ALL THE GOOD ONES

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Tony activa el guantelete antes de que pueda pensar

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Tony activa el guantelete antes de que pueda pensar. Esquiva la pistola eléctrica y la agarra por las puntas, dejando que el guante absorba la descarga y aplastándola después mientras la arrastra fuera de la mano infractora.

Al hacerlo, también arrastra al apartamento a la persona unida a esa mano, ella se tambalea cuando el arma sale de su alcance, y luego se vuelve hacia el hombre con un gruñido en su cara muy cansada y muy hinchada.

Es Margaret Lowen.

En cuanto ve a quien acaba de intentar agredir, la cara de Margaret pasa de la ira al estupor, el color desaparece de sus mejillas como si las hubieran rociado con lejía.

No le sorprendería que su cara acabara de hacer lo mismo de todas las personas que esperaría que le atacaran, esta semana, al menos, Margaret es la última de la lista.

--"¿Qué diablos?".

--"¿Qué hace aquí?".

--"Supongo que no soy quien esperabas"-- Tony deja caer el taser arruinado, retrae su guantelete --"Así que repito, ¿qué diablos?"

Ella tiene un aspecto terrible. Su pelo, todavía recogido en un moño, parece que no se lo han lavado en días.

Lleva unos leggings y una camiseta demasiado grande cubierta de manchas viejas, el tipo de ropa que uno se pondría si estuviera pintando una casa... o emprendiendo cualquier otro proyecto que esperara que fuera un desastre. En la espalda lleva una mochila abultada.

Las piezas encajan en su sitio. Tony dice --"Mierda".

--"¿Dónde está Westcott?"-- dice Margaret. La conmoción no ha desaparecido de su expresión, pero aún logra cierta dureza en su voz. --"¿Está aquí?"

--"Está en la parte de atrás de un coche de policía, de camino a que le fichen en su nuevo domicilio permanente en Rikers Island"-- responde, cerrando la puerta tras ella. --"Su buena suerte al parecer, ya que el tren de los locos acaba de llegar a la puerta de su casa. ¿Qué ibas a hacer con esa pistola eléctrica?".

Ella parpadea-- "¿Va a ir a la cárcel?"

--"A la cárcel, en realidad. Bueno, con el tiempo. Westcott acaba de confesar".

La mujer se balancea. Demasiado tarde, Tony se da cuenta de que su palidez probablemente no era sólo por el shock de verle. Sus rodillas ceden, y él apenas logra atraparla antes de que golpeen la baldosa.

--"¡Woah! Woah, woah. Estás bien, resiste".

La levanta de nuevo y la arrastra hacia el salón, pero sus piernas vuelven a fallar antes de que él pueda llegar al lado derecho del sofá.

El mayor la baja lo más suavemente que puede para apoyarla en el respaldo del sofá y luego se agacha a su lado, tratando de verle bien los ojos vidriosos.

THE THIRD OPTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora