Escena 7: Sombras en el teatro

18 2 2
                                    

El día siguiente en el teatro comenzó con la misma atmósfera cargada de tensión. Ei llegó temprano, intentando evitar el peso de la mirada siempre presente de Yae, aunque sabía que era imposible escapar por completo de su influencia. La relación entre ambas seguía complicándose, cada encuentro dejando más dudas que respuestas.

Ningguang y Beidou continuaban observando desde las sombras. El teatro parecía un tablero de ajedrez para ambas, con cada pieza moviéndose de acuerdo a reglas invisibles. Ningguang, calculadora como siempre, comenzaba a sospechar que algo mucho más profundo estaba en juego.

—Yae juega a un juego peligroso, —comentó Ningguang, su tono frío y controlado.

Beidou sonrió de lado, con un aire despreocupado. —Sí, pero es un juego que le encanta jugar.

Ningguang no respondió de inmediato, sus ojos fijos en Ei, quien en ese momento estaba ensayando en el escenario, su figura iluminada por las luces. Había algo en su manera de moverse que captaba la atención de todos, como si cada paso que daba estuviera cargado de una emoción interna que no lograba liberar del todo.

—Ella también está en peligro, —dijo Ningguang finalmente, su tono más serio.

[...]

El ensayo del día consistía en una escena de confrontación entre los personajes principales, y Yae parecía particularmente exigente esa mañana. No permitía ningún error, ninguna imperfección. Cada línea tenía que ser perfecta, cada gesto tenía que transmitir la emoción exacta que ella buscaba.

—Otra vez, Ei, —ordenó Yae, con esa mirada que nunca dejaba lugar a la duda.

Ei comenzó a repetir la escena, pero cada vez que lo hacía, sentía que el control se escapaba más de sus manos. Yae estaba jugando con ella, de eso estaba segura, pero no sabía hasta qué punto. La frustración crecía dentro de ella, pero no podía permitirse perder el control frente a todos.

Al final del ensayo, Ei se quedó sola en el escenario, con las luces apagadas y el silencio reinando en el teatro vacío. Sentía cómo las palabras de Yae aún resonaban en su mente. Pero antes de que pudiera dejarse llevar por sus pensamientos, escuchó un suave paso acercándose.

Era Furina.

—Te ves... cansada, —dijo Furina, acercándose con cautela.

Ei la miró de reojo, sin saber qué responder. Sabía que Furina estaba observando cada movimiento que hacía, y aunque la joven actriz no había sido más que una presencia silenciosa hasta ahora, Ei comenzaba a sospechar que había algo más detrás de su interés.

—Es solo el ensayo, —respondió Ei, intentando mantener la calma.

Furina se sentó en una de las butacas cercanas, mirándola con una mezcla de curiosidad y admiración.

—He estado observando. Yae... ella te exige más que a los demás, ¿verdad?

Ei suspiró, sin querer admitir lo evidente. Sabía que Furina tenía razón, pero decirlo en voz alta parecía una derrota.

—Es parte del proceso, —respondió finalmente.

Furina no dijo nada más, pero su mirada lo decía todo. Había algo en la relación entre Ei y Yae que fascinaba a Furina, pero también comenzaba a asustarla. Sabía que algún día ella podría ser la próxima en la mira de Yae, y no estaba segura de si estaba lista para ello.

[...]

Mientras tanto, en la parte trasera del teatro, Albedo, el nuevo escenógrafo, trabajaba en silencio, ajustando los decorados con una precisión casi obsesiva. Yae se acercó a observar su trabajo, aunque su atención no estaba realmente en él.

—Estás haciendo un buen trabajo, —dijo Yae, sin mucho entusiasmo.

Albedo apenas levantó la vista, concentrado en lo que hacía.

—Solo sigo el diseño que acordamos, —respondió, con su tono siempre tranquilo.

Pero Yae sonrió. Sabía que Albedo no era simplemente un trabajador técnico más. Había algo en su manera de hacer las cosas, en su perfeccionismo, que la intrigaba. Aunque no lo decía en voz alta, Yae ya comenzaba a pensar en cómo podría utilizar sus habilidades más allá del diseño escenográfico.

—A veces, un buen diseño es la base para todo, —añadió Yae, antes de alejarse.

Albedo la observó por un momento, antes de volver a su trabajo. Sabía que Yae no era alguien que ofreciera cumplidos sin un propósito detrás, y eso lo hacía sentir aún más alerta.

Bajo los focos | EiMikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora