Capítulo 33: Un Momento a Solas

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La cena en casa de Leo había sido todo un éxito. Las risas y las bromas llenaban el aire, mezclándose con el delicioso aroma de la pizza recién horneada. Alex, sentado al lado de Leo, no podía evitar sentirse agradecido por la compañía y la alegría que emanaba de su amigo. Sin embargo, en el fondo, su mente estaba agitada por el mensaje que acababa de recibir de su padre.

Cuando su teléfono vibró, su corazón se detuvo un instante al ver que era un mensaje de su padre: "Hola, Alex. Recuerda que este sábado tengo la reunión que te mencioné. Me gustaría que vinieses. Después de la reunión, habrá una pequeña fiesta en casa".

Una sensación de incomodidad se apoderó de él. La idea de asistir a esa reunión le generaba ansiedad, especialmente después de todo lo que había pasado en su vida últimamente. "Genial, otro evento social al que debo ir", pensó, sintiendo que la presión aumentaba. Con un suspiro, miró a Leo, quien devoraba su porción de pizza con entusiasmo.

"Leo, acabo de recibir un mensaje de mi padre. Tengo que ir a una reunión este sábado. Quiere que le acompañe", confesó Alex, tratando de ocultar su desánimo.

"¿En serio? ¿Vas a ir?" Leo parecía sorprendido. "¿No es la reunión en la que hablarán sobre... ya sabes, lo de tu futuro?"

"Sí, exactamente. La verdad es que no me apetece nada. Pero él quiere que esté allí, y ya sabes cómo es mi padre", respondió Alex, sintiendo que el peso de la obligación se cernía sobre él.

"Puedo entenderlo. Pero no tiene por qué ser tan malo, ¿no? Tal vez podrías... llevarme contigo. ¿Quieres que te acompañe al evento?", sugirió Leo, con una sonrisa confiada.

"¿En serio? ¿Te gustaría venir?" La sorpresa de Alex era evidente. La idea de que Leo estuviera a su lado durante ese evento le daba un pequeño rayo de esperanza. "No estoy seguro de que eso sea lo mejor. Mi padre podría no estar muy contento si te ve".

"Vamos, Alex. Será divertido. Prometo que no haré nada raro. Solo estaré ahí para apoyarte. Y, al final, será una fiesta. Podremos relajarnos después de toda esa formalidad", insistió Leo, sus ojos brillando con entusiasmo.

"Está bien, creo que lo haré", dijo Alex, sintiendo un alivio momentáneo al pensar que no tendría que enfrentarse a la reunión solo. "Gracias por estar ahí".

Mientras continuaban conversando, el ambiente seguía siendo ligero y divertido, hasta que Sandra decidió levantarse para recoger la mesa. "Voy a dejar esto en la cocina y luego disfrutaré un rato sola en la piscina", anunció mientras apilaba los platos. Alex y Leo se miraron con complicidad, sintiendo que era el momento perfecto para disfrutar de su propia compañía.

"Vamos al baño", sugirió Leo, con una chispa de travesura en sus ojos. Ambos estaban envueltos en toallas, sintiéndose un poco más libres con cada paso que daban. Se levantaron y se dirigieron al baño, la adrenalina corriendo por sus venas.

Alex y Leo sabían que tenían un momento a solas que no podían dejar pasar. El baño, con su luz suave y el sonido del agua corriendo, les ofrecía el refugio perfecto para explorar lo que había surgido entre ellos.

Leo salió de la habitación con una sonrisa juguetona. "Voy a buscar unas toallas y pijamas", anunció, lanzando una mirada cómplice a Alex. Mientras se dirigía a la habitación, Alex no pudo evitar sentir una oleada de emoción al imaginar lo que vendría después.

Con la mente llena de anticipación, Alex se metió en la ducha. La sensación del agua caliente sobre su piel era un alivio después de la tensión de la cena. Cerró los ojos, permitiendo que el vapor lo envolviera, sintiendo cómo cada gota resbalaba por su cuerpo, limpiando no solo su piel, sino también las dudas que habían estado en su mente.

De repente, la puerta del baño se abrió y Leo entró con una sonrisa deslumbrante. "¿Te asusté?" preguntó, riendo. La imagen de Leo, con el cabello goteando y la mirada llena de picardía, hizo que el corazón de Alex latiera más rápido.

