NOTHING WILL SAVE IT NOW

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——"Hola Margaret, ¿tienes un minuto?"

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——"Hola Margaret, ¿tienes un minuto?"

Levanta la vista de su mesa, donde lleva cuatro horas enfrascada en casos judiciales.

Linda está de pie junto a ella, sosteniendo otro expediente más, y cuando lo ve se le revuelve el estómago, porque no, no tiene un minuto, y ella lo sabe, igual que sabe que lo que está a punto de preguntarle le llevará mucho más tiempo.

Lleva casi seis meses en el Servicio de Protección de Menores y nunca le han dado un caso que sólo lleve un minuto.

Han pasado cuatro meses desde aquel día en la escuela.

Cuatro meses en los que ha pasado casi todo el tiempo que ha estado despierta en esta oficina del sótano o en el juzgado, agachada sobre su escritorio en un rincón o sentada en un tribunal, justo detrás de un joven y observando cómo un juez, o su asistente social, o quienquiera que lo tenga en sus manos en ese momento, le dicta el curso de su vida.

Le duele constantemente la espalda de tanto sentarse, de tanto esforzarse, de tanto mirar, pero aun así viene, todos los días, y se sienta, se esfuerza y mira un poco más.

¿Por qué se ha quedado?

¿Por qué no ha abandonado la treta, ha devuelto la identidad de su hermana a la caja a la que pertenece y ha reanudado su trabajo como enfermera?

Ha renunciado a Peter, en eso es inflexible consigo misma.

Es lo mejor.

Es la única manera de que él tenga una vida y, sabiendo eso, ¿no debería darse a sí misma alguna apariencia de vida también?

Porque esto, pasar todo el tiempo en este húmedo lugar, rodeada de una desesperanza casi interminable, difícilmente puede llamarse vida.

Pero no se ha ido.

Quizá sea por los chicos.

En los últimos cuatro meses se ha dicho a sí misma que lo dejará, normalmente cuando termina un caso especialmente difícil, por lo tanto, mientras está trabajando, aparece otro caso. Se dice a sí misma que será el último. De nuevo, otro. Así una y otra vez.

Ve al pequeño Peter en cada uno de sus rostros. En cada caso, ve lo que podría haber sido de él.

Tal vez por eso no se va.

O tal vez sea por el propio Peter.

Se dice a sí misma que lo ha dejado marchar, pero casi todas las semanas desde que se fue de la escuela aquel día de noviembre la ha encontrado, un viernes por la noche, inventando alguna excusa para quedarse hasta tarde, después de que Linda se haya marchado.

Casi todos los viernes ha ido al cajón donde Linda guarda sus expedientes, lo ha abierto y se ha quedado un rato mirando el de Peter, que casi no ha cambiado desde la primera vez que lo vio.

THE THIRD OPTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora