La luz tenue del camerino bañaba el rostro de Yae, reflejando su figura grácil frente al espejo. Los dedos largos de la kitsune jugueteaban con los mechones de su cabello, desenredándolos lentamente mientras su mente divagaba. Algo en el aire era distinto, y la incomodidad de su entorno comenzaba a pasarle factura.
—No puedes permitir que te afecte, ¿cierto? —murmuró para sí misma, casi como si hablara con su propio reflejo.
La puerta del camerino se abrió con un suave crujido, y Ei entró con paso inseguro, captando de inmediato la energía densa que parecía envolver la sala. Los ojos de Yae brillaron con diversión al verla.
—¿Vas a quedarte ahí de pie, pequeña estrella, o piensas decir algo? —la voz de Yae era baja, casi un susurro, pero cada palabra estaba cargada de un juego que solo ella sabía dominar.
Ei dudó un momento antes de avanzar, sintiendo la presión de la mirada de Yae sobre su piel. No era la primera vez que se sentía así, pero seguía sin acostumbrarse a esa sensación de estar constantemente bajo su escrutinio, atrapada en una red que no sabía si quería evitar o adentrarse más.
—Quería asegurarme de que estabas lista para la siguiente escena —dijo Ei, tratando de sonar firme, pero su voz temblaba ligeramente.
Yae sonrió con picardía, inclinándose hacia adelante en el tocador, dejando que su bata de seda se deslizara sutilmente, mostrando apenas un atisbo más de piel, lo suficiente para que Ei desviara la mirada, aunque no podía evitar sentir la tensión en su propio cuerpo.
—Oh, siempre estoy lista, querida. —Yae se levantó lentamente, acercándose a Ei—. La pregunta es... ¿tú lo estás?
El silencio entre ambas creció mientras Yae se acercaba lo suficiente como para invadir el espacio personal de Ei. La proximidad, el perfume sutil de la kitsune, y la mirada seductora de Yae envolvieron a Ei en una atmósfera de tensión que no podía evitar.
Ei tragó saliva, intentando recomponerse.
—Claro... estoy lista.
Yae dejó escapar una suave risa, ladeando la cabeza para observarla más de cerca.
—Es fascinante verte esforzarte tanto por mantener el control —susurró Yae—. Pero... —Su mano rozó ligeramente el hombro de Ei, apenas un toque, lo justo para que el cuerpo de Ei se estremeciera—. Sabes que ese control es algo que yo siempre manejaré mejor.
Ei intentó alejarse, pero Yae no cedió, manteniéndola en su órbita. La kitsune sabía cómo desarmarla, cómo empujar los límites de su paciencia y su autocontrol. Cada palabra, cada gesto de Yae era una cuerda más que apretaba alrededor de Ei, sin darle espacio para respirar.
—Yae, no es el momento para esto... —intentó replicar Ei, aunque su voz apenas era un susurro.
Yae sonrió, finalmente apartándose lo suficiente como para liberarla del hechizo que había tejido.
—Lo sé, querida, lo sé. —Guiñó un ojo antes de volver a su postura relajada frente al espejo—. Pero, dime, ¿no es más divertido cuando te mantengo en el filo?
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Bajo los focos | EiMiko
FanfictionEn el implacable mundo del espectáculo, Raiden Ei, una actriz novata, sueña con hacer su nombre brillar. Pero cuando comienza a trabajar bajo la dirección de la enigmática Yae Miko, una reconocida actriz que controla cada aspecto de su carrera, Ei s...