Escena 10: Sombras bajo la luna

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La noche en la ciudad estaba fresca, con una ligera brisa que agitaba las hojas de los árboles en las aceras. Ayaka caminaba despacio, sujetando una pequeña bolsa con materiales de costura y ajustes de vestuario. Había pasado gran parte del día en el teatro, pero ahora que la ciudad estaba tranquila, aprovechaba el tiempo para hacer una breve caminata antes de volver a su apartamento. Sin embargo, su mente no estaba en el vestuario ni en los detalles de la obra. Su mente estaba ocupada por alguien más.

Lumine.

Desde que había comenzado a trabajar con ella en la obra, algo dentro de Ayaka había cambiado. La forma en que Lumine se movía por el escenario, su naturalidad al actuar, la había cautivado. Pero lo que más la desconcertaba era la sensación de calidez que sentía cada vez que estaba cerca de ella.

Mientras caminaba, sus pensamientos fueron interrumpidos por una figura que pasaba rápidamente a su lado. Ayaka alzó la vista y, por un momento, reconoció a Ei caminando apresurada, con el ceño ligeramente fruncido y los ojos fijos en su destino. Parecía distraída, casi como si estuviera en su propio mundo.

—Ei... —murmuró Ayaka, pero no lo suficientemente alto como para que la escuchara.

No era común ver a Ei fuera del teatro, y mucho menos con esa expresión de concentración. ¿Estaba en camino a algún lugar importante? Sin embargo, Ayaka no le dio más vueltas al asunto, pensando que era solo una coincidencia, y siguió caminando por la calle.

Mientras Ayaka avanzaba, doblando una esquina hacia su propio destino, otra figura familiar apareció ante ella. Lumine estaba a unos pasos más adelante, aparentemente distraída, observando el reflejo de la luna en las ventanas de los edificios.

El corazón de Ayaka dio un vuelco, y sin pensarlo, aceleró el paso hasta llegar junto a ella.

—¡Lumine! —exclamó, su voz más suave de lo que había planeado, pero lo suficientemente clara para captar su atención.

Lumine giró la cabeza y, al verla, sonrió con esa sonrisa tranquila que siempre la desarmaba.

—Ayaka, qué coincidencia encontrarte por aquí —respondió Lumine, acercándose un poco más.

Ayaka se sintió algo torpe por no saber exactamente qué decir. Sabía que no había sido realmente una coincidencia; había estado pensando en Lumine todo el día.

—Sí, solo estaba... haciendo unas compras para el teatro —dijo Ayaka, alzando un poco la bolsa que llevaba, como si fuera una especie de justificación.

Lumine la miró con curiosidad, sus ojos suaves pero atentos.

—¿Te importa si te acompaño un poco? —preguntó Lumine, su tono ligero pero con un toque de algo más profundo.

Ayaka asintió rápidamente, aunque por dentro estaba tratando de controlar los nervios que siempre sentía cuando Lumine estaba cerca.

Las dos caminaron juntas por las calles tranquilas, bajo la luz de la luna que brillaba sobre la ciudad. Durante varios minutos, ninguna de las dos habló. Solo el suave sonido de sus pasos acompañaba la noche. Pero aunque no dijeran nada, había algo en la quietud de ese momento que las conectaba de una manera que no podían explicar.

Finalmente, Lumine rompió el silencio.

—Has estado trabajando muy duro últimamente, Ayaka —dijo, su voz suave pero firme—. Te he visto en el teatro, siempre cuidando cada detalle. A veces pienso que llevas más peso que todos nosotros.

Ayaka bajó la mirada, algo avergonzada por el cumplido, pero también agradecida de que Lumine lo notara.

—No es nada... solo hago lo que me toca —respondió con humildad.

Lumine se detuvo de repente y se volvió hacia ella, su expresión más seria de lo habitual.

—No, haces mucho más que eso. Y aunque sé que no te gusta estar bajo los reflectores, deberías saber que todos lo apreciamos —dijo Lumine, su tono genuino, casi íntimo.

Ayaka sintió un nudo formarse en su estómago. No estaba acostumbrada a recibir ese tipo de atención, y mucho menos de alguien como Lumine. Durante unos segundos, no supo qué responder, pero antes de que pudiera pensar en algo adecuado, Lumine le sonrió de nuevo, esta vez más cálida, más cercana.

—Gracias... —fue todo lo que Ayaka logró decir.

Ambas se miraron a los ojos por un momento, en silencio, hasta que Lumine se inclinó ligeramente hacia ella, reduciendo la distancia que las separaba. Ayaka sintió cómo el aire entre ellas cambiaba, cargado de una nueva tensión, pero no era incómoda. Era algo más, algo que había estado creciendo desde que comenzaron a trabajar juntas.

La proximidad de Lumine hizo que el corazón de Ayaka latiera con fuerza, y aunque parte de ella quería retroceder, otra parte se sentía atraída hacia ese momento.

—Deberíamos... —empezó a decir Ayaka, con la voz entrecortada, pero Lumine la interrumpió suavemente.

—No hace falta que digas nada —susurró Lumine.

La calle estaba vacía, y solo el suave viento rompía el silencio. Ayaka sentía que el mundo se desvanecía, dejando solo a ellas dos bajo la luz de la luna. Durante ese instante, se permitió bajar las defensas y acercarse más a Lumine, sintiendo que, quizá, esto no era solo una coincidencia después de todo.

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Y luego tuvieron sexo intenso toda la noche, fin uwu

Kaoznabxla no es cierto, bai

Bajo los focos | EiMikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora