Capítulo 43: Despertando Juntos

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La luz del sol se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Ana, creando patrones cálidos sobre las sábanas donde Alex y Julen yacían abrazados. El aire matutino era fresco y suave, llenando el espacio con una sensación de calma y renovada esperanza. Alex se despertó lentamente, sintiendo el peso del cuerpo de Julen contra el suyo. Un suave suspiro escapó de sus labios, y una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar la noche anterior.

Julen estaba profundamente dormido, su rostro iluminado por la luz del sol, y Alex no pudo evitar acariciar suavemente su cabello oscuro. Había algo extraordinario en ese momento, una mezcla de ternura y felicidad que lo envolvía. Mientras sus dedos se deslizaban por el cabello de Julen, Alex sintió un profundo agradecimiento por la conexión que compartían. Era un vínculo que había sobrevivido a tantas pruebas, y ahora se sentía más fuerte que nunca.

Con cuidado, Alex se movió para no despertar a Julen. Pero, en cuanto se movió un poco, Julen entreabrió los ojos, sonriendo al ver a su hermano a su lado.

-Buenos días -dijo Julen con una voz aún somnolienta, mientras se estiraba y se acomodaba más cerca de Alex, envolviendo su brazo alrededor de él.

-Buenos días -respondió Alex, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo. -No puedo creer que estemos aquí.

Julen lo miró fijamente, sus ojos aún llenos de sueño, pero con una chispa que hacía latir más rápido el corazón de Alex. -No tengo intención de dejar que nada ni nadie se interponga entre nosotros, Alex.

Alex sintió que su pecho se llenaba de calidez. Era un nuevo comienzo, una oportunidad para dejar atrás el pasado y enfrentar lo que viniera juntos. -Estoy de acuerdo. A partir de ahora, lucharemos por nosotros.

Julen sonrió, y Alex no pudo resistirse a inclinarse para darle un suave beso. Era un gesto que hablaba de promesas compartidas y de un futuro que ambos deseaban construir. Se perdieron en ese momento, dejando que la conexión entre ellos creciera una vez más.

Después de un rato, ambos se levantaron de la cama, todavía aturdidos por el sueño, y se dirigieron a la cocina. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, y Ana estaba sentada en la mesa, mirando su teléfono y disfrutando de un desayuno ligero.

-¡Mira quiénes se han despertado! -exclamó Ana al verlos entrar. -Los tortolitos, ya era hora.

-¿Tortolitos? -replicó Alex, tratando de disimular su sonrojo.

-Vamos, ya todos sabemos que están juntos -dijo Ana con una sonrisa traviesa. -Me alegra ver que, por fin, han decidido estar juntos.

Julen intercambió una mirada cómplice con Alex, sintiéndose aliviado de que su amistad con Ana no hubiera cambiado. -Gracias por dejarme quedarme aquí -dijo Julen mientras se servía un poco de café.

Ana sonrió, pero su expresión se volvió más seria. -Chicos, sólo quiero que sepan que estoy aquí para apoyarlos. No siempre será fácil, pero estoy segura de que pueden superar cualquier obstáculo que se les presente.

Alex asintió, sintiéndose agradecido por tener a alguien como Ana en sus vidas. Ella siempre había sido un apoyo, y ahora más que nunca, lo necesitaban.

-Gracias, Ana -dijo Alex, sintiendo un nudo en la garganta. -Lo apreciaremos.

Tras un desayuno ligero y algunas risas, el sol comenzaba a elevarse por completo, llenando la cocina de luz dorada. Julen se volvió hacia Alex, su mirada intensa. -¿Qué planes tienes para hoy?

-No estoy seguro. Tal vez hable con mi padre, para aclarar algunas cosas... -La voz de Alex se apagó al recordar la tensión que había existido entre él y su padre. No podía ignorar la sombra que se cernía sobre su relación, pero en ese momento, decidió que no permitiría que eso arruinara su felicidad.

Julen lo miró con comprensión. -Sabes que estoy contigo en esto. Cualquiera que sea el resultado, no estarás solo.

-Gracias, Julen. -Alex se acercó y le dio un ligero beso en la mejilla. -Eso significa mucho para mí.

Ana observó la interacción con una sonrisa, sintiendo que la conexión entre los dos hermanos había cambiado para mejor. -Oigan, ¿qué tal si hacemos algo divertido hoy? Ya que parece que el tiempo va a estar perfecto, podríamos ir a la playa o hacer algo al aire libre.

Julen y Alex intercambiaron miradas, y rápidamente se sintieron entusiasmados por la idea. -Me encantaría ir a la playa -dijo Alex. -Podría ser un buen momento para relajarnos y disfrutar.

Después de un rato de charlas y risas, decidieron prepararse para salir. El ambiente era ligero, y ambos se sintieron animados, dejando atrás las sombras del pasado por un momento. Cuando llegaron a la playa, la arena caliente bajo sus pies les dio la bienvenida, y el sonido de las olas rompía suavemente en la orilla.

Pero mientras disfrutaban de ese momento de felicidad, en la casa de Alex, el ambiente era muy diferente. Su padre, sentado en el sofá, hablaba por teléfono, su expresión solo reflejaba ira y frustración.

-Ya veo que tú no has sido capaz de separarlos. -La voz de su padre era grave, llena de desdén. -Pero no te preocupes, yo me encargaré de eso.

El silencio en la línea era palpable, pero la voz de la madre de Julen se escuchó claramente. -De acuerdo.

Colgó el teléfono, su rostro reflejando una mezcla de ira y frustración. Se encontraba sentado en el sofá de la sala, el sonido de la llamada aún resonando en su mente. La conversación con la madre de Julen le había dejado un mal sabor de boca, y sentía que el plan que había diseñado meticulosamente comenzaba a desmoronarse. Era como si cada paso que habían dado en conjunto se convirtiera en una trampa, un laberinto del que no podía escapar.

Con un movimiento brusco, lanzó el vaso de whisky que tenía en la mano contra la pared, escuchando el crujido del cristal al romperse y sintiendo una satisfacción momentánea al ver cómo las astillas caían al suelo. La ira lo consumía, y no podía evitar pensar en cómo había dejado que todo se le escapara de las manos.

Latidos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora