Capítulo 7: La Fiesta y el Mirador

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La noche se había encendido con la energía de la fiesta en la villa de Julen. Los sonidos de la música resonaban en el aire, combinados con risas y el tintinear de botellas. Las luces de colores parpadeaban en el exterior, creando un ambiente festivo y acogedor. Alex se sintió emocionado y nervioso al mismo tiempo; era su primera fiesta desde que se mudó a la isla. Sabía que Luna no estaba allí, y esa idea le dejaba un leve vacío en el pecho, pero también un rayo de curiosidad y aventura.

Julen se acercó a él, una copa en la mano y una sonrisa que iluminaba su rostro. —¿Listo para la diversión? —preguntó, con un tono lleno de entusiasmo.

—Claro, ¡vamos! —respondió Alex, tratando de ocultar la inquietud que sentía. La música vibraba a su alrededor mientras se unían al grupo de amigos que ya bailaban y disfrutaban del ambiente.

Después de un rato, alguien propuso jugar a "Verdad o Reto", y las risas se intensificaron. Alex se sintió un poco fuera de lugar, pero la atmósfera era contagiosa y se fue uniendo a la diversión. Las primeras preguntas fueron sencillas y divertidas, pero a medida que avanzaba el juego, las verdades se volvían más personales y los retos más atrevidos.

Ana, con su cabello castaño y sus ojos verdes chispeantes de alegría, estaba en el centro del juego. —¡Julen! —exclamó, riendo—. Te reto a que beses a uno de los chicos de la fiesta.

Un murmullo de sorpresa recorrió el grupo. Alex sintió cómo su corazón latía con más fuerza. Se sintió avergonzado y, al mismo tiempo, curioso sobre la reacción de Julen.

Julen se rió, encogiéndose de hombros. —¡Está bien! Pero solo si alguien se atreve a retar a uno de los demás también. —El desafío quedó flotando en el aire, creando una tensión palpable entre los presentes.

Finalmente, los amigos comenzaron a animar a Julen, y él, con una sonrisa desafiante, se levantó. Miró a su alrededor, y por un instante, Alex sintió que sus miradas se encontraron. Fue un momento breve, pero suficiente para que la chispa entre ellos se avivara.

Después de algunos más retos y risas, el ambiente estaba cargado de energía. En un arrebato de espontaneidad, Julen tomó a Alex de la mano. —Vamos, tengo algo que mostrarte —dijo, sonriendo.

Alex sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, una mezcla de sorpresa y emoción. Lo siguió, sin saber exactamente adónde se dirigían. Se acercaron a la moto de Julen, que estaba aparcada al lado de la villa.

—¿Te atreves a subirte? —preguntó Julen, mientras se ponía el casco.

Alex dudó por un momento. Las motos no eran su fuerte. Había tenido un accidente a los dieciocho años que lo había dejado con un profundo miedo a las motos. Pero la mirada decidida de Julen lo convenció.

—Sí, claro. —Alex trató de sonar seguro, pero en su interior, sentía una mezcla de nervios y temor.

Subió a la moto, y Julen le indicó que se sujetara bien. —Agárrate fuerte, no quiero que caigas —dijo, riendo mientras arrancaba el motor.

A medida que la moto aceleraba, el viento golpeaba su rostro y el sonido del motor llenaba sus oídos. Alex se aferró a la cintura de Julen, sintiendo la adrenalina subir, pero también el miedo de recordar el accidente. Las imágenes del pasado invadieron su mente, pero trató de apartarlas, concentrándose en el momento presente.

Mientras pasaban por las calles iluminadas de la isla, Julen giró la moto hacia un camino más alejado, lleno de árboles y con vistas al mar. La emoción de la velocidad lo hizo sentir vivo, pero el temor no desaparecía del todo. Sin embargo, la conexión que sentía con Julen lo mantenía ahí, aferrado a él.

—¡Sujétate más fuerte! —gritó Julen, acelerando un poco más.

Alex obedeció, apretando su abrazo, sintiendo la musculatura de Julen bajo sus dedos. Se dio cuenta de lo cerca que estaban, y el latido de su corazón se aceleró. En medio de la diversión, se olvidó momentáneamente de su miedo.

De repente, una luz azul comenzó a parpadear detrás de ellos. Una patrulla policial había comenzado a seguirlos.Julen, al darse cuenta, soltó una risa nerviosa. —¡Genial! ¿Quieres un poco de adrenalina extra? —dijo mientras aceleraba aún más.

Alex, lleno de miedo, se aferró aún más a la cintura de Julen, sintiendo el aire frío en su rostro. —¡Julen, para! —gritó, aunque sabía que eso no ayudaría.

—¡No puedo! —respondió, entre risas. —Es solo un poco de diversión, ¡confía en mí!

La patrulla comenzó a acercarse, pero en lugar de detenerse, Julen tomó un giro rápido hacia un camino más apartado. Alex sintió que su estómago daba un vuelco. Se dio cuenta de que estaba en una situación peligrosa, pero la adrenalina era abrumadora.

Finalmente, Julen logró perder a la patrulla, pero la tensión había dejado a Alex con el corazón en la garganta. Al llegar a un mirador que dominaba la isla, Julen frenó la moto y ambos se bajaron. La luna llena brillaba intensamente en el cielo, iluminando la escena.

Julen respiraba pesadamente, riendo por la emoción de la escapada. Se volvió hacia Alex, que todavía estaba recuperándose del susto. —¿Por qué te aferrabas tan fuerte? ¿Tenías miedo de caerte? —preguntó, sonriendo.

Alex sintió un nudo en el estómago. No podía simplemente decirle que estaba aterrorizado por las motos. Así que optó por ser honesto, aunque temía que esto pudiera cambiar la dinámica entre ellos.

—Sí, algo así. Tuve un accidente cuando tenía dieciocho años. Me dejó un poco... sensible a las motos —confesó, mirando hacia el horizonte, tratando de no pensar en lo que había pasado.

Julen se quedó en silencio por un momento, observando a Alex con atención. —Lo siento. No sabía. —dijo, su tono ahora serio—. ¿Te gustaría que hiciéramos algo más tranquilo la próxima vez?

El gesto de Julen hizo que Alex se sintiera bien, aunque el momento era tenso. Sabía que Julen no tenía malas intenciones, y su preocupación por él lo tocó.

—No te preocupes. Solo necesito acostumbrarme. —respondió Alex, sintiendo que el ambiente se suavizaba.

La luna llena estaba en su apogeo, iluminando sus rostros. Ambos se miraron, y Alex sintió una conexión profunda. Fue un momento suspendido en el tiempo, lleno de posibilidad. Julen se acercó lentamente, como si el mundo se hubiera detenido a su alrededor.

Justo cuando parecía que se iban a besar, el sonido de un mensaje interrumpió el ambiente. Alex miró su teléfono y vio que era un mensaje de Luna. Era la hora de su conversación habitual, y el corazón de Alex se hundió.

—Es Luna —dijo, sintiéndose dividido entre el deseo y la realidad. Se sintió culpable por interrumpir ese momento, pero también sabía que debía responder.

—No puedo creer que justo ahora —murmuró Julen, su expresión mezclando decepción y comprensión.

Alex se sintió mal, pero no podía evitarlo. La lealtad hacia Luna era importante para él. Abrió el mensaje y comenzó a responder.

—"Hola, amor. Estoy en un lugar increíble, pero tengo que hablar contigo." —escribió, su corazón latiendo más rápido.

Mientras escribía, Julen se apartó un poco, dándole espacio, aunque la tensión seguía palpable. La noche era perfecta, y Alex no quería perder la oportunidad de explorar lo que estaba comenzando a surgir entre ellos, pero también sabía que su compromiso con Luna era real.

La conversación continuó, pero en su mente había una lucha entre dos mundos. Y aunque sabía que no podía ignorar sus sentimientos por Julen, el amor por Luna aún ocupaba un lugar importante en su corazón.

El capítulo se cerraría con la conversación entre Alex y Luna, que comenzaría a revelar las emociones complejas que él estaba sintiendo. Mientras miraba a la luna llena, sintió que el tiempo se deslizaba entre sus dedos.

Latidos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora