Capitulo 38

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Gael dejó caer la espada al suelo y se frotó los ojos con las manos, incrédulo ante los nuevos acontecimientos tenía que pensar, si Sarocha decía la verdad, no había sido más que un pelele, una marioneta en las manos de Diana no podía creerlo tantos años amándola y ahora intentaban convencerle de que todo había sido una mentira. —¡Gael! ¿No ves que es una artimaña para engañarte? Coge tu espada y acaba con ella. —Le gritó Heng, ese no era el plan, Sarocha debía morir y él disfrutar de Rebecca la apretó más contra su cuerpo y presionó el cuchillo un poco más. —Gael, lo juro por la tumba de nuestros padres te estoy diciendo la verdad Gael cayó de rodillas ante Sarocha su cuerpo no soportaba más, ya no podía sostener ni su propio peso. Heng le vio desplomarse y se enfureció. Si Gael no era más que un cobarde él no pensaba perder a su presa por nada del mundo iba a consentir que se le escapara de entre los dedos cuando la tenía tan cerca empujó a Rebecca para que avanzara, iba a salir de ahí y se la llevaría consigo paso a paso avanzó, sin apartar la espalda de la casa Sarocha adivinó la intención de Heng. —No des ni un paso más, Heng, si valoras en algo tu vida lo miró con desagrado. —No voy a quedarme aquí todo el día asistiendo a esta entrañable reunión familiar. Rebecca y yo tenemos cosas más importantes que hacer, ¿no es así cariño? —Le preguntó mientras frotaba su cara contra la de la mujer la barba le arañó el rostro, pero se mantuvo impasible ante la mirada asustada de Sarocha debía mostrarse fuerte, no se iba a comportar como una niña temblorosa, aunque por dentro estuviera aterrada no le dejarían marcharse de ahí Billy avanzó tranquilo hacia el lugar donde estaban los caballos miró hacia Heng que le devolvió la mirada llena de odio mientras observaba como soltaba los caballos, uno a uno y les espantaba para que salieran huyendo se había quedado sin forma de escapar —Sí deseas que ella salga con vida Sarocha, debes dejarme marchar. —No, ella se queda aquí y si le haces daño no vivirás para contarlo buscó con la mirada una salida, pero los soldados le impedían escapar, Heng apretó el cuchillo y un hilillo de sangre se escurrió por el blanco cuello de la mujer. Sarocha gruñó de rabia. —Pagarás cara tu osadía Heng, te lo juro suéltala ahora o prepárate a morir. —Si me matas, ella morirá conmigo Rebecca dejó que la daga que escondía en su manga, resbalase hasta su mano y la movió sutilmente para atrapar la atención de Sarocha vio el brillo de la hoja moviéndose entre los dedos de la mujer, alzó la vista a su rostro y la contempló serena y tranquila, incluso desafiante, un amago de sonrisa luchó por aparecer en sus labios. ¡Esa era su mujer! Sarocha se fue acercando hasta Heng, muy despacio sintió un escalofrío de miedo recorriéndole la espalda y durante unos segundos, aflojó su agarre Rebecca era consciente de todo lo que sucedía a su alrededor con su avance, Sarocha intentaba atraer la atención de Heng y darla una posible oportunidad, que ella encontró en cuanto notó como el cuchillo de su cuello disminuía su presión alzó la daga y con fuerza se la clavó a Heng en la pierna el hombre gritó de dolor y soltó a Rebecca, cayendo al suelo del empujón que le propinó el villano se miró la herida sangrante y maldijo a voz en grito. —Malditas seas mil veces, Rebecca, temataré por esto se acercó rápidamente y la cogió por el pelo, pero ella estaba preparada y le dio un puñetazo en la herida se soltó del agarre mientras Heng se apretaba la herida y gritaba de dolor Rebecca se incorporó y salió corriendo hacia los brazos de Sarocha pero Heng no lo permitiría había esperado años, comprobando como cada día crecía en belleza y en encanto todas las noches que había pasado en vela añorando su contacto y frustrado había tenido que buscar sustitutas, pero ninguna era como ella, no, no lo permitiría cogió el cuchillo del suelo y sin pensarlo apunto y lo lanzó. Sarocha observó con horror como Heng lanzaba el cuchillo sabía que estaba demasiado lejos, no llegaría a tiempo apretó el paso y gritó con todas sus fuerzas. —¡Rebecca, al suelo! Pero ella se detuvo asustada la cara de Sarocha la asustó se giró para comprobar el rostro con miedo Heng le había lanzado un cuchillo no se podía mover sabía que si no hacía algo el arma se le clavaría en el pecho y moriría, pero no se pudo mover. ¿Esto era todo? ¿Así terminaría su vida? Intentó cerrar los ojos, pero no fue capaz aceptaría la muerte con valor y de frente suspiró una última vez y se preparó para el impacto... pero lo que sintió fue el cuerpo fuerte y pesado de Gael aplastando el suyo y tirándola al suelo por un momento se quedó desconcertada el peso del hombre casi le impedía respirar, pero Gael no se movía lo miró vio su rostro, tan parecido al de su amada, apretando los ojos y sufriendo, el puñal sobresalía del pecho del hombre. —¡Dios mío, Gael! Sarocha llegó hasta ellos como un vendaval, derrapando y cayendo junto a Rebecca con ambas manos le tocó el rostro y se lo acarició. —¿Estás bien? ¿Eh? ¿Estás bien?—Sí, Sarocha, estoy bien, pero Gael... Entonces Sarocha miró a su hermano con horror y estupefacción fue consiente de la situación Gael había salvado la vida de Rebecca. —Gael... —susurró Sarocha. —No te preocupes hermana, no lo he hecho por ti ella no merecía morir miró a Rebecca que intentaba presionar la herida para que dejara de sangrar Gael alzó una mano y acarició el rostro de la muchacha. —Lo siento... Ella apenas podía hablar. —No pasa nada Gael, procura no hablar, debes ahorrar fuerzas él movió la cabeza negando. —No tengo esperanza mujer, mi vida termina aquí... Miró con pesar a su hermana. —¿Es cierto...? —¿Todo lo que te dijiste? Sí, todo es cierto, lo juro Gael. —He malgastado mi vida... para nada...                       —Hermana... yo... —No te preocupes Sarocha, ahora ya no sufro, iré a un lugar mejor, ya no existe el dolor ni el odio estoy en paz Sarocha puso una mano sobre la de Rebecca, que descansaba en el pecho de Gael, cerca de la herida el corazón de Gael latía por última vez. —Estoy en paz... Dejó de respirar. —Ve con Dios hermano cerró los ojos sin vida de su hermano y se incorporó se acercó a Rebecca por detrás y la abrazó con fuerza ella se giróy apoyó su cara en el pecho de su amada.

Heng miró horrorizado como había fallado una vez más. ¿Cómo era posible? El maldito Gael le había traicionado en el último momento, los soldados de Sarocha, ahora que Rebecca no le servía de escudo, le fueron cercando Heng miró a su alrededor no había escapatoria posible Sarocha cogió a Rebecca en brazos y se la llevó del lugar. —Jim, átalo, que no escape será el Rey quién le juzgue por sus crímenes. —No Sarocha, no me pienso rendir así. —Le gritó Heng Sarocha se giró con la mujer en brazosy lo miró con odio. —No tienes más alternativa, Heng tus fechorías terminan aquí y ahora. Jim se encargaría de llevar a Heng en presencia del Rey. —Llévate a los hombres que necesites, pero que no se escape o pagarás las consecuencias.—No hace falta que me amenaces, lo mataré yo mismo si intenta huir, tú encárgate de llevar a Rebecca sana y salva al castillo, Rebecca dormitaba en su antigua cama, en la casa de sus padres después del entierro de Gael se le veía tan cansada, la obligó a acostarse, pero antes le colocó el anillo de compromiso en su dedo. —No hay, ni habrá fuerza en la tierra capaz de alejarme te ti, Rebecca y no vuelvas a quitarte el anillo o te daré una azotaina ella sonrió y la abrazó fuerte

Jim necesito de todos para llevar a buen puerto la misión que nos encomiendas en evitar que se escape el único hombre que desea acabar con la vida de Rebecca, partimos enseguida cuida de la chica hasta que nos veamos o Billy nos cortará la cabeza a ambos Sarocha soltó una carcajada, los vio partir sin moverse de la entrada de la casa Heng le envió una última mirada asesina suspiró para sus adentros sería la última vez que vería a ese malnacido; encendió un buen fuego en la chimenea, todos esos días de nervios le estaba pasando factura se quitó las botas, el cinturón, la sobreveste y la cota de malla cogió la espada y entró en la habitación de Rebecca ella dormía plácidamente, su respiración era tranquila y pausada colocó la espada cerca de la cabecera de la cama y se metió entre las pieles, junto a ella, la abrazó y Rebecca, sumida en el sueño, se acercó más; mirando el hermoso rostro de la mujer se quedó profundamente dormida...



Ya casi llegamos al final de esta pequeña adaptación, hazme saber que te gusta, solo cometa... te espero

Coraje OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora