Capítulo 8: La Mañana Siguiente

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El sol comenzó a filtrarse, a través de las cortinas de la habitación de Julen, creando un suave resplandor dorado que iluminaba el ambiente. La luz era tenue, pero suficiente para que Alex se despertara antes que Julen. El suave murmullo de las olas que llegaban desde la playa cercana se entrelazaba con los sonidos de la naturaleza, dándole a la mañana un aire tranquilo.

Alex se estiró, sintiendo el peso de la noche aún en sus músculos. A su lado, Julen dormía profundamente, su rostro relajado y sereno, con el cabello desordenado esparcido sobre la almohada. Alex no pudo evitar sonreír al verlo. Había algo en la forma en que Julen se veía, vulnerable y a la vez tan atractivo, que hizo que su corazón latiera un poco más rápido.

Al sentir vibrar su móvil sobre la mesita de noche, Alex giró la cabeza hacia él. Era un mensaje de Luna, su novia. Un leve fruncimiento de ceño apareció en su rostro mientras leía las palabras que ella le había enviado.

"¿Cómo amaneciste? He estado pensando toda la noche, creo que deberíamos darnos un tiempo?"

El mensaje dejo a Alex atónito, pero estaba más centrado en el momento y lugar en el que se encontraba. Se sintió culpable por lo que había sucedido la noche anterior, pero también por la conexión que había empezado a formar con Julen. Sin responder, dejó el móvil a un lado y se centró en observar a Julen. La forma en que su pecho subía y bajaba con cada respiración era hipnótica. A pesar de la confusión que lo embargaba, no podía negar que había algo profundo en su relación con Julen.

Mientras Julen se movía un poco, Alex sintió un escalofrío recorrer su espalda. Se acercó un poco más, admirando la belleza de la simplicidad del momento. Sus pensamientos estaban enredados. ¿Qué estaba pasando entre ellos? Se sentía dividido, atrapado entre su vida anterior con Luna y la nueva e intensa conexión que estaba formando con Julen.

Finalmente, Julen abrió los ojos, parpadeando varias veces antes de enfocarse en Alex. Una sonrisa se dibujó en su rostro al verlo, como si la luz de la mañana hubiera iluminado su mundo.

—Buenos días —dijo Julen, su voz suave, aún entre sueños.

—Buenos días —respondió Alex, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza al intercambiar miradas.

Julen se incorporó en la cama, apoyándose en un codo y observando a Alex con curiosidad.

—¿Qué haces ahí tan callado? —preguntó, con una sonrisa traviesa—. ¿Estabas pensando en mí?

Alex soltó una risa nerviosa, sintiéndose un poco atrapado.

—Quizás —dijo, intentando mantener un tono ligero—. O quizás en cómo mi vida se ha vuelto un poco más complicada.

Julen frunció el ceño, notando la seriedad en la voz de Alex.

—¿Complicada? —repitió—. ¿A qué te refieres?

Alex dudó por un momento, sopesando sus palabras. No quería arruinar el buen ambiente que habían creado, pero necesitaba ser honesto.

—Es solo que... no sé cómo lidiar con todo esto.
—confesó, sintiendo que la sinceridad pesaba en el aire.

Julen asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Mira, Alex. No tengo la intención de complicar más tu vida. Pero tampoco puedo ignorar lo que ha pasado entre nosotros —dijo, su voz baja pero firme.

La tensión en el aire era palpable. Alex sentía que la confusión se multiplicaba mientras se miraban a los ojos, y un silencio se instaló entre ellos, pesado y significativo.

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