"Un poco", admitió Alex, sorprendido por la entrada inesperada. Sin embargo, en lugar de separarse, sintió una irresistible atracción hacia Leo. La proximidad y la intimidad del espacio lo llenaron de confianza. "Pero estoy feliz de que estés aquí".

Leo se acercó a él, el agua resbalando entre sus cuerpos. "No puedo dejarte solo, ¿verdad? ¡Esto se siente demasiado bien!" dijo, su voz suave y cargada de emoción.

Sin pensarlo, Leo se inclinó hacia adelante, sus labios apenas tocando los de Alex. El beso comenzó suave, como si ambos temieran romper el momento, pero rápidamente se volvió más intenso, más apasionado. Alex sintió cómo una corriente de electricidad recorría su cuerpo, encendiendo una llama que había estado latente. Las manos de Leo encontraron su cintura, atrayéndolo más cerca, mientras el agua continuaba cayendo, creando un ambiente íntimo y envolvente.

"Me gusta esto", murmuró Alex entre besos, sintiendo la suavidad de los labios de Leo sobre los suyos. "Nunca había experimentado algo así".

"Yo tampoco", respondió Leo, deslizando sus manos por la espalda de Alex, disfrutando del contacto. La calidez del agua se mezclaba con la calidez de su conexión, y el mundo exterior parecía desvanecerse. Cada beso, cada caricia se sentía como una promesa de algo más, algo profundo y verdadero.

De repente, Alex sintió un escalofrío recorrer su espalda. "Creo que me estoy enfriando un poco", dijo, sintiendo cómo su piel se erizaba. Leo lo miró, preocupado, y en un acto reflejo, lo rodeó con sus brazos.

"Ven aquí, yo te caliento", dijo Leo, atrayéndolo a su pecho. Alex se sintió instantáneamente reconfortado por el contacto. La calidez de Leo era un bálsamo, y al cerrar los ojos, dejó que la sensación de seguridad lo envolviera.

La intimidad del momento se profundizó mientras el agua continuaba cayendo sobre ellos, creando un halo de vapor que los aislaba del mundo. "Eres increíble", murmuró Alex, alzando la vista para encontrar la mirada de Leo, llena de ternura.

"Y tú también", respondió Leo, su voz suave y cargada de significado. Se inclinó de nuevo, sus labios encontrándose en un beso que parecía ir más allá de lo físico. Era una conexión emocional, una comunión de almas que se entendían sin necesidad de palabras.

Mientras los besos se volvían más apasionados, las manos de Leo comenzaron a explorar el cuerpo de Alex, acariciando su espalda y bajando lentamente hacia su cintura. Cada roce era un fuego encendido que se esparcía por el cuerpo de Alex, haciéndolo olvidar cualquier tipo de inhibición. "Esto es lo que quería", susurró Leo, con los ojos fijos en los de Alex, deseando que ese momento se detuviera para siempre.

"Yo también", respondió Alex, sintiendo cómo la conexión entre ellos se intensificaba. No había nada más que ellos dos, el agua y el vapor que los envolvía, creando una atmósfera casi mágica.

Al cabo de un rato, el agua comenzó a enfriarse y, aunque ambos sabían que debían salir, la idea de separarse era desalentadora. Alex y Leo compartieron una mirada de complicidad, una comprensión mutua de que ese momento había cambiado todo entre ellos.

Finalmente, Leo dio un paso atrás, su rostro iluminado por una sonrisa. "Supongo que deberíamos salir antes de que alguien se dé cuenta de que estamos aquí", sugirió, guiñándole un ojo. Alex rió suavemente, sintiéndose más conectado que nunca.

"Sí, sería un desastre que nos interrumpieran otra vez", dijo Alex, el corazón aún acelerado por la cercanía de Leo. Ambos se secaron rápidamente, aún en estado de semi-euforia, sabiendo que habían compartido algo especial.

Mientras se vestían, Alex no podía evitar recordar la intensidad de los besos y las caricias. Aquella noche en la ducha había sido un punto de inflexión para ellos, una nueva etapa en su relación que, sin duda, estaba destinada a crecer, o eso pensaba Alex.


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