Ensayo 8: Bajo la atenta mirada

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El teatro estaba en pleno ajetreo. Los preparativos para la próxima gran producción habían tomado velocidad, y cada rincón vibraba con la actividad. Los ensayos seguían un ritmo frenético, con Yae liderando cada movimiento con su mirada siempre calculadora, siempre provocativa. Ei, como siempre, era el centro de atención, bajo la constante presión de Yae, aunque algo más comenzaba a cambiar dentro de ella.

Ei sentía cómo el juego entre ella y Yae se profundizaba, haciéndose más complicado y menos predecible. Cada interacción parecía tener un peso mayor, como si ambas estuvieran cruzando líneas invisibles una y otra vez. La tensión entre ellas no solo era profesional; era personal, íntima, y cada vez más difícil de ignorar.

Pero no era solo Yae quien mantenía su atención en Ei. En los últimos días, Furina, la nueva actriz, había comenzado a observar sus ensayos con una mezcla de curiosidad y admiración. Furina no era alguien fácil de ignorar, con su exuberante energía y su presencia constante, y aunque Ei intentaba no prestarle demasiada atención, no podía evitar sentir que algo más estaba en marcha.

[...]

Al final de uno de los ensayos más intensos, Ei se sentó sola en el borde del escenario, su respiración aún agitada por el esfuerzo. Estaba inmersa en sus pensamientos cuando una voz suave la sacó de su trance.

—Lo haces ver fácil, —dijo Furina, acercándose con un leve brillo en sus ojos.

Ei la miró, un poco sorprendida. No había interactuado mucho con Furina fuera del escenario, y la intensidad de la joven actriz siempre la había mantenido a distancia.

—Nada de esto es fácil, —respondió Ei, con un tono más serio de lo que había planeado.

Furina se sentó a su lado, su mirada fija en el escenario frente a ellas.

—¿Cómo lo haces entonces? ¿Cómo soportas la presión de... ella? —preguntó, sin mencionar a Yae, pero el tono lo decía todo.

Ei suspiró, mirando al vacío.

—No lo sé. No siempre lo hago. Es más complicado de lo que parece.

Furina la observó, como si intentara descifrar el enigma que representaba Ei.

—Yo también quiero ser así de fuerte, —admitió finalmente Furina, su tono más suave de lo habitual—. Pero Yae... ella es diferente contigo.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire. Ei no respondió de inmediato, sabiendo que era verdad. Yae no trataba a todos de la misma manera, y eso era algo que todos los actores habían notado, incluido Furina.

—No es cuestión de fuerza, —respondió Ei finalmente—. Es... algo más.

Furina asintió, aunque claramente no entendía del todo. La joven actriz se levantó, dándole una última mirada a Ei antes de alejarse. Ei observó cómo Furina desaparecía entre las sombras del teatro, su mente volviendo a la misma pregunta que siempre la atormentaba: ¿Qué significaba realmente para Yae?

[...]

Al día siguiente, durante otro ensayo, la presencia de Ningguang en el teatro comenzó a sentirse con más fuerza. Aunque no se involucraba directamente en los ensayos, su figura siempre parecía estar presente en algún lugar del teatro, supervisando en silencio, observando cada detalle. Beidou, por su parte, mantenía una actitud más relajada, siempre observando el teatro con una sonrisa confiada.

—Este lugar está cambiando, —murmuró Beidou a Ningguang mientras observaban desde lejos.

—Como siempre ocurre, —respondió Ningguang con su habitual frialdad—. Todo cambia, especialmente cuando alguien como Yae está al mando.

Beidou soltó una leve risa. —Sí, pero no todo cambio es para mejor.

Ningguang lanzó una mirada calculadora a Beidou, antes de volver su atención al escenario, donde Ei y Yae estaban sumergidas en su dinámica habitual. Había algo en la manera en que las dos interactuaban que comenzaba a captar su atención.

[...]

Al final del ensayo, Ei y Yae se quedaron a solas en el teatro vacío. Yae observaba a Ei con una mirada que siempre contenía algo más de lo que decía.

—Te noto distraída, pequeña estrella, —dijo Yae, acercándose lentamente.

Ei intentó mantener la compostura, pero la cercanía de Yae siempre hacía que su pulso se acelerara.

—Estoy bien, —respondió Ei, aunque su voz traicionaba la incertidumbre que sentía.

Yae se detuvo justo frente a ella, su sonrisa suave pero provocativa.

—¿Segura? —preguntó, inclinándose un poco más, casi como si susurrara sus palabras directamente en el alma de Ei.

La tensión entre ellas se hizo palpable una vez más, y Ei sintió cómo el mundo a su alrededor se desvanecía, quedando solo la presencia de Yae. Era un juego que se repetía, pero con cada interacción, Ei sentía que se acercaba un poco más a entender lo que Yae realmente quería de ella.

Bajo los focos | EiMikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora