Ensayo 3: Bajo la luz de la crítica

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El día después de la cena entre Ei y Yae, la tensión en los ensayos se volvió palpable. Ei intentaba mantener la concentración, pero no podía evitar que la voz de Yae siguiera resonando en su cabeza: “Confía en mí…”. Aunque la cena había sido informal en apariencia, sabía que Yae estaba jugando a algo más profundo, algo que iba más allá de la relación actriz-directora.

Lumine y Aether la observaron desde el costado del escenario, intercambiando miradas preocupadas. Ei había empezado a actuar de manera diferente, más contenida, como si algo en su interior estuviera comenzando a quebrarse. Ambos sabían que tarde o temprano tendrían que hablar con ella.

—Esto va a terminar mal si no la enfrentamos, —susurró Lumine a su hermano, su tono lleno de preocupación.

—Lo sé, pero si nos acercamos demasiado rápido, podría ponerse a la defensiva, —respondió Aether—. Sabes cómo es cuando se siente acorralada.

Mientras hablaban, Yae entró en el escenario. Vestida de manera impecable y con su expresión serena, se posicionó en el centro, lanzando una mirada a Ei. Todos sabían que cuando Yae hacía acto de presencia, el ensayo se volvía mucho más que una simple práctica; se convertía en una prueba emocional.

—Hoy no quiero solo líneas, —anunció Yae—. Quiero sentir la verdad en tus palabras. Olvídate del guion y muéstrame quién eres realmente.

El silencio invadió el teatro. Ei, temblando ligeramente, se posicionó en el centro del escenario. Respiró hondo, pero la presión de Yae y las miradas expectantes del equipo la mantenían en un estado de ansiedad creciente. Las luces del escenario la cegaban parcialmente, y por un momento, sintió que estaba completamente expuesta.

—Adelante, Ei —insistió Yae, con una leve sonrisa que no dejaba claro si era de aliento o desafío.

Ei comenzó a recitar sus líneas, pero algo en su voz sonaba falso, distante. No lograba conectar con las palabras, y Yae lo notó de inmediato.

—¡Detente! —ordenó Yae, su voz cortante—. ¿Crees que eso es actuación? Estás ocultándote detrás de un escudo. Ei, esto no es solo teatro. Quiero ver tu verdad, y lo que me estás dando es una máscara.

Ei se quedó en silencio, sintiendo el calor en su rostro mientras la frustración y el miedo la consumían. ¿Qué era lo que Yae quería de ella? ¿Por qué no podía simplemente actuar como siempre lo había hecho?

—Vamos, Ei. Dame algo real o no te molestes en regresar mañana, —sentenció Yae, con una frialdad calculada que dejó a todos en la sala tensos.

Ei sintió que algo dentro de ella se rompía. Quería responder, defenderse, pero en lugar de eso, dio un paso atrás y abandonó el escenario. Lumine y Aether intercambiaron miradas antes de seguirla.

[...]

En los bastidores, Ei se recargó contra una pared, intentando controlar su respiración. Las lágrimas amenazaban con salir, pero se negó a mostrarse vulnerable frente al resto del equipo. Lumine se acercó lentamente, seguida de Aether.

—Ei... —comenzó Lumine con suavidad—. Sabemos que todo esto es difícil, pero tienes que hablar con nosotros. Estamos preocupados por ti.

Ei se mantuvo en silencio por unos segundos antes de apartar la mirada.

—No es fácil… —murmuró, su voz casi un susurro—. Yae… siempre me empuja, y no sé si puedo seguir con esto.

Aether se acercó, colocando una mano en su hombro.

—Si sientes que esto está yendo demasiado lejos, tienes que poner límites. Yae es exigente, pero no tiene el derecho de controlarte de esa manera, —dijo con seriedad.

Ei lo sabía, pero había algo en Yae, en la forma en que la desafiaba, que la atraía y la repelía al mismo tiempo. No quería admitirlo, pero parte de ella temía que, si abandonaba, nunca descubriría qué era lo que Yae veía en ella.

—Necesito pensar, —murmuró finalmente.

Lumine y Aether intercambiaron una última mirada antes de dejarla sola.

[...]

Horas más tarde, Ei se encontraba en su apartamento, revisando las líneas del guion. Intentaba volver a concentrarse en la obra, pero su mente volvía una y otra vez a la escena en el escenario. Cada palabra de Yae resonaba en su cabeza, empujándola más allá de sus límites emocionales.

El sonido de su teléfono la sacó de sus pensamientos. Era un mensaje de Yae.

—"Mañana será un día decisivo. Quiero ver si tienes lo que se necesita para continuar."

Ei apretó el teléfono en su mano, sintiendo una mezcla de frustración y curiosidad. Sabía que Yae estaba jugando con ella, pero, de alguna manera, no podía alejarse.

Bajo los focos | EiMikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora