho. A Rebecca le encantaba ese postre, no lo dudó ni un momento y salió de la casa con la cesta y una enorme sonrisa. Aspiró profundamente el aroma húmedo de latierra que pisaba del bosque Rebecca había crecido allí, rodeada por el esplendor y la belleza virgen creada por la naturaleza. Adoraba ese lugar. Conocía el bosque como la palma de su mano y fantaseaba con sueños imposibles mientras sus pisadas crujían sobre las hojas secas. Llegó hasta el lugar donde las zarzas producían las moras más dulces, dejó la cesta en el suelo y se dispuso a coger aquellas que parecían más gordas, sin olvidar probar algunas. Distraída en su tarea no se percató de la llegada de los hombres hasta que estos estuvieron prácticamente a su lado. Con un brinco se puso en pie,asustada, al oír el sonido de la risa sarcástica de los extraños —Vaya, vaya, mirad que animalito hemos encontrado en el bosque....Los otros dos hombres la miraron con una media sonrisa aterradora en los labios. Heng se acercó un paso más a ella, y esta retrocedió un paso..... —Qué queréis... Él puso la mano en el mentón fingiendo pensar seriamente la pregunta.
—Bueno, una pregunta interesante Rebecca, aunque creo que sabes bien la respuesta... Se le aceleró el corazón de miedo, no soportaba a Heng, el hijo de sir Jirawat Wachirasarunpat, su señor feudal. Un muchacho prepotente, desagradable, violento. Creía que todos debían hacer su voluntad, por ser hijo de quién era. No tenía reparos en tomar lo que quería sin importarle absolutamente nada....—No te acerques a mí. ¡Déjame en paz Heng! Él soltó una carcajada...
—Me gustas mucho Rebecca. Nunca dejas de sorprenderme, pero no sé por qué eres tan puritana. —Se acercó un poco más— Yo sé que me deseas... Le dio un vuelco el estómago de puro asco. Sabía que tenía que alejarse de él, era peligroso y no había traído ni una triste daga para defenderse.... Los otros dos hombres se acercaron un poco más a Heng, y este dio un paso en dirección a Rebecca que sin pensárselo, echó a correr a través el bosque....—¿A dónde vas? ¿Crees que no te voy a coger Rebecca? —Preguntó iniciando la carrera detrás de ella— Qué ilusa, tarde o temprano te atraparé.... Rebecca tiró la cesta de moras a un lado, pues le impedía la movilidad y sin saber hacia dónde, siguió corriendo. Oía los pasos de sus perseguidores muy cerca de ella, cada vez más. La atraparían, estaba segura y después, después... prefería no pensar en eso. Tenía que correr y muy rápido. Debía sortear las ramas de los árboles que le golpeaban el cuerpo, y el vestido limitaba considerablemente sus movimientos. Su corazón iba muy rápido, casi no podía respirar y sentía punzadas en el pecho y en la cabeza, ¡estaba perdida! No podría escapar, no esta vez... de pronto se dio de frente con algo, algo duro y fuerte. De la fuerza del impacto ella salió disparada hacia atrás, pero una mano firme la sujetó por los codos e impidió que se golpeara contra el suelo..... —¡Cuidado muchacha! Rebecca, que se había agarrado con fuerza a los brazos de la mujer, levantó la mirada muy despacio. Lo que vio la dejó profundamente conmocionada.... ¡Era una mujer! Pero la mujer más apuesta que jamás había visto, sus ojos negros la miraban con intensidad y enfado, por un instante se perdió en la inmensidad de esa mirada.... A lo lejos se oían los pasos de los tres rufianes y se obligó a volver a la realidad.... —Por favor señora, ayúdeme, no deje que me atrapen, se lo suplico.... —¿Qué...?.... Pero antes de que pudiera continuar un hombre apareció seguido de otros dos. Instintivamente puso a la mujer detrás de ella y sin que ella se diera cuenta aparecieron a su lado un montón de hombres y la rodearon, ¿De dónde habían salido? Estaba conmocionada pero no dejaba de mirar a su alrededor. De pronto se sintió muy pequeña. Todos los hombres que estaban junto a ella eran altos. Todos vestían ropas de guerra, cota de malla, yelmos y unas espadas tan grandes como ella misma colgaban de sus cinturas. Miró al frente y solo pudo ver la espalda, de la mujer que la había sujetado antes. También vestía cota de malla, pero no llevaba yelmo, su mano derecha ya estaba en la empuñadura de su espada. Heng se quedó paralizado en cuanto vio a la guerrera, frenó tan en seco que los dos hombres que le seguían se golpearon con él. ¡Malditos fueran! Miró a la guerrera a la cara, era fiera y fuerte, de eso no cabía duda. Al instante sus compañeros de armas se acercaron a él formando un muro casi impenetrable. Pero no podía amedrentarse, él era el hijo del señor de esas tierras, nadie podía hacerle daño o se enfrentaría a la ira de su padre. Reunió valor y se dirigió al que parecía ser la jefe, que era sin duda la más grande de todos..
—Devolvedme a la muchacha.... Ella lo miró sin cambiar la expresión de su cara.... —¿Por qué debería hacerlo?... —Ella me pertenece.... Rebecca abrió mucho los ojos, no podía consentir que dijera eso, si esos hombres creían que era de él no dudarían en entregarla. Le tocó la espalda con cuidado.... —Eso no es verdad, mi señora. —Le dijo a la espalda,con mucha firmeza, o eso supuso ella. La dueña de la espalda no hizo ningún caso de lo que ella le había dicho, tal vez no lo dijo con suficiente fuerza, miró con intensidad a la guerrera de arriba abajo, empezó a tener miedo..... —No te preocupes muchacha, mi señora no dejará que te suceda nada malo.... Ella se giró hacia el hombre que le había hablado, sonreía con amabilidad y le infundió confianza. Se serenó respirando varias veces con calma y se dispuso a esperar lo que estaba por suceder...
—¿Es vuestra, decís?... —Sí, lo es.... —¿Es vuestra esposa?... Heng dudó un instante, ¿A qué venía eso?... —No. ... —¿Hermana tal vez?... —No. ... —¿Prima? .... Estaba empezando a ponerse nervioso. ... —No. .... —¿Tenéis algún parentesco familiar?... —No. —Contestó claramente enfadado.... —¿Y por qué decís que os pertenece?... A Heng se le acabó la paciencia, no podía perder el tiempo con aquella imbécil, quería a Rebecca ya.... —Soy el hijo del señor de estas tierras, todo lo que hay en ellas me pertenece, ¿Y quién sois vos señor qué estáis en tierras de sir Jirawat Wachirasarunpat sin ser invitado?.... De los ojos de la guerrera salieron chispas, pero Heng no se inmutó..... —Soy lord Sarocha Chankimha..... Heng abrió mucho los ojos, claro signo de reconocimiento. De repente se puso nervioso. Rebecca lo vio a través del hueco del brazo de la tal Sarocha, por lo visto era una mujer importante..... —Y podéis ir diciéndole a vuestro señor que estoy en sus tierras, dentro de dos horas iré a visitarlo y mis hombres y yo nos quedaremos al menos una semana, que lo tenga todo preparado..... Heng asintió con la cabeza, echó un ojo a Rebecca,pero fue lo suficientemente listo como para no decir nada, se dio media vueltay se marchó..... La muchacha respiró hondo, todos a su alrededor se relajaron y comenzaron a romper la barrera creada para proteger a la mujer, Sarocha se giró, y Rebecca quedó de frente. Sintió como respiraba por su movimiento y durante unos segundos se quedó así, sin saber muy bien qué hacer..... —No me gusta nada ese muchacho, al parecer las habladurías son ciertas.
—Dijo Sarocha a sus hombres. Reparó en la muchacha que estaba frente a ella sin moverse, con la vista fija en sus ropas—. Bueno, parece que ya eres libre..... Rebecca levantó la mirada, sus ojos eran de un verde musgo y lo miraban con una enorme gratitud.... —Gracias mi señora, os lo agradezco mucho. —Dio un paso atrás algo cohibida, dirigió su mirada alrededor — muchas gracias, mi señora —y comenzó a andar con paso firme. .... —¿A dónde vais? ... Ella se giró muy despacio y la miró extrañada. ... —A casa, mi señora. ...—No creeréis que os vamos a dejar ir sola.
Rebecca fijó la mirada en ella, no sabía muy bien con quién estaba tratando, por lo tanto, debía tener cuidado con lo que decía. ... —Bueno, no veo razón por la que deban acompañarme. Heng ya se ha ido y puedo volver a casa tranquilamente. ... —Pues yo creo que no. Os acompañaremos muchacha. ... El tono daba a entender que no había discusión posible. Rebecca abrió mucho los ojos y se acercó. ... —Mi señora, de verdad, no debéis molestaros, ya no hay peligro. — Suplicó.
Sarocha la miró. ... —No es molestia. ... Sintió pánico, ¿qué dirían sus padres se la viesen llegar con todo un ejército? .... —Pero... pero, mi señora, mis padres ya son bastante mayores y no creo que les haga bien verme llegar seguida de un montón de guerreros gigantescos armados. Se les podría parar el corazón del susto. ...Una media sonrisa apareció en los labios de Sarocha que hizo que a Rebecca le diera un vuelco el corazón. ... —Guerreros gigantescos ¿eh? .... Se dio cuenta, por primera vez, de lo que había dicho. Se puso colorada y bajó la mirada. ... —Lo siento, no quería ofenderos. ... —No nos ofendes, muchacha —contestó la mujer que le había dado ánimos antes—, en verdad es un buen halago, ¿verdad muchachos? .... Todos asintieron a la vez.
—Os acompañaremos —sentenció Sarocha— ya veremos loque hacemos para no asustar a vuestros ancianos padres. —Comentó con un tono divertido. Rebecca, viéndose derrotada asintió con la cabeza y esperó a que los soldados se pusieran a su lado, luego se adentró en el bosque....
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Coraje Oculto
FanficEsta historia es una adaptacion cuyo autor legal es A. Lawrence, Una novela histórica-aventuras-romance que hará las delicias de cualquier lector